Dos en el escenario (por Arantxa)




Vamos a contar verdades. Aunque escuezan un poco. Que grande es esto del amor dicen, pero claro está, para unos más que para otros, en eso tan complicaod que es la relación de pareja (no metamos a terceros porque complicariamos un tanto la cosa). Pareja de dos con o sin compromiso, novios o como quieran autodefinirse, dos que viven bajo un mismo techo o no, con o sin papeles, casados tal vez, y de estar casados por el rito que sea.

Mi experiencia sumada a lo que veo, me cuentan o simplente percibo, es que en esto del amor, como si fuera una obra de teatro, hay un claro reparto de papeles. Dos en el escenario. El amante y el amado. No se elige. Simplemente se es. A mi en la función de Navidad del colegio casi siempre me tocaba ser pastora. Nunca fui la Virgen, el papel estelar para cualquier niña de seis u ocho años, lo que yo deseaba. Y en esto del amor pasa lo mismo.

Unos quieren y otros se dejan querer. Unos aman y otros son amados. Puede que si tienes suerte desempeñes los dos papeles en un singular equilibrio, pero por lo que observo y he vivido te sentirás mejor en la piel de uno de los dos y en cualquier caso es muy difícil que te metas en ambos con la misma intensidad.

Lo gracioso es que conozco parejas que con este reparto de roles funcionan a la perfección. El amado está encantado de serlo y el amante se entrega a su función con devoción. Tanto uno como otro conocen su condición y son felices, o aparentemente felices.

Lo fácil es dejarse querer. Porque lo de querer al otro siempre supone un mayor esfuerzo, y es mucho más arriesgado. Hay mucho más que perder. Y lo primero es relativamente fácil. Aunque a la larga el amado puede cansarse de ser pasivo y buscar otro teatro en el que hacer de amante. Y lo mismo puede ocurrirle a este último, hastiado de poner energía en algo que no le compensa y le vuelve vulnerable. También hay casos excepcionales de amantes amados y de amados amantes en perfecta simbiosis, pero son los menos. Sin duda mis favoritos.

Al fnal esto del amor es una cuestión de física y de química. En este caso de física, de un frágil equilibrio de fuerzas. Seas lo que seas, juegues a lo que juegues, siempre que te haga sentir bien lo importante es participar. Y si no te llena, simplemente… ¡cambia de escenario!.


11 respuestas a “Dos en el escenario (por Arantxa)

  1. No estoy de acuerdo, a mí me parece que esto pasa por etapas, uno está más receptivo y el otro menos, uno se deja y el otro hace… pero si esto es así siempre, es la dinámica de la pareja el que uno sienta que es el que más quiere y el otro piense que no quiere tanto, pero que ya que está… pues me parece que algo no funciona…

    Me gusta

  2. A riesgo de que Chelo me vuelva a llamar espoileadora, en uno de los últimos episodios de «Cómo conocí a vuestra madre» plantean la raíz de lo que cuentas en la propia formación de la pareja.

    Un miembro es el conservador y otro el afortunado. El primero se conforma con lo que tiene, aunque podría tener otras cosas (personas) y al segundo parece que le ha tocado la lotería. Supongo que esto define unívocamente los papeles de amante y amado.

    Según mi experiencia, casi todas las parejas de este tipo que he conocido han acabado rompiéndose. Pero hay otras que aguantan.

    Una recomendación: no te pares a pensar si eres conservadora o afortunada. Por si acaso.

    Me gusta

  3. Me cuelo y comento!! Comparto todo lo que escribes, pero,¿y lo difícil que resulta cambiar de escenario sin hacer daño? Y no sólo a tu compañero de reparto, sino a toda la compañia de teatro…

    Me gusta

  4. Amar sin ser amado conlleva sufrir en exceso,
    ser amado sin amar conlleva remordimientos.

    Desde mi experiencia la felicidad está en desempeñar ambos papeles, por difícil que resulte encontar una pareja bi-rolar.

    Palabra de soltero.

    Me gusta

  5. En esa disyuntiva amar-ser amado, lo peor que puede ocurrir, supongo, es que ambos miembros de la pareja pertenezcan a la categoría «ser amado» Yo creo que nunca es tan clara la diferencia, lo que ocurre que uno se deja querer más que el otro, pero ambos quieren. Y sea como sea la cosa, cambiar de escenario a veces es necesario cuando ha terminado la función, cuando ya no quedan más tequieros por decir o por recibir.

    Me gusta

Deja un comentario