¡Bares, qué lugares! (Por Ana)

Mi madre siempre me dice: “si escucho alguna vez que se ha desplomado un edificio en tu zona no me preocuparé, pero si oigo de una explosición, un atraco, o cualquier cosa en la calle me echaré a temblar… vamos, que a ti la casa no se te cae encima” Y, como casi siempre, lleva más razón que un santo. Me encanta hacer vida de puertas para afuera, cuando estoy mucho tiempo en casa me entra la claustrofobia y me agobio, tengo que salir a darme una vuelta, ir al cine, ver escaparates… De ahí que me guste tanto vivir en una ciudad como Madrid, en la que tienes miles de distracciones a la vuelta de la esquina. Bien es cierto que con la edad y la estabilidad me he vuelto mucho más casera y cada día disfruto más de quedarme en casa oyendo música, viendo una serie o leyendo… pero vamos, que por unas cosas u otras siempre estoy de picos pardos…

Y si hay un lugar que me guste en el mundo son los bares, pero los bares de verdad, lo de toda la vida, los que algunos llaman de viejo, otros de barrio y yo digo de tapas y cañas. Tal vez lo lleve en la sangre, mi padre ha trabajado en hosteleria toda su vida. Tiene un bar desde que yo tenía 18 años y yo no sabría decir cuántas cañas he puesto en mi vida, pero puedo asegurar que son muchas. He trabajado por temporadas detrás de la barra y he vivido de cerca lo duro que es el oficio, aunque a mi progenitor le encanta y puedo entender el porqué. Un bar de este estilo es el resumen perfecto de lo que es la gente de barrio, de sus preocupaciones y alegrías, personas que convierten el lugar en “su bar”, al que van todos los días y no solo para tomarse una caña o un chato vino, también para meterse con el camarero porque es del Barcelona y ese día han caído ante el Sevilla o para hablar de la última reforma de Zapatero… Se crea una sensación de familia, se conocen la mayoría y se llaman por su nombre. Tienen sus peleas, dejan de venir un tiempo cuando se enfadan y luego aparecen como si nada. Es lo que yo llamo “pertenecer”, que el camarero, aunque no vayas todos los días, sepa perfectamente que te gusta la leche templada o que te invite a la segunda caña porque sí… Y siempre, siempre ponen tapas, porque si no ni es un bar ni nada que merezca un nombre parecido

Hoy hemos estado mi chico y yo en mi antiguo barrio. Nos hemos dado una vuelta por el rastro y hemos arreglados unas cosas de la casa que todavía conservo. Cuando hemos acabado era justo la hora del aperitivo y hemos ido al bar al que solíamos ir cuando nos quedábamos por allí. Os pongo en antecendentes por si alguien se ha perdido mis posts: ahora vivimos en un barrio rico, muy rico, donde no hay chinos, ni zapaterias baratas, ni mercerias y mucho menos bares normales, solo de diseño y de los que cierran a las ocho de la tarde. Por supuesto, en la mayoría de ellos lo de las tapas no saben ni lo que es y los clientes se dirigen a los camareros para “ordenarles”. Si los empleados conocen el nombre del cliente siempre anteponen el don o el señor. Nosotros hemos encontrado uno enfrente de casa al que ya “pertenecemos” y no está mal, van todos los obreros que trabajan por aquí y las dependientas de las tiendas carísimas, pero como salimos tan tarde de trabajar, ni siquiera podemos tomarnos la cervecita de descompresión allí porque cierran con los comercios. Así que os podéis suponer, con todo lo que acabo de contar, cómo nos hemos sentido cuando hemos entrado en este local y nos han plantado dos botellines de Mahou, así, de entrada, con una tapa que se componía de dos trozos de tortilla de patata con pimientos y dos pedazos de pan con beicon frito encima… El camarero vacilaba con unos señores mayores con gorra que estaban tomando unos chatos: “Luis, es que a tí te quitan al Atleti y te mandan a la tumba”. Un chico hablaba a gritos con la otra camarera: ·Es que tu amigo el Manolo no veas como es…” Una parejita hablaba de sus cosas rodeado de gente que pelaba gambas, ajena a todos ellos, mirándose a los ojos. He mirado a mi chico casi con lágrimas en los ojos y he visto en él la misma emoción: “Me encantan estos bares…” Si es que ya lo dijo Gabinete Caligari… No hay que explicar más…


13 respuestas a “¡Bares, qué lugares! (Por Ana)

  1. Yo nunca he sido de bares……..excepto en verano, en el pueblo de mis padres. Que tardes de cinquillo, de brisca y cocacolas. Y antes de comer, el aperitivo de sepia en el Bar de Matias….hummmmm, por favor, no he conseguido hacer la sepia como la hacen alli, y mira que he probado.

    Mañana hay sepia de comer je je

    Me gusta

  2. Pablo: Muchísimas gracias por el tema que has dejado, genial… y por supuesto que nos vemos en los bares, siempre…

    Monet: Muchas gracias por el comentario y por quedarte con nosotras, espero que te guste el blog…

    Mónica: Muy bien, inculcando a los pequeños la cultura tradicional desde la cuna, me encanta… Tengo una visita pendiente a Lugo, así que ya te preguntaré por bares a los que ir…

    Ignacio: Amén…

    Chelo: Para gustos colores, y es estupendo que la vida y los hosteleros nos ofrezcan tanto para elegir…

    javi: La profesión de camarero es una de las más duras del mundo, seguro segurísimo… Gracias por compartir ese recuerdo infantil, me ha hecho mucha gracia…

    Esther: Madrid seguro que te espera con los brazos abiertos…

    Isa: Lo de los camareros modernillos es de juzgado de guardia, parece que te están perdonando la vida por ponerte un café…

    Belén: Lo dicho, bien por las madres que educáis a vuestros hijos dándoles los mejor de lo mejor
    😉

    Me gusta

  3. Yo soy mucho de cañita y tapa…. hasta a mi hijo se lo estoy inculcando, sin caña claro, pero lo de la tapa le pirra. Si salimos una mañana de domingo, tras el parque es él quien pide el aperitivo, je, je.

    Me gusta

  4. Qué curioso es esto de las percepciones… Mi padre pasó su juventud detrás de una barra, friendo almendras y calamares, y haciendo delicias a la plancha… pero no ha podido transmitirme un entusiasmo desaforado por la tasca castiza que me dio de comer de canija, y es que no me gusta el olor a fritanga que se te pega inevitablemente después de estar en uno de estos bares de 'toa la vía'.

    En cualquier caso, le reconozco cierto románticismo al recuerdo del suelo lleno de serrín, colillas, cabezas de gambas, huesos de aceituna y servilletas arrugás, amén de un profundísimo respeto y admiración por los camareros de verdad: los que te miran y no les hace falta más que comunicación gestual para saber qué quieres, que saben cómo tomas el café y nunca se equivocan, que saben cuanto te tienen que cobrar aún estando en un grupo de 15 personas… los de palillo en la boca y ojos picaruelos.

    Me gustan los bares cool, pero no soporto a los camareros modernillos que no tienen ni idea.

    Me gusta

  5. Comparto tu pasión por los bares. De pequeño cuando salía de paseo con mis padres yo siempre quería llegar ya a un bar para tomarme una cocacola o un vaso de leche con seis centímetros de espuma. -«Papá tengo sed» le decía yo. -«Pues ahí tienes una fuente» me respondía sabiendo que a continuación le iba a decir, -«No, tengo sed de bar».

    Estuve unos meses trabajando de camarero y aunque al principio fue duro puedo decir que fue uno de los trabajos de los que más he aprendido en muchas cosas.

    Eso si, me pirran los bares ultramodernos tanto como los de barrio. De esos que guardan bajo esas vitrinas de la barra enormes latas de sardinas y atún en aceite.

    Saludos.

    Me gusta

  6. qué bueno Ana! yo no soy muy de bares a la antigua usanza, comprendo que tienen su encanto y no me extraña nada que tengan tantos adeptos, pero puestos a elegir yo prefiero otro rollo (si es con tapa pues mejor, claro)
    La canción de Gabinete es genial, me trae muy buenos recuerdos 😉

    Beso!

    Me gusta

  7. Pocos placeres tengo yo en la vida, pero si acaso alguno es, lo más de lo más, es el ir de tapeo. Yo vivo en Lugo, y aquí las tapas son obligadas y gratuitas, y escoges tus bares favoritos por las tapas que ponen…Y desde luego entramos y todos saben que tomamos dos cortitos si vamos sólos y acompañada de Coca cola si llevamos a la niña… Y de verdad que es genial…Que suerte de vivir en ese barrio estupendo, pero ¡¡Qué lástima que te falten los bares!!!!

    Me gusta

  8. pues si… nada como lo que uno ha visto en su edad más temprana, en tu caso te marcaron esos bares, en otros casos el propio barrio, otros qudan entusiasmados por el clima, cada cual lo suyo.. y en general esas madres que hemos tenido que se han ocupado de casi todo lo relacionado con nuestra infancia. Dificil de olvidar y dificil es negarlo. Me ha gustado mucho el post, con este si que me he adherido a vuestra lista… jejeje

    Me gusta

Deja un comentario