Limpieza de armarios (por Arantxa)

Me maravilla nuestra moderna (y enfermiza) capacidad de almacenamiento. Somos nosotros y nuestras circunstancias, y por supuesto, nuestros objetos. Soy más cuanto más tengo, esa parece ser la máxima, aunque, por supuesto, repetir eso tan manido y profundo de que es más feliz quien menos necesita te reconcilia con tu yo espiritual, profundo y metafísico. Una casa donde antes cabía una familia de seis miembros con todas sus pertenencias, se nos antoja ahora pequeña para familias con uno o, a lo sumo, dos hijos. Y eso incluso en el caso de viviendas que cuenten con espléndidos trasteros.

Con esto del cambio de estación he ordenado los armarios de forma rigurosa. Supongo que no con la misma metodología y añoranza que cuando se es protagonista de una mudanza. Seguro que con un sentido mucho más pragmático. He jubilado ropa y zapatos míos, y mucha ropa y zapatos de mis peques. Pero no me he limitado a los trapitos. Ordenando cajones he encontrado reliquias que no sabía ni por qué almacenaba. Muchas de ellas han ido al contenedor del papel: postales y cartas de gente que he perdido o, quien sabe, que me ha perdido por el camino. Los guardaba porque me daba lástima tirarlos, pero de todas esas palabras hace ya tanto tiempo, que hasta el sentido de las mismas se ha perdido (de todo esto y mucho más nos habló Ana en un delicioso post).

Los objetos a veces traicionan nuestros recuerdos. Recordabas aquel amor de los 20 como místico, etéreo sublime y lo era, a los 20. Las cartas que te escribía eran maravillosas, aún con sus faltas de ortografía. Pero si las relees años después algunas resultan pueriles y cursis. Consiguen sonrojarte, pero no son para jubilarlas en esta limpieza. Tu vestido de novia. Merece una mención especial. Era precioso, pero ahora ocupa mucho espacio, estorba. Y si te casaras hoy no lo harías con el mismo diseño. Quizás es probable que ni siquiera volvieras a casarte, pero ese es otro tema para otro post. Habrá que donarlo, para que alguien pueda disfrutar de esos metros de maravillosa seda salvaje con mejor suerte.

Y luego están los objetos «por si». Todo aquello que guardas por si te puede venir bien, por si acaso. Auriculares, cargadores de móvil, cables, tornillos, destornilladores, alargadores. Linternas, tijeras, llaves duplicadas, huérfanas de cerradura. Parafernalia de ferretería. Un reproductor de DVD que no funciona, un disco duro portátil, antiguo y pesadísimo, varios móviles inservibles. Murieron y no van a resucitar, así que su destino es el punto limpio más cercano.

En los baños hay un arsenal de cremas, ungüentos y potingues varios. Muchos caducados, porque desde hace unos años los cosméticos también caducan. Al contenedor amarillo, sin dilación. Los jabones y frasquitos de geles de los hoteles son un capítulo aparte. Me da pudor escribirlo, porque me parece tan chabacano usarlos que ahí estaban, amontonados en un cajón. Seguro que sin aroma y casi sin color. Más basura.

Así que puedo decir que estoy bajo el síndrome de Diógenes, pero a la inversa, pues si con tal expresión se designa la manía enfermiza de almacenar objetos, muchos de ellos desperdicios y antiguallas, yo me estoy desprendiendo de todo lo que tengo y no necesito. El tal Diógenes fue un filósofo griego cuya máxima fue la privación absoluta de los bienes materiales. A mi no me basta con los rayos del sol y comidas frugales para sobrevivir, y no podría dormir en una tinaja, como el sabio, pero estoy aprendiendo a separar lo imprescindible de lo accesorio. Al menos hasta la próxima limpieza.


13 respuestas a “Limpieza de armarios (por Arantxa)

  1. Nos apegamos a las cosas, aunque resulten inútiles, tendríamos que profundizar un poco en el desapego,. A mí también me cuesta tirar y desprenderme de cosas inútiles , pero cuando lo hago parece que me siento como liberada. De todas formas, en este momento tampoco hay que tirar por tirar, mejor entregtarlo a una ONG y que lo selecciones para repartir a tanta gente necesitada que puede reciclar lo que para nosotros no vale nada.

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  2. Me encanta, que razón tienes. Siempre guardamos cosas que sabemos que nunca vamos a volver a utilizar pero cuesta deshacerse de ellas.yo guardo una caja llena de antiguas cartas y soy incapaz de tirarla!! Cada año me dispongo a ello pero al final, nunca soy capaz!!

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  3. Cada cambio de temporada, primavera y otoño, me sumerjo en una de estas limpiezas de armario que tan bien describes… cada una de ellas cargada del componente emocional de quien asume el paso del tiempo… y con bastante pereza: mover tanta ropa, zapatos y complementos es un currazo!!

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  4. Muchas gracias por la mención!!! Yo soy de las que les cuesta tirar, y lo peor es que tengo cosas guardadas que ya no me acuerdo que significado tuvieron alguna vez en mi vida… Voy a intentar cambiar el chip porque creo que una limpieza a fondo de vez en cuando es buena para el alma y la cabeza…

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  5. Este «finde» hice lo mismo que tú, pero yo mas a fondo, cambio de armarios y estanterias…tengo de cosas….entro lo de los hoteles, los porsi y cosas que guardaba con «valor», he tirado bolsas y bolsas de basura..y ahora me sobra muchisimo espacio, que ya veras el poco tiempo que tardo en llenarlo. Buen post!

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  6. Anónimo, tengo el corazón limpio, a día de hoy. Hace tiempo hubiera sido traumático desprenderme de ciertas cosas, ya no. Estoy como Chelo, cada vez me resulta más fácil desprenderme de los objetos almacenados. Los recuerdos me los quedo. Gracias por vuestras opiniones.

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  7. He evolucionado mucho con esto del guardar, antes lo guardaba todo, pero cada vez me cuesta menos desprenderme de las cosas que no uso o de los recuerdos guardados en cajas sin abrir por años… podría tirar mucho más de lo que tiro, así que toca seguir evolucionando…

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  8. Yo hago esto mismo dos veces al año. Y cada vez que toca me sorprendo de la de «porquerias» que puedo almacenar en seis meses. Éstas por regla general terminan en la basura pero otras que reconozco que lo son no consigo desprenderme de ellas, como por ejemplo esos «y si» o por ejemplo recuerdos antiguos, alguna carta, lazo, camiseta, etc que me trae un bonito recuerdo y del que no puedo desprenderme. Así que coincido con el comentario de «Anónimo» las limpiezas en los armarios son fáciles …. en los corazones no tanto.

    Bssss

    PD: He dado con vuestro blog a través del de una amiga y … ¡¡¡me encanta!!!

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  9. Me encanta el tema y como se expone. Por lo que veo estabas haciendo limpieza de tu armario y de tu corazón. La limpieza del armario es más fácil, la del corazón puede ser más dolorosa y llevar más tiempo. Suerte con ambas!

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  10. Yo soy tirona por naturaleza, lo tiro todo al final de cada temporada. las chaquetas de punto de zara que estan llenas de bolas y un montón de cosas mas, cartas de novios antigüos no guardo ninguna, por tirar hasta las fotos.
    Pero mi traje de novia NUNCA ni el de mi primera comunión, En mi traje de novia hay cosas del de mi madre y desde mi tatarabuela todos los miembros de mi familia estamos bautizados con el mismo traje, y me encantaría que mi hija hiciera la comunión con el traje que comulgo mi abuela que fue con el que comulgó mi madre y parte de mis primas (hasta que cambiaron la edad) luego no entrabámos en él. Eso no se puede tirar nunca, pero todo lo demás por supuesto.
    Un saludo
    María

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  11. Yo cada temporada hago lo mismo, y «Siempre» tengo alguna monada para tirar…Y entonces me pregunto: pero no lo tiré ya el año pasado??? Y No, no lo tiré, sino, no estaría ahí!!!!Pero me da tanta penaaaa!!!!!!(Yo con el vestido de la boda,le hice un vestido de hada madrina a mi niña, que era precioso!!!!!)Un beso

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