Sobre conciertos y cosas de la edad (por Arantxa)

Mañana (por hoy) cumple 21 años mi hermana pequeña. La recuerdo perfectamente de bebé. Hoy es una mujer que estudia, lo compagina con las prácticas de la carrera y probablemente se nos vaya al extranjero este verano. No es esto lo que me ha hecho sentirme un poco más mayor (que también), sino el hecho de que el viernes la ginecóloga me comentó en la revisión que este año, aparte de la ecografía de mama voy a empezar a hacerme mamografía. “¿Eso no es para mujeres mayores de 45?”, objeté yo. Y ella me explicó que, al menos en la sanidad privada, ya es una prueba que se hace a partir de los 40 años y que como mi madre tuvo un cáncer de mama (felizmente superado) en mi caso debo empezar ya. Tengo 36 largas primaveras y supongo que no hay mucha diferencia entre empezar ahora o con 40. La historia clínica manda y punto.


Por la noche estuve en el concierto de Pereza, grupo denostado por parte de la crítica y los snobs, pero a El Desconcierto y a mi nos gustan mucho y allí acudimos con muchas ganas. Eso sí, nada más entrar al recinto sudaba como un pollo. No se puede ir a una plaza de toros cubierta con pantalones pitillo en estas fechas. Tentada estuve de quitármelos, de como me sudaban las piernas, pero es impropio del decoro y de las treintena. Total, estábamos rodeados de gente, y yo iba de negro en medio de la oscuridad, hasta la ropa interior. La camiseta era larga más bien, no se hubiera notado mucho, pero a determinada edad no se deben hacer según que cosas.

Y pensar que en el último concierto que dio Héroes del Silencio en Madrid, al que fui con mi hermana Rebeca, el Palacio de los Deportes ardía (junio del 96). Casi todas las tías optaban por quitarse la camiseta o enrollarla debajo del sujetador. Y tan fresquitas que estábamos. Os prometo que no he mirado la fecha en buscador alguno, los que me conocen saben que tengo buena memoria, que para las fechas soy implacable, y además como para no acordarme de la fecha en cuestión: suspendí el práctico del carne de conducir, pero era el último concierto que los maños daban en la capital porque el grupo dejaba de ser tal, así que el disgusto por haberme saltado aquel ceda el paso no iba a dejarme sin disfrutar de Héroes.

Volviendo al del viernes, me veía rodeada de niñas y niños que apenas sobrepasaban las dos décadas de existencia. El Desconcierto y yo éramos de los más madurito entre el público asistente. Pero eso no es óbice para que lo pasara genial, bailara, cantara como la que más y se me olvidara el tema de la mamografía. En un momento recordé con completa nitidez el último concierto de Mecano en Las Ventas, Madrid, en septiembre del 92, también antes de romper como grupo. Han pasado casi veinte años. Y veinte años es mucho, a pesar de lo que cantaba Gardel. Entonces sí, éramos de las más jovencitas entre el público asistente, mi hermana Rebe, nuestra amiga Laura y yo. Recuerdo que estábamos detrás de unos chicos que amablemente nos cedieron el sitio, porque eran unos bigardos que no debían bajar del 1’90 y como dijo uno de ellos “las chavalitas no ven con nosotros delante”. Porque eso éramos, unas chavalinas.

No puedo controlar el vértigo que, en ocasiones, me provoca el paso del tiempo. Más que el día del cumpleaños, que no me sofoca especialmente, me dan fogonazos de nostalgia de tanto en tanto y me invade una sensación agridulce de la que me hablaba una persona muy cercana hace unos días. Curiosamente, mientras escribo esta entrada (son las 23.10 horas) suena Amistades Peligrosas en una casa del bloque de enfrente. Estoy con la ventana abierta y sí, “basta ya de tanta tontería” y de ponerse ñoña, que me espera una lavadora con siete kilos de ropa de mis hijas por tender. 

Os dejo con la canción con la que Mecano cerró el concierto del que os hablaba. Entonces veía a la gente llorar, incluso a algún tío hecho y derecho, y lo atribuía a la inminente separación del grupo. Fuera de eso no lo entendía, no me tocaba, no se me ponía la carne de gallina. Era una cría, claro. Pero veinte años después la vida te hace entender, si no esta preciosa historia de un amor que no muere, seguro que otras muchas de las que hablan otras tantas canciones de esas que emocionan de verdad. 



11 respuestas a “Sobre conciertos y cosas de la edad (por Arantxa)

  1. Sí que da mucho vértigo eso de ver cómo pasan los años. Mi vida se ha dividido en antes y después de los 18. En cuanto alcancé la mayoría de edad, no me enteré de cómo pasaban los años.
    Yo también he sido siempre muy fan de «Héroes». Ayyyy, qué nostalgiaaaa. Besotes.

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  2. Yo hace siglos que no voy a un concierto, una pena.
    La clave creo que está, como ha dicho Arantxa, en encontrar «el tesoro» en cada momento vital, ese debería ser el objetivo, al final todo queda en tratar de ser feliz.

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  3. Ay, el cine y la música son de las cosas que más te hacen ser consciente del paso del tiempo… y los niños, por supuesto, que crecen a una velocidad indecente… Pero estamos estupendas y mejoramos como el buen vino, ¿verdad?

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  4. Estamos estupendas, querrás decir.
    A mi el musical también me emocionó mucho, pero claro, ya nos pilló con otra edad. En la adolescencia las cosas se sienten, sí, y parece que un fracaso amoroso te «desgarra» el alma, pero luego cuando sufres desgarros como amputaciones, entiendes de verdad lo que es el dolor. De igual forma las alegrías se viven de otra forma, más visceral. El paso del tiempo, al final, va a resultar bueno y todo.

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  5. Ay, entonces cuando sobrepases los 45 no se como te sentirás. Si es que el tiempo no se puede parar. Y tampoco es tan malo, aunque j…oroba. Lo peor es cuando se vaya perdiendo gente, ley de vida dicen. Eso no quiero ni pensarlo.
    F.

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  6. a tus 36 largas primaveras…sólo puedo decir que estás expléndida Arantxa!!

    A mí la época de MECANO me pilló muy jovencita tambien, me gustaban pero no me emocionaban, y cuando hace algunos años fui al Musical de Mecano….lloré…y lloré y me emocioné con aquellas canciones como nunca antes me había sucedido….no sé si tambien tendría algo que ver que estaba superembarazada de mi hija mayor…aunque sospecho que no, porque alli lloraba todo el mundo.

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  7. Isa, pues en general tras la llegada de El Desconcierto soy más yo, más espontánea. ¿Recuerdas el día que me empeñé en que tenía que comer esas mantecadas, con la que caía? Soy muy impulsiva y algo caprichosa, y el impulso fue ese, pero me vi mayor entre la chiquillería. Así de simple.

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  8. ¡Dios mío! Veintiún años de Marta… Y 86 de mi abuela que también los cumple hoy.

    A mí también me da vértigo constatar la velocidad con la que avanza el tiempo, pero aunque sé que hay cosas que pueden no parecer apropiadas de mi edad no soy capaz de dejar de hacerlas: yo habría acabado sin pantalones en ese concierto o con la camiseta fuera.

    Lo que me sé de memoria es ese «entre el cielo y el suelo hay algo, con tendencia a quedarse calvo…» podría recitar la letra entera, que ya entendía y me emocionaba en el 92…

    A lo mejor es que era más madura entonces que ahora 😉 quién sabe.

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