Emilia, la mamá "ladrona", y la justicia tuerta (por Arantxa)

Hoy he leído una noticia en El Mundo que me ha indignado más que la preocupante información de portada. Si no conocéis la noticia del día, os dais un paseo por ese periódico o por El País, en sus ediciones digitales, y os ponéis al tanto de lo que se cuece en Génova. A mi me ha revuelto mucho más lo que he leído aquí. Será que de la clase política ya nada me sorprende, cosas de vivir en España.

Resulta que la protagonista, Emilia Soria, hoy madre de tres criaturas, hace seis años usó una tarjeta bancaria que encontró para pagar pañales y comida para sus niñas, que entonces eran dos. Desde aquel hecho no ha vuelto a delinquir. No debería haber robado, no es ético ni moral, pero creo que por extrema necesidad sí puede ser justificable. Y mira que lo que escribo es peligroso, maldita gracia me haría a mi que mañana me robaran el carrito de la compra atiborrado de comida. Aunque el amigo de lo ajeno fuese alguna persona que lo necesitara más que mis niñas y yo. El caso es que Emilia puede acabar en la cárcel por usar la tarjeta para adquirir productos de primera necesidad.

Dice el refrán que «quien roba a un ladrón tiene 100 años de perdón», pero es muy probable que la tarjeta que usara Emilia fuera de una persona normal, no de un rico hacendado. No quiero pensar que perteneciera, por ejemplo, a alguien con una pensión no contributiva, que son irrisorias. Podría haberle destrozado el mes, económicamente.

En cualquier caso encuentro tan desproporcionada la pena impuesta para el delito del que se trata y teniendo en cuenta que lo hizo para sus hijas (¿eso es un atenuante, verdad?) que me parece hasta una tomadura de pelo. Esta misma semana el ministro de Justicia explicaba en el Congreso de los Diputados por qué ha indultado a un kamikaze que en diciembre de 2003 acabó con la vida de José Dolz, un joven de 25 años. Como conductora habitual me da miedo pensar que un día pueda cruzarme con un kamikaze, quedarme ahí, y que mi familia tuviera que digerir lo que está sufriendo la familia de José.

También yo tengo la sensación de que, como dice Emilia, «en este país, o das un palo de millones de euros o te cae todo el peso de la ley». Si yo fuera miembro del Consejo General del Poder Judicial o alguno de esos organismos de alto pedigrí jurídico, me preocuparía y mucho. Los políticos están muy mal valorados por la ciudanía (y creo que les da lo mismo). Pero la justicia no lo está mucho más, a pesar de que haya jueces a los que no les tiemble el pulso a la hora de imputar a los poderosos.

Sí hay justicia en España, aún habiendo errores en los procesos judiciales, juicios que parecen meras pantomimas y sentencias escandalosamente tibias a la hora de fijar las penas. A pesar de todo eso negar que exista justicia por estos lares -de la gratuidad que, oh, sorpresa, la justicia nunca tuvo para una gran mayoría, quizás hable otro día- es una simpleza similar a la de afirmar que no tenemos democracia. Sí, señoras y señores, al menos cada cuatro años o menos, en función de si se trata de las generales, autónomas y municipales o europeas, va, el que quiere, y deposita su voto en una urna. Id a preguntarles a los venezolanos por su democracia, ellos también votan, y entenderéis de que os hablo. Porque el hombre es el hombre y su circunstancias, y así no son iguales unas elecciones aquí que en el país caribeño o en el mundo árabe. Tenemos una democracia… mejorable.

Y sí, hay justicia, pero no es ciega. Anda tuerta la pobre. La balanza falla en ocasiones de forma dolorosamente escandalosa, y ahora me viene a la cabeza el caso Marta del Castillo. No somos ni Emilia, ni José, ni Marta, salvando las distancias entre los tres casos. Pero de igual forma que pedimos a los partidos políticos transparencia y se sale a la calle para protestar por los recortes, lo injusto no puede tolerarse y también merece indignación, firmas y marea callejera.

21 respuestas a “Emilia, la mamá "ladrona", y la justicia tuerta (por Arantxa)

  1. Con la corrupción no alucino tanto. Es inherente al poder, recordemos los últimos años de Felipe González. Ahora salpica también a la Casa Real y a la gente le choca más que lo del PP. A ver si la justicia es tal. Un beso.

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  2. Yo me alegro mucho de que le hayan conmutado la pena por trabajo social, la verdad, me parecía desproporcionado el castigo para lo que era el delito. Pero, como decís por aquí, no olvidemos que realmente es un delito, que el que perdió la tarjeta no tiene la culpa de la situación y tal vez esos doscientos euros eran lo único que tenía para pasar el mes… Lo que pasa es que, hemos llegado a un punto con esta justicia tuerta, como muy bien dices, que por comparación nada es demasiado grave. Miramos a Urdangarín, a Matas, a los del PP, a los del Psoe y que alguien robe para comer y vaya a la cárcel mientras estos chorizos siguen forrándose, nos ataca en lo más profundo… Sí, creo firmemente que cuanto más robes, menos condena, cuanto más dinero hayas conseguido, más influencias, más chanchulleo, más fácil es conseguir buenísimos abogados, pagar fianzas, pedir favores… ahora, si robas para comer, te caes con todo el equipo… No es justo, no lo es…

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  3. A mi me cabrea mucho que los delincuentes de «cuello blanco» lo tengan así de fácil.

    El dinero es la llave de muchas cosas, por desgracia. Los de abajo siempre llevan las de perder.

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  4. Claro que es un delito, pero ínfimo frente a todo lo que leemos en la prensa. Lo de la corrupción es muy grave, pero no nos sorprende, estamos bien acostumbrados desde la última etapa de Felipe Gónzalez.

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  5. No he dicho que no se la juzgue, ni que no sea delito. Pero la pena de cárcel me parece desproporcionada. Está pagando una multa, mientras otros se lo llevan muerto y no devuelven ni un céntimo.
    A otros ya se les está juzgando, por hechos gravísimos y creo que ni pisarán la cárcel ni devolverán nada. Gracias por opinar, Mi Álter Ego.

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  6. Siempre me ha alucinado mucho esa parte de nuestro sistema judicial que permite que delitos menores cumplan más pena que otros de mayor envergadura. El dinero parece ser la llave incluso para librarse de la cárcel, el que tiene pasta paga una fianza y a vivir que son dos días, no lo entiendo.

    Sobre este caso, ayer vi en el Telediario que han indultado a Emilia, me alegro.

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  7. Estoy de acuerdo con la opinion de Mi Alter Ego, un delito es un delito, pero las circunstancias que lo rodean pueden atenuar la pena. Lo que debe haber es justicia para todos, y no solo para algunos. Lo que hizo Emilia se puede justificar por sus circunstancias, pero al fin y al cabo es un delito.

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  8. Han concesido el indulto a Emilia, gesto que aplaudo.
    En cuanto algunas de las soluciones radicales que leo en opiniones de foros algunas asustan por antidemocráticas. Se acercan al comunismo o al fascismo como sistema y eso sería un horror.

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  9. Me ha encantado tu definición de la justicia tuerta. A lo mejor se me tira alguien al cuello por lo que voy a decir pero, para mí, un delito es un delito. En el caso de esta chica tiene sus atenuantes, claro está, pero sigue siendo un delito. Según lo veo, la injusticia no es que se juzgue a esta chica. La injusticia es que no se juzgue también a otros delincuentes (que merecerían penas mayores, por supuesto). Un besote!!!

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  10. Mano tendida, respuesta de la ciudadanía, solidaridad ante las injusticias.

    Una vez más las y los ciudadanos dan una respuesta que tiene un alto nivel, altura y compromiso.

    La justicia está en las manos de todos los ciudadanos, pero sobre todo los que trabajan cada día, los que cuidan a los más desfavorecidos, los que poseen manos de justicia y de lucha.

    Es el caso que hemos vivido.

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  11. me pasa lo mismo que a ti… que fíjate que todo el caso de 'los sobres de Bárcenas' y la corrupción es de una gravedad mayúscula, pero es que ya ni me sorprende… ¡qué lástima!
    Por lo demás, estoy de acuerdo contigo en que hay errores flagrantes tanto en nuestro poder ejecutivo como en el judicial que hay que luchar por solventar, pero que los maniqueísmos extremos con soflamas como que no tenemos democracia o que en este país no hay justicia ni obedecen a la verdad ni nos benefician en nada. Hay que buscar soluciones, radicales y profundas, sí, pero sin caer en el populismo kamikaze que nos puede llevar a algo peor.

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