Lo peor de mí (por Isa)

Cuando tienes hijos, una de las cosas que más entretienen a la gente a tu alrededor es buscar los parecidos biológicos de los enanos con sus padres y familiares directos. Es difícil no sucumbir a una práctica que es absolutamente generalizada y a veces es hasta divertido. «Tiene tus ojos», «la nariz es del abuelo», «mira le salen hoyitos al sonreír como a tu hermana», «los labios son claramente del padre»… este despiece físico, como si de una carnicería se tratase, es principalmente intenso cuando son bebés, que es más difícil y además cambian mucho y constantemente, lo que da más juego, pero se prolonga durante los años siguientes.

A medida que la criatura va creciendo y empiezan a emerger los rasgos de su personalidad, la búsqueda de parecidos deja de ceñirse a lo evidente y se vuelve más introspectiva: «es tranquilo como su papá», «cabezona como su madre», «perfeccionista como su tío»… y así hasta el infinito y más allá. La gente suele creer que te halagan cuando la balanza de parecidos se inclina hacia tu lado y supongo que en bastantes casos será así, pero ¿qué pasa cuando no te gusta mucho como eres? ¿qué ocurre cuando a ti lo que te hubiera gustado es que se pareciera al otro?

Cuando eres muy consciente de tus defectos, cuando llevas media vida luchando (a veces en vano) contra ellos, cuando sabes lo cuesta arriba que te lo ha puesto determinado rasgo de tu carácter, lo último que quieres es que tus hijos lo hereden, que tengan la mala suerte de sacar lo peor de ti.


10 respuestas a “Lo peor de mí (por Isa)

  1. Racionalizando las cosas es normal que hereden cosas buenas o malas… a mí lo físico me importa menos, pero preferiría que no hubiesen heredado algunos rasgos de mi carácter. En cualquier caso, perfectos no van a ser, ¿no?

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  2. En cuanto al físico nunca ha habido ningún rasgo que me preocupase en exceso que heredasen. De todas formas una de ellas no tiene nada mío en ese aspecto. En cuanto al carácter quisiera que fueran más fuertes, menos sensibles, miedosas y nerviosas que yo. Y que le den menos vueltas a todo. Pero la que es especialmente sensible es mucho más intrépida que yo y eso me gusta. Tiene un punto aventurero que me encanta. La otra es miedosa, pero más descomplicada y práctica que yo. Y eso es positivo. De todas formas, tienen mucho de su padre también.

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  3. lo más gracioso (bueno en mi caso) es cuando «discutimos» más bien argumentamos… porque como dice mi hermano. somos igualitas! respuestas parecidas, posturas parecidas, tono de voz parecido. solo que ella tiene 7 y yo 30 ja!

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  4. Muchas gracias 🙂
    Da mucha rabia cuando la genética no esquiva tus im-perfecciones y se manifiestan en tus hijos… pero tienes razón, siempre puedo ayudar a corregirlos o sobrellevarlos desde la experiencia.

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