Mis preferencias teatrales tiran a la comedia, no lo puedo evitar, me pasa igual con el cine, creo que para dramas ya tengo bastante con la realidad y me suele dar pereza sentarme delante de un escenario a pasar un mal rato. Por suerte, algunas de mis amigas gustan del melodrama y de vez en cuando no me queda más remedio que ceder en la elección de obra. Y digo por suerte, porque de lo contrario me hubiera perdido grandes representaciones como, por ejemplo, “Cinco horas con Mario”, de la mano de la gran Lola Herrero. Fuimos a verla al final de la temporada en Madrid, no me puede alegrar más. Leí el libro de Delibes hace muchos años, recordaba perfectamente la trama y sabía que la obra sería dura. Francamente, no me hacía especial ilusión. Pero me encantó, aluciné con la gran Lola, está magnifica, lo borda. Son 80 minutos de monologo. Pues ni un fallo, ni un lapsus… en fin, yo sólo soy espectadora y no tengo más idea que cualquiera, pero creo que esta obra requiere un trabajo de introspección y concentración impresionante y Lola lo borda.

Por todo lo anterior, cuando leí la siguiente noticia, me sentó francamente mal:
Un inoportuno móvil echa en Zaragoza a Lola Herrera del escenario
Me sentí fatal por la interprete, claro. La mala educación es un problema endémico que tiene complicada solución. Pero lo de no apagar el móvil cuando entras al teatro es, además de una falta de respeto, es de un egocentrismo tal, que no me entra en la cabeza. No comprendo que “se te olvide”. Si se te olvida es que no estás valorado el trabajo de los actores que tienes en frente. Mejor quédate en tu casa, ponte Netflix, te va a salir más barato y puedes estar atendiendo mensajes y llamadas sin molestar.
He leído que el perfil medio de espectador en los teatros españoles es de “mujer, de entre 25 y 44 años, soltera, sin hijos y con estudios universitarios”. Pero claro, son datos de 2004, que es lo más reciente que he encontrado… Voy con cierta frecuencia al teatro, principalmente a ver comedia, y diría, así a ojo, que el 70% del público tiene más de 50 años. Lo aporto como dato, que no siempre son los más jóvenes los más irrespetuosos, al menos en base a mi percepción. He visto de todo: teléfonos sonar, el sonidito de los mensajes al entrar en móvil ajeno, gente que se saca el picnic y actúa como si estuviese en un partido de la Super Bowl, gente que pasa media representación susurrando al de al lado… en fin, que a veces se le quitan a una las ganas de pagar 30€ o más para aguantar tanta mala educación. Y no, nos son precisamente los más jóvenes a los que les suena el móvil.
No se si hay una solución sencilla, si por mi fuera, pondría sanciones, pero claro, no es fácil de gestionar durante la dinámica de una obra de teatro, así que no sé. ¿Qué opináis? ¿Tenéis esta misma percepción o me he vuelto una cascarrabias?
Como decían en esa peli: ¡guillotina, guillotina, guillotina! https://youtu.be/Tmm454uv6vU
Fuera de broma, estoy de acuerdo con lo que proponen Crisgallar e Isa: móviles a la entrada en un casillero y, al que le suene o encienda la pantalla (que molesta tanto a actores como a público), expulsión de la sala. Claro que esto es complicado, porque se arma aún más escándalo, así que tampoco es la solución idónea. De entrada, en los cines Golem de Madrid, donde no se permite comer (tal y como se especifica al comprar la entrada), han contratado acomodadores que llaman la atención a los mastuerzos que, aun así, comen durante la peli. Y no se les cae la cara de vergüenza, no os vayáis a pensar.
Coincido con Chelo en que es falta de respeto hacia el trabajo ajeno y hacia el público y que no es en absoluto privativo de la gente joven, ni mucho menos.
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¡Qué bueno el video! «Zas! guillotina» jajajaja
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Yo confiscaría los móviles a la entrada, pondría inhibidores en las salas, expulsaría y multaría al infractor.
No puedo con las faltas de respeto.
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Lo de confiscar los móviles me parece una gran idea y además, viable. No se cómo no se lo plantean…
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Y no solo las llamadas, ni el el teatro solo. Me saca de quicio la gente que se aburre en una película y se pone a mirar el móvil, ahí con el brillo a tope. Debería conllevar expulsión inmediata
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Si, no sólo en el teatro ni en el cine, la mala educación está en todas partes.
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