El pasado lunes 4 de julio me robaron la cartera en el metro. Sin violencia, por supuesto, que ya se sabe que lo de ser carterista es todo un arte. Entre que llevaba un bolso de mano monísimo, pero con un cierre poco seguro, y que iba enfrascada leyendo una novela de Paul Auster ni me enteré.
Lo que me fastidió no era el dinero (aunque justo ese día llevaba la nada despreciable cantidad de 100 euros, más la calderilla), sino perder toda la documentación, el DNI que acababa de renovar una semana antes, el carné de conducir, las fotos de mis hijas, un sinfin de tarjetas… Ya vislumbraba una semana de tediosos trámites burocráticos, cuando el martes recibí una llamada de una mujer que decía que mi cartera había aparecido tirada en su plaza de garaje, en un parking privado. Con todas las tarjetas y las fotos de mi descendencia intactas. Por supuesto sin un céntimo de euro. Nadie se explica como había llegado la cartera hasta allí. Supongo que es lo de menos.
La verdad es que me ha llegado a conmover que Gloria y Jesús, su marido, (a los que no conocía de nada hasta este incidente) trataran de localizarme, porque hoy en día lo normal es que echen la cartera al buzón, pero nadie se tome la más mínima molestia. O que la ignoren sin más. Todos vamos con prisas, todos tenemos problemas. Ellos han tratado de conseguir mi número de móvil, y tras mucho insistir, una entidad bancaria se lo facilitó. Me decía un conocido que eso es un delito, proporcionar un número de un particular. Como si tuviera la menor importancia. Jesús ha devuelto la cartera y no ha aceptado una pequeña propina que mi enviado especial (muchas gracias a ti también, Jose) le ofreció por el gesto. Les estoy muy agradecida, y lo menos que podía hacer es mencionarles en este post.
Cuando recuperé la cartera me sentí feliz, pero un pequeño detalle me amargó el momento. Las fotos de las niñas estaban en perfecto estado, pero no todas. Las primeras ecografías de mis hijas habían desaparecido. Iban mezcladas con tarjetas de restaurantes, alguna entrada de cine, papeles varios. Supongo que el ratero buscaba billetes entre ese montón de papeles y al no encontrarlos, lo tiró sin contemplaciones. Yo llevaba a mis niñas en esas estampas, la primera imagen que tuve de su vida, y de vez en cuando me detenía a mirar esas manchas blancas sobre fondo negro. Manchas apenas descifrables para mi y tan claras para el ginecólogo que hizo esas ecografías. Y ahora no las tengo. Me pongo mohína al pensarlo. Soy una sentimental. Si están en la cama, dormidas, y disfruto ¡al fin! de un rato para mi, porque hoy es uno de esos días en los que me han dejado tan agotada y harta que dimitiría como madre. Soy una contradicción andante, ¿no?.
Arantxa, se me borró mi comentario que casi era un testamento 😦 bueno, te decía que llevo 6 días leyendo el título de tu entrada y pensé que era un incidente que sufrimos los habituales del metro 😦 Y lo leo y cómo me has conmovido. Encuentro un agradecimiento a quienes te devolvieron la cartera con tus cosas personales y un lamento por las fotos perdidas de tus hijas… en estos casos, solo puedes mirar al presente y ser feliz por tener a tu prole contigo… el pasado ya no se puede modificar y aunque te duela, afortunadamente nuestro cerebro nos hace recordar todo aquello que amamos. Siento lo de las ecografías, pero por favor no sufras… y por cierto, de contradictoria nada. A veces nuestros hijos tiran de más energía de la que tenemos y sería genial poder dimitir (aunque fuese un ratito). Un beso y muchos ánimos.
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Si es que nos estamos volviendo unos descreidos… claro que hay gente buena por el mundo, y yo creo que en mayor número que la mala, pero este último grupo se hace notar más. Me alegro de que no hayas tenido que hacer papeleos, porque es un verdadero rollo y quebradero de cabeza.
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Gracias por vuestras opiniones, a pesar del calor y las vacaciones veo que aún tenemos lector@s. Por supuesto que estoy encantada de haber recuperado la cartera con la documentación, pero lo de las ecografías fue una punzada. Y no creo que las pueda conseguir, pues las hicieron en un centro médico privado que cerró. Pero como dice Alberto me quedaré con lo bueno de todo esto. Un beso a tod@s.
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Que mal lo de las ecografías pero hay que ver el vaso medio lleno y felicitar a Gloria y Jesús que te devolvieran tus documentos porque aunque debería ser la regla, infortunadamente es una excepción…
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Suelo ir en el metro agarrando el bolso como si llevara dentro yo qué sé… y es que pensar en renovar tarjetas, DNIs y demás asuntos me pone mala. Algún día me tocará, con lo que uso yo el transporte público, es cuestión de tiempo y te entiendo, en esos momentos en lo último que piensas en el dinero.
Me alegro que la recuperaras, todavía hay buena gente en este mundo
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El ser humano es una continua contradicción. Bien y mal, amor y odio, calma y tempestad, ternura y pasión… El blanco necesita del negro para existir como nosotros necesitamos las cosas malas para poder disfrutar mejor de las buenas. ¡Quédate con éstas últimas!
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pues que majos de verdad. Aunque yo hice lo mismo una vez y resulta que el tipejo que le devolví la cartera con dinero y todo (seguro que le cayó) me dice en mi cara que él pensaba que llevaba más dinero… Casi le escupo!
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Aun queda gente buena por el mundo… a pesar de las prisas. Me alegro que no tengas que volver a hacer miles de gestiones burocráticas, pero a mi tambien me habría amargado perder las ecografías, jeje. (yo tambien debo ser una sentimental)
se me ocurre, que quiza el gine pueda darte una copia no? eso no se queda grabado en el ordenador? o en tu historia clínica? No se, por intentarlo…
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Vaya!
qué pena lo de las ecografías 😦
yo soy 'enemiga de lo ajeno' como el disco de El Último de la Fila, y nunca se me ocurriría no ya robar si no quedarme con algo que no me pertenece, aunque me lo haya encontrado.
Hace mucho tiempo que no me roban nada (toco madera), aunque tuve una racha de infortunio en en la que los cacos se cebaron conmigo y en más de una ocasión la cartera sustraida volvió a mí sin dinero pero intacta… al final hay más gente buena de lo que una piensa…
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Jo, lo siento muchísimo. Hay cosas que tienen un alto valor sentimental… pero, bueno, al menos no has tenido que hacer todos los trámites de nuevo, algo es algo. Besos.
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