El mundo digital: cuestión de dedos (por Isa)

Del blog ‘Cuando los dedos cobran vida’
Cuando tenía 8 años mi padre se empeñó en que aprendiera a tocar la guitarra. Mientras todas las niñas de mi edad jugaban a la goma en la calle o a las barbies en casa y se concentraban en los preparativos para hacer la primera comunión, yo cargaba con una guitarra española hasta la casa de mi profe tres veces en semana. Así son mis padres: geniales y diferentes. Pero yo no era ni genial ni diferente. Quería jugar a la goma y con las barbies, y sobre todo quería vestirme de princesa para hacer la comunión -por mucho que ahora me alegre de no haberla hecho-. Al final, dejé las clases de guitarra: Me dolían los dedos.
Ahora me arrepiento de no haber seguido con la guitarra, entre otras cosas porque sigo teniendo los dedos doloridos y algunos hasta deformados pero no por practicar el manejo de un instrumento musical si no por otra vocación más intensa. La mía. La escritura, o más bien la comunicación escrita -un término feucho, técnico, pero más preciso y menos pretencioso-. Yo escribo mucho, continuamente y desde hace tiempo. Es más, escribo más que hablo. El dedo corazón de mi mano derecha sabe perfectamente a qué me refiero. Es el más largo, torcido, con la uña deformada y una dureza horrible en el lado que linda con su hermano índice. Pero pese a ello, es mi dedo favorito… y últimamente lo tengo abandonado.

Cartel de un curso de escritura creativa emocional en Barcelona
El trazo de mis palabras escritas siempre ha sido profundo. Desde que aprendí caligrafía con los antiguos cuadernillos de Rubio con aquellos lápices de amarillos y negros de Staedler nº 2 que tan bien olían a madera cuando les sacabas punta, el grosor de mis garabatos en el papel era intenso, de los que costaba borrar, de los que siempre quedaba un vestigio en bajo relieve de lo escrito. Cuando me pasé al boli bic seguí en las mismas. La de bolígrafos que se me habrán destintado sobre el papel por mi intensidad al escribir… la presión era tanta que mi dedo corazón sufrió las consecuencias y acabo deformado de por vida, en recuerdo a la caligrafía… Esa caligrafía al borde de la extinción.
Ahora que ya casi nunca se escribe a mano, mis dedos no han dejado de ser imprescindibles. A través de los teclados inundan de palabras los mails, documentos, blogs, webs, tweets y mensajitos de todo tipo. Mi transición por la máquina de escribir -ese artílugio del Pleistoceno– fue breve pero definitiva pues condicionó mi tecleo haciéndolo mucho más enérgico de lo necesario. Un tecleo que se oye siempre, que acompaña mis días como una banda sonora bizarra. Y es que no exagero si digo que puedo pasarme horas sin abrir la boca, pero sin dejar de comunicarme en ningún momento… si no fuera por los besos tendría miedo a perder musculatura en la lengua.
Os dejo con un guiño, un cortometraje que está haciendo furor en internet sobre los peligros de la comunicación digital y su última moda, el Whatsapp. Yo me voy a aplicar el cuento y a bajar la frecuencia del uso de mis dedos sobre el tecladito de la Blackberry para practicar más la comunicación verbal… no vaya a ser que al final, me quede sin los besos:


14 respuestas a “El mundo digital: cuestión de dedos (por Isa)

  1. Pues parece que es un mal bastante extendido entre los escribientes… y absolutamente generalizado entre las im-perfectas.
    Me alegro de que sigas manteniendo la costumbre de escribir a mano… Práctico no es, pero no creo que seas rústica, si no más bien romántica 🙂

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  2. Ja,ja,ja… pensaba que era yo la única con el callo en ese dedo… A mí me encanta tenerlo, eso significa que he escribo bastante, con lo que a mí me gusta. Yo tengo que decir que sigo escribiendo bastante «digitalmente», ahora estoy haciendo un curso on-line y me hago mis resúmenes, mis esquemas… ya sé que en ordenador tardaría menos y sería más fácil, pero oye, que yo debo ser muy rústica, que me encanta escribir a mano…

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  3. Me alegro que te haya gustado mi entrada, Pilar.

    A mí también me cuesta cada vez más escribir a mano y mis garabatos poco se parecen a las letras que aprendí a trazar en el colegio… algo que me preocupa, así que claro que me creo tu terapia. Es más, el título inicial de este post era 'Caligrafía: en extinción' pero las palabras me fueron alejando del tema a medida que brotaban de mis dedos para acabar como está.

    Gracias por tu comentario. No dejes de cuidar tu corazón. ¡Un beso!

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  4. Me ha gustado mucho tu entrada por lo mucho que me he visto identificada en ella. Mi dedo corazón poco a poco ha uido curándose y llevo unos días dándome cuenta de que estoy perdiendo la destreza de escribir a mano… sí, es significativo. Ahora que vuelvo a escribir muchísimo, que vuelvo a comunicarme a través de textos, que vuelvo a plasmar la realidad mediante la comunicación escrita… las nuevas tecnologías han desbancado al boli bic.
    No te lo creerás pero estoy haciendo terapia y me obligo a escribir notas y pequeños textos a mano, no puedo perder mis raíces… a pesar de los avances tecnológicos.
    ¡Ah! Y me alegra que nos preocupe tanto el corazón a todas, si fuera más común esta preocupación seguro que nos iría mucho mejor… 🙂
    Pilar

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  5. jejeje me alegro de ser de las que reciben cada año esas postales navideñas que te hacen rememorar el callo de escritora 🙂

    Bienvenida al mundo del whatsapp (o no)… ya verás como se va ampliando ese circulo de contactos.

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  6. El post me ha hecho prestarle atención a mi dedo corazón de la mano derecha. Tiene callo, pero se ha suavizado, y mucho, con la edad. A mano escribo poco ya, alguna felicitación navideña, alguna carta que el destinatario recibe en mano, ni siquiera va al buzón. Los carteros tienen mucho menos trabajo en estos tiempos.
    Acabo de aterrizar en Whatsapp y la verdad es que muchos de mis contactos no lo tienen. No son tantos los devotos de lo digital como pudiera parecer. Y no sé si lucirán un callo pronunciado o no.

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  7. Qué ilusión leerte por aquí también, Beronikes!

    Me alegro mucho de que te haya gustado el post. Los apasionados por las palabras podremos tener callos en los dedos, pero el corazón lo tenemos bien entrenado y perfectamente cuidado 🙂

    Como escribimos, nos leemos… espero verte por aquí de vez en cuando.

    Besos mil

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  8. Cuando yo era pequeña, también se me deformó el dedo corazón, y me dolía. Después descubrí que cogía mal el lapicero y me busqué un truco para salvar mi corazón, siempre busco trucos para salvar mi corazón, jaja. Hoy por hoy, cuando escribo más allá de 140 caracteres, siempre uso bolígrafo, y tengo cuadernos por todas partes. Nunca fuí muy habladora, es una pena.

    Me ha encantado el post, especialmente los 8 años, me ha sugerido muchas cosas. Espero que no abandones la comunicación digital, si no, no podría leerte, y que tampoco pierdas la verbal, y mucho menos los besos.

    Un abrazo.

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