Basura (por Isa)

Una de las polémicas fotos de Samuel Aranda para el NY Times

Últimamente no me vienen a la cabeza más que tristezas y anécdotas furibundas… ¿Una mala racha anímica? Puede ser. Probablemente se me pasará cuando menos me lo espere. Pero de momento es lo que hay, y lo que observo a mi alrededor no me ayuda a elevar el espíritu con optimismo.

La vida de ha convertido en algo duro, complicado y poco gratificante para la mayoría de mis congéneres. De los que me rodean, hay unos cuantos que no tienen trabajo y están frustrados y angustiados ante una perspectiva muy poco esperanzadora. Los que sí tenemos trabajo hemos ido asistiendo poco a poco a un empeoramiento de las condiciones laborales. Jornadas más largas, por menos dinero, comidas a base de tupper, largos periplos en medios de transporte público a densas reuniones… Y sin podernos quejar, ¡que tenemos trabajo!

Nada de lo que cuento es nuevo, ya lo hemos hablado aquí más veces… El problema es que lejos de percibir la luz al final del túnel, lo que se atisba es un pozo profundo y negro. Cada vez más familias al borde del colapso, cada vez más gente necesitada de ayuda, fuera de los circuitos del bienestar social que debería protegernos, por el que tanto lucharon mis padres y por el que llevo pagando desde que empecé a trabajar hace casi 20 años.

En uno de los parques infantiles que suelo frecuentar con mi hijo coincido con otras madres y padres. Ella y sus niñas me llamaron la atención desde el primer día. Por diferentes. Diferentes a mí. En un barrio de modernillos y profesionales liberales, de hippies 3.0, esta madre y sus dos hijas de seis y cuatro años suponen una inmersión en la realidad, en la España profunda. Resultaban estrafalarias de puro normales. Una mujer joven con un sueldo del montón por un trabajo como el de la mayoría de los ciudadanos, lo suficiente para poder vivir dignamente aunque sin aspavientos… Al menos hasta ahora.

La semana pasada las ví a las tres junto al contenedor del Dia, revisando la fechas de caducidad de los lácteos y el estado de la fruta envasada, con la naturalidad de quien hace la compra semanal. Bajé la mirada, abochornada y confusa, y me hice la loca. Como si ignorar la inmundicia, me eximiera de respirarla, como si la borrase. Pero la verdad es que, desde entonces, en mi cabeza no para de agolparse la basura.


17 respuestas a “Basura (por Isa)

  1. Pues sí, Ana…cada vez es más frecuente. El último dato del paro es devastador. Yo también creo que esto no se va a solucionar de forma pacífica porque la gente está cada vez más desesperada y la desesperación no tienen límites.

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  2. Triste, tristisimo, y por desgracia, cada vez más habitual en nuestro país… Esto no puede seguir así, supongo que por algún lado estallará la cosa porque una sociedad que se empobrece día a día es como una persona a la que acorralas y ya no tiene nada que perder, se vuelve muy peligrosa…

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  3. Gracias, Arantxa. Te doy toda la razón: lo más inquietante de esta crisis es como está tocando a los que nos creíamos intocables, y es cierto que los que peor están son los que estaban mal antes.

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  4. Qué historia tan triste, Isa… Estas cosas tienen que ser mucho más fuertes cuando las ves en alguien que has conocido. Es como una bofetada de realidad en la cara… Esperemos que mejore la situación de esta chica. Un beso grande!!!!

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  5. No me extraña que no se te borre de la cabeza, si cuando ves gente extraña haciéndolo se te encoje el corazón, con alguien conocido, aunque sea de vista y de coincidir en el parque, pues peor.

    Personalmente creo que si me viera en una situación de necesidad así, no llevaría a mis hijas conmigo.

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  6. Me ha gustado mucho el post denuncia.

    Me gustaría hacer un primer comentario en alusión al de Rosa. Comparar lo desagradable que es el ambiente de consumismo de los centros comerciales con situaciones como la de la imagen no me parece muy afortunado. Desde luego prefiero estar en el cine que buscando en los cubos de basura. Y las familias que tienen que buscar en los cubos de basura se cambiarían por las otras familias que van al cine con los ojos cerrados, no lo dudes. Si hago este comentario es porque colaboro con una entidad que ayuda a paliar la pobreza y la exclusión social y lo que se palpa es espantoso y el adjetivo triste se queda corto.

    Los centros comerciales me agobian, pero no siento tristeza alguna por las familias que los disfrutan. Yo voy alguna vez, soy consumista pues. Y espero no tener que buscar nunca en los cubos.

    El problema de esta crisis es que salpica a las clases medias. Cuando solo era a las bajas no pasaba nada, el mundo seguía girando más o menos tranquilo. Pero no hay que olvidar que los más exluidos ahora, los más pobres ahora, siguen siendo lo más exluidos y pobres de antes de la crisis, como ha dicho el secretario general de Cáritas española, Sebastián Mora.

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  7. Pues sí, muy duro… y complejo de gestionar. ¿En qué momento te diriges a ella y le dices «oye, la semana pasada te ví rebuscando en la basura»? ¿en el parque? ¿delante del resto? No sé hasta que punto me corresponde ese grado de intromisión… ¿con qué fin?

    Por otro lado, España -como el resto del mundo occidental- es un país consumista, y la verdad es que por mucho que a mí me pueda desagradar el ambiente de un centro comercial no creo que sean situaciones equiparables. Personalmente no me produce tristeza ver a una familia en el cine comiendo palomitas. Al revés. Ojalá la familia de mi post pueda disfrutar de una escenario así cuanto antes.

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  8. Que duro!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Creo que no podría vivir sin hablar con esa madre. No podrías interesarte???…

    Por otro lado, hay algo en la España esta profunda que nos ha tocado vivir, que no entiendo. Que me desconcierta profundamente. La semana pasada invitaron a mis hijos al cine. Hacía mucho tiempo que no íbamos (creo que mas o menos un año) y sí, fuimos. El caso es que me sorprendió desagradablemente el ambiente del centro comercial…. Me quedé muy impresionada, creo que tanto como tú, al ver a esa familia: el centro comercial estaba abarrotado ( lleno es decir poco) de gente muy joven. Todo estaba lleno: el cine, el puesto de helados, las cafeterías, las chuches, la bolera, tooooodo. Era un consumismo que hería la sensibilidad de cualquiera.

    Me dio la impresión de estar en otro país que no me correspondía. ¿Cómo es posible esto????? . Cómo se puede conjugar una cosa(una familia comiendo de lo que encuentra en los contenedores) con la otra (la gente joven disfrutando a tope de la marcha consumista??????????.).

    Cada día entiendo menos.

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