Ya hemos dicho aquí varias veces que tenemos unos representantes políticos lamentables, que lejos de representarnos nos avergüenzan en público, que insultan nuestra inteligencia y que nos engañan vilmente sin despeinarse, sin sentir la necesidad de disculparse y sin el más mínimo sentido autocrítico. En esto, y sin que sirva de precedente, creo que todas las im-perfectas estamos de acuerdo.
Pero yo ya empiezo a estar harta del discurso victimista al que nos asimos como a una tabla de salvación, o más bien como a una manta calentita para eludir saltar de la cama por la mañana. Por favor, que nadie vaya a interpretar este comedido ‘mea culpa’ como una identificación con la falacia de que «hemos vivido por encima de nuestras posibilidades». Para nada. Esa sentencia me indigna como pocas. Los ciudadanos de a pie no nos hemos metido en esta crisis, nos han estafado -y lo siguen haciendo- y sobre todo nos han gestionado fatal (la mayor parte de las veces en su propio beneficio). Pero no se puede pensar que uno no tiene responsabilidad individual en lo que acontece, en las cosas que pasan, en lo que nos atañe a todos.
Qué fácil es echarle la culpa a los políticos por chorizos, a los empresarios por buitres chupa-sangres, los funcionarios por vagos parásitos, a los sindicatos por anquilosados e ineficaces… ¿y el electorado? ¿no tiene la culpa de nada? ¿Y la ciudadanía cobarde y asentada, anestesiada y aturdida?
Antes de que Arturo Pérez-Reverte se despachara en el programa de Jordi Évole, Salvados, el domingo pasado, vomitando todo lo que piensa sobre la inacción y el descrédito de la población española, he de reconocer que mi sentimiento patrótico hace tiempo que estaba maltrecho por esa razón. Si no lo habéis visto, os recomiendo que veáis el programa. Es interesante, independientemente de que estés de acuerdo con él o no o de que el escritor te caiga mejor o peor -a mí de hecho me cae bastante mal-.
Yo soy menos pesimista que Pérez-Reverte, pero coincido bastante con él en la visión de cómo nos manejamos los españoles en situaciones de vulneración de derechos por parte de nuestros gobernantes. Y también comparto con él que la única solución es la educación, la formación, un cambio radical en nuestra concepción ética y cívica masticada, engullida y digerida durante siglos.
Porque no nos engañemos, somos muy de protestar a voz en grito en el bar (ahora se traduce el escupir improperios en Twitter), y quedarnos tan campantes con ese desahogo, como un eyaculador precoz que se conforma con ese estertor ficticio, como ese pecador cristiano que después de liarla parda sale del confesionario limpio de todo mal, con la cabeza alta y una sonrisa de oreja a oreja. Con la conciencia tranquila.
Está claro que los que menos sentimiento de culpa tienen son los máximos responsables, quienes nos gobiernan y quienes se enriquecen a costa del resto, pero eso no nos exime de responsabilidad al resto que de alguna manera renunciamos a forzar un cambio en el rumbo de las cosas. Eso es lo que yo llamo tener conciencia. Y la verdad es que no tiene nada que ver con la huelga, en realidad, sino de asumir la responsabilidad. Luego ya cada uno que actúe en función de su propio criterio y con las herramientas (y energías) a su disposición. La huelga es una opción respetable desde mi punto de vista, aunque no la única. Respecto a esta última, contra la Ley Wert y los recortes, yo hice ambas cosas: no llevar a mi hijo al colegio e ir a la manifestación, en un ejercicio de coherencia con mis principio. No sé si sirvió de algo o no, pero mi conciencia se quedó un poco menos intranquila.
Me gustaMe gusta
Chelo, muy bien expresado. Yo confieso que nunca he hecho huelga por motivo alguno, es más, mis hijas fueron al colegio el día de la huelga en la educación pública… porque las llevé, las criaturas no deciden, igual que los que se quedaron en casa, es cosa de los padres y cero cargo de conciencia.
Me gustaMe gusta
Los que no deberían tener la conciencia tranquila son todos los personajes que se han dedicado a robar y robar durante los años de bonanza y en gran medida nos han metido en toda esta mierda. Si los que debían hacerlo hubieran gestionado bien los recursos no estaríamos recortando ahora. Por desgracia, los chorizos deben tener un concepto muy mermado de la ética y seguro que duermen a pierna suelta.
En cuanto a lo del discurso victimista, yo hace tiempo que me cansé también, pero realmente creo que hay mucha gente que no puede o no sabe hacer otra cosa, hay cada situación que es para ir de víctima y más allá…
En cuanto a las huelgas y manifestaciones , son un derecho que tenemos y el que quiera que lo ejerza, yo tengo la conciencia muy tranquila y hace siglos que no practico ni una ni otra.
Me gustaMe gusta
😉 sabía que a ti te iba a picar más el artículo en cuestión…
Me gustaMe gusta
Patina, patina, pero todos lo hacemos. Marías me gusta mucho como escritor, pero me repele un poco. Como eres, que a Manu también le cae bien y no le has dicho nada, ja, ja.
Me gustaMe gusta
Pues hoy está dando vueltas por la red este artículo suyo de 2007 en el que se cubre de gloria y en el que, por cierto también salpica a tu admirado Javier Marías: http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/156/mujeres-como-las-de-antes/
Me gustaMe gusta
Pues sólo añadir que hay cristianos que se autoengañan, los habrá, como gente de izquierdas o de derechas que se cree que con la manifestación o ayudar en el comedor social basta. Por eso, por no tener cargo de conciencia, como se dice en el post.
Y, de verdad, si la gente no sabe lo qué quiere al menos sabrán lo que no quieren… Por ahí se empieza.
A mi también me cae bien Pérez Reverte y eso que dijo de que estamos deseando salir de la crisi para vivir como antes es lo que le ocurre al 90% de la gente.
Corto, que esto es eterno.
Besos
Me gustaMe gusta
Pues ni bien ni mal… El efecto multiplicador de las Redes Sociales hace que los mensajes lleguen a más gente. Pero no hay tanta gente en Twitter, y muchos están para hablar de otras cosas.
Es legítimo querer vivir bien, pero con control de la situación… Tenemos que ser ciudadanos completos, responsables y no tutelados, que es a lo que estamos acostumbrados, a que decidan por nosotros.
Me gustaMe gusta
Yo creo que la acción local funciona, y muy bien. Soy una defensora del asocianismo y creo que es la única vía. Esa y la educación, que van de la mano… porque todo lo que se haga deja un poso en aquél con el que interactuas. Predicar con el ejemplo, que se dice.
Pero discrepo en tus dos últimas opiniones:
Hay mucho cristiano que se autoengaña con satisfacción. Conozco bastantes.
Y creo que no todos los que votan quieren que las cosas sigan igual… solo que no saben qué hacer para cambiarlo, ni tampoco saben muy bien lo que quieren. Hay un analfabetismo ético y cívico galopante en este país.
Me gustaMe gusta
No sé hasta qué punto Twitter ha hecho bien o mal… Se nos va la fuerza por la boca, pero a la hora de la verdad pocos son los que pasan (pasamos) a la acción. Y cierto, Pérez Reverte (a mí sí me cae bine) lo definió a la perfección: estamos deseando salir de la crisis para volver a cometer los mismos errores de antes…
Me gustaMe gusta
En relación a lo que decía Pérez Reverte, comentaba que la acción local está bien pero expuso algo así como «si un día este barrio arde, arderá aislado». Pensé mucho en esa frase.
Pues arderá, pero las acciones concretas dan sus frutos aunque sea un año y medio después. Hemos conseguido que el ayuntamiento arregle los baños de niños del colegio y hace tanto que estuvimos moviéndolo que lo dimos por perdido. Que se supone que a mi, que tengo niñas, me tenía que dar lo mismo -ojo, porque hay gente que piensa así-, pero no. Y lo hemos logrado.
Yo no creo más que en ese tipo de movimiento, de verdad. Llamadme descreída, pero se consigue algo, tangible. A gran escala no sé cómo se puede actuar. A nivel local los ciudadanos sí pueden, en su círculo cercano, claro.
El otro día echando la firma nº n en contra de la nueva ley de Educación le dije a la chica, «¿tú crees que así se logra algo?». No, porque cuando el que gobierna lo hace en mayoría absoluta el sistema se lo permite.
Yo no intento tomar cartas en el asunto, a gran escala no. Y apenas conozco alguien que lo haga. Sí, las manifestaciones, las firmas. Pero lo comentaba con una compañera que está tres días a la semana con una ONG de la que mi hermana es socia «cuando hay que emplear parte del tiempo o rascarse el bolsillo, el que pueda, la gente mira a otro lado».
Al pecador cristiano que salga así del confesionario le valdrá de… nada, bien lo sabe.
Y en cuanto al electorado son muchos, millones, con los que sus votos respaldan y respaldarán de aquí a dos años el sistema, ya voten a uno u otro. Por tanto, son muchos los que desean que la vida siga igual.
Me gustaMe gusta
Me da rabia que no reclamemos lo que nos coresponde con más vehemencia donde se pueda conseguir algo… ¡Otro beso para ti!
Me gustaMe gusta
Pues es algo muy cierto. La verdad es que somos de blasfemar en arameo en nuestro círculo familiar o de amistades pero son pocas las personas que realmente intentan tomar cartas en el asunto (y me excluyo de este último grupo). Una pena, sí. Un besote.
Me gustaMe gusta