No hay amor por seguridad ciudadana (por Vega)


Imagen de ignacionovo.com
Canta Santi Balmés que está mal romper las ventanas de un bloque para encontrarla y decirle que no habrá más reproches. Quizá lo que no sabe es que con el texto aprobado esta semana en el Congreso de los Diputados, el guardia de seguridad del edificio podría detenerle e incluso perseguirle para darle caza calle abajo, aunque estuviera lanzando las chinitas desde fuera de la finca.
 
Dice Balmés, en la que es ya una de mis canciones favoritas, que esperaría bajo esa ventana con 200 sonámbulos que silban de miedo, flautistas morenos y seis timbaleros. No sabe, el pobre Santi, que si no ha recibido el visto bueno de la delegación del Gobierno, eso sería una manifestación no autorizada que si además, dificultase algún servicio público, se consideraría una infracción grave y podría costarle hasta 600.000 euros de multa. No importaría que se hubieran juntado por casualidad, que les hubiera invitado por correo, por whatsapp o en su cuenta de Twitter: Es por el bien de la seguridad ciudadana.
 
Si mi querido cantante tuviera el infortunio de que su amante fuese vecina de algún cargo público, aunque fuera uno de esos mindundis que sólo acuden a los plenos para votar lo que dicta el portavoz, podría entenderse que en vez de amor, es un escrache. La caja registradora vuelve a sonar, acompañando a los sonámbulos de Santi.
 
Por suerte, vive en Barcelona, así que es muy probable que ella lo haga también. Si la sonata la diera en Madrid, tendría más problemas: aquí sólo son bienvenidos los músicos callejeros que han superado un casting a cambio de un sello que les permita dejarse los dedos en los trastes para recoger cuatro monedas en Callao bajo el frío de enero. Y eso, por no hablar de que muchos son flautistas morenos, que si no están bronceados del sol sino de la raza, tendrán que soplar con el permiso de residencia pegado en la frente. Oh vaya, ¿Que no lo tienen porque son artistas sin contrato fijo ni posibilidad de conseguirlo? Pues con la ley de seguridad ciudadana podrán echarles del país, previo paso por uno de los nueve Centros de Internamiento de Extranjeros, esos agujeros oscuros de nuestra democracia que tienen todos los inconvenientes de una cárcel y ninguna de sus ventajas. Los músicos son gente sensible. Quizá alguno no lo aguante y se suicide.
 
También hay dos mancos y espectros de noche que encontró en la ciudad. Con lo buena gente que es, seguro que son dos pobres chavales que acabaron mutilados por las cuchillas que no cortan en la valla de Melilla y decidió acogerles en la banda. Espero que no le acusen de un delito de inmigración ilegal aplicando estrictamente la ley de extranjería. Hace frío en los calabozos en esta época del año.
 
En cuanto a los espectros, bueno, digamos que están mejor con él que apostados en la puerta de un Mercadona. No lo digo yo, ni lo dice Love of Lesbian. Eso es patrimonio intelectual de la alcaldesa, doña Ana Botella.
 
Entre los 200 hay un anormal con un digediroo negro mal ventilado que podría pasar por arma. Suma y sigue. Si forzamos un poquito… La frase Que bajen tus labios y me callen. Si no, empezaremos a silbar, podría costarle otro disgusto: ¿es esa una solicitud de servicios sexuales realizada en un espacio público de libre acceso para menores de edad? ¿Y qué hay de esos Incendios de nieve y calor que proclama Santi por si alguien aún duerme? ¿Serán perseguidos por alteración grave de la seguridad ciudadana? 
Balmés, amigo, estás acabado.
 
Supera esto, no serás capaz dice la canción una y otra vez. Supera esto, no serás capaz.
 
La cuestión es, ¿seremos capaces de superarlo nosotros?
 
NOTA: El Blog de Vega es Cortado para llevar. No dejéis de visitarlo 😉

7 respuestas a “No hay amor por seguridad ciudadana (por Vega)

  1. stoy trillando tanto a LOL que en mi cabeza son ya de la familia, casi como Pucho and friends 😉

    Chelo, no me extraña, es un texto friki donde los haya. La próxima vez que me invitéis al vecindario prometo más coherencia 😉
    Isa, tienes razón, una cosa es regular y otra perseguir hasta asfixiar. Va a llegar un punto en este país en el que no se hable de política en los bares por miedo a ser perseguido. Un momento, eso no pasó antes??
    Nos dicen que es por nosotros, por nuestra seguridad. No sé a vosotras, pero a mí me da más miedo la colección de normas que sus posibles infractores (quién iba a temer a Santi Balmés?). Ese miedo es el que me hace sentir insegura.

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  2. Vega, he de confesar que me ha costado hilar tu texto, pero una vez puesto en su sitio (en mi cabeza, digo) tengo que decir que me ha pasado como a Mi Later Ego, se me han puesto los pelos como escarpias, qué asco de políticos. Opino como Isa, hacen falta normas porque hay mucha gente cuya ética o falta de la misma nos llevarían al caos sin ellas, pero de ahí a perder terreno ganado, nunca!
    Gracias por la colaboración!
    Beso!

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  3. No es solo que esté todo reglado, es que e delictivo. Yo no tengo nada en contra de las normas, aunque los excesos no molan nunca. Que haya reglas de convivencia viene bien, sirven para educar a los rezagados en ética y empatía, claves para la vida en sociedad… Pero esto que nos va a hacer tragar esta gente es un retroceso innecesario en los derechos adquiridos por nuestros padres (y abuelos).
    Por cierto, mucho mejor Love Of Lesbian que Pucho y compañía 😉

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  4. En mi casa, cuando se hablaba de la época de Franco, mis padres comentaban un montón de aspectos del tema horrorizados. Pero lo que más claramente se me quedó en la mente fue el recuerdo de ambos de cuando no se podían reunir más de tres en la calle porque podía venir la policía y tomarlo como una reunión. O escuchar a mi madre decir que mi abuela temblaba cuando mi abuelo sintonizaba «La Pirinaica» para oír a La Pasionaria por si algún vecino les escuchaba y les denunciaban…

    ¿Alguien me puede asegurar que, al paso que vamos, no tendemos de nuevo a una dictadura? Es horrible lo que está pasando y es horrible lo pasivos que somos…

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  5. Muchas de estas normas no son nuevas, llevan años en nuestro sistema jurídico, impulsadas por los gobiernos que nosotros hemos votado. Quizá por desconocimiento ahora se convierten en noticia. Quizá es que ahora que vemos la penuria en nuestros propios vecindarios y que sentimos la indignación sentados en nuestros propios sofás, nos parecen más cuestionables.
    Esto no es más que una parodia de lo que sucede cuando algunas de esas normas confluyen en una situación que nos parece tan loca como heroica retratada en una canción. Con el argumentario adecuado, cada una de ellas tiene su razón de ser y hasta el aval del sentido común.

    Para mi, la cuestión de fondo es: hasta qué punto es deseable vivir en un lugar donde todo, absolutamente todo, está tan reglado?

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  6. Llega un momento en que de tanto sufrir palos, la piel amoratada deja de percibir en dolor. Eso es lo que le está pasando a nuestra sociedad, que tras el paro y las penurias económicas, los recortes sociales a la Sanidad y a la Educación que merman nuestro precario estado de bienestar, vienen los recortes en libertades y en derechos humanos… y sí, pica, escuece, pero estamos tan anestesiados por nuestro propio dolor que y ni sentimos. Solo padecemos.

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