Acabo de llegar después de una ruta en coche que empecé el viernes a la salida del trabajo y que me ha llevado hasta la Bretaña francesa, pasando de vuelta por Barcelona; es decir, una jartá de kilómetros, y la verdad es que ahora mismo me cargaría al creativo iluminao que ideó la dichosa frasecita para promocionar BMW.
Estoy reventada. Me duele el cuello, la espalda, los ojos, las manos, los brazos de sujetar el volante… Supongo que, sobre todo en esto último, influye que mi coche sea ya una tartanilla de casi quince años a la que no solo le tiembla el volante cuando alcanzas los 120 km/h sino que toda su carcasa se agita descontroladamente como si en cualquier momento fuera a entrar en erupción… pero qué le vamos a hacer. Es mi primer coche y tantos años conmigo la verdad es que se le coge cariño al bicho. Yo a mi coche lo quiero. Cuando me hace alguna putada me cabreo, pero luego en seguida hacemos las paces y tan contentos
Yo creo que de todo el trayecto, lo que peor he llevado ha sido el contraste. Sí, sí, el contraste: del fresco primaveral a la torraera insoportable, del verde frondoso al amarillo estepario, de la limpieza impoluta al chapucerismo guarril… Vamos, lo que es el contraste. Y mira, que yo soy muy española, que a mi los gabachos me la traen al fresco, ellos y sus fresas… Pero es que el contraste duele.
En Francia, las carreteras son perfectas. Asfaltadas perfectamente, señalizadas perfectamente, con áreas de servicio y gasolineras tan perfectas que parecen hechas para ir de picnic a propósito, y, claro está, con sus perfectos y extremadamente caros peajes también, eso es cierto. La verdad es que circulando por Gabacholandia, hasta en mi tartana me sentía tocada por un halo de glamour, tanto, que me entraban ganas de sacar el bracito y hacer el memo como en el puñetero anuncio…
Pero después de una buena juerga siempre llega la resaca, y así es como me ha caído a mi la ansiada vuelta a la patria. Carreteras mal señalizadas en las que hasta el GPS se lía, asfaltadas por Pepe Gotera montado en un burro, llenas de socavones, donde las únicas áreas de servicio se reducen al bar ‘Manolo, ponme un chato (que no un Chateau) y dame un palillo’… vaya, lo de siempre.
Por si fuera poco, hoy, en plena operación salida de tráfico por las vacaciones estivales, a Fomento le da por arreglar las autovías y carreteras nacionales, cortando carriles, desviando a los conductores aturdidos por el calor y aumentando los ya de por sí desagradables atascos. ¿A quién se le ocurre?
En fin, que no sé si me gusta conducir y debería, después de lo que me costó sacarme el carné… pero eso ya es otra historia.
Gates: por carretera es más fácil 😉
Sara, a mi me encanta cómo conduces.
Anónimo, habrá que aprender de los franceses…
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Tienes razón Isa. En Francia, da gusto conducir por esas carreteras con trazados perfectos. No como en España… Una pena
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A mi conducirme encanta, no me gustan los atadcos madrileños como a nadie, pero me encanta conducir.
No me deja poner mi nombre, soy Sara, tu sister.
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A mi ya no es que no me guste, es que realmente lo paso mal y sobre todo por carretera a mi lo que me gusta es conducir por ciudad, aunque el resto de la humanidad se empeñe y me repita una y otra vez lo de «..pero si por carretera es mas faaaacil».
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Un chófer guapo, 'anónimo' y que ponga buena música de road movie… esa va a ser la solución!
He de decir que a mi, por lo general no me disgusta conducir… Me siento poderosa y libre al volante, pero creo que en general la conducción es algo más masculino, ¿me equivoco?
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Eso es porque no llevas la música adecuada a pesar de tener un exquisito gusto musical…
Un Sweet Home Alabama y un Queen of the Highway ayudan…
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A mi tampoco me gusta NADA de nada conducir, es más, lo odio…y creo que lo que cuentas de las malas carreteras españolas tiene mucho que ver…Creo que se me está pegando algo del barrio, prefiero que me lleven, y si puede ser un chofer guapo mejor 😉
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Ya sabes que a mi NO me gusta conducir, lo tengo clarísimo, con o sin contrastes, me toca la moral sólo pensar en el tema…
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