¿Cuánto tiempo llevaba andando? ¿Unos minutos, unas horas, acaso unos días? Había perdido completamente la noción del tiempo y, al parecer, también del espacio. Miró a su alrededor y todo le resultaba desconocido y extraño, no sabría decir qué era lo que no encajaba, pero estaba claro que algo fallaba, algo sutil que la alejaba de la realidad que siempre había conocido…
Lo último que recordaba era que ¿esa mañana? había sentido la necesidad imperiosa de poner sus pies a caminar, de salir a la calle y comenzar a dar un paso tras otro mientras intentaba que sus pensamientos volvieran a ser claros y nítidos, como lo fueron en algún momento del pasado no tan lejano. Su mundo la oprimía, todo a su alrededor era presión, dificultad, trabas, que hacían de su día a día una carrera de obstáculos cada vez más complicada de superar. No encontraba la motivación para seguir adelante pero no podía parar. Sentía que el cielo se le venía encima y solo podía seguir viviendo y solventando problemas para evitar que le cayera con todo el peso que se le presupone.
Por todo eso había decidido darse una tregua de una mañana, salir a pasear sola, a caminar pensando en qué podía hacer para salir de ese atolladero, de ese mundo que no le gustaba nada de nada. Su mente daba vueltas al ritmo de sus piernas hasta que, poco a poco, se fue quedando en blanco, sus pensamientos volaron a un lugar desconocido y tuvo una sensación que rara vez había experimentado: el vacío absoluto en su cerebro. No pensaba en nada, nada la aturdía y nada le molestaba, enfadaba o irritaba. Tampoco nada la hacía especialmente feliz, únicamente sentía su respiración y se fundía con sus propios pasos.
Hasta que de repente frenó el ritmo y observó a su alrededor. Todo y nada era diferente, el mundo parecía exactamente el mismo, pero ella sabía que no era el mundo real, del que había escapado no sabía cuánto tiempo hacía… De repente lo notó, era un cambio de color en lo que la rodeaba: la hierba no era de un verde intenso, era un verde grisaceo, inimaginable… los árboles mostraban sus hojas mirando orgullosas al cielo, como si de un peinado encrespado se trataran. Había que fijarse bastante, pero el cielo tenía una tonalidad de azul que ella no había visto jamás, un cielo diferente, un mundo diferente…
Paró en seco y contempló su alrededor. Estaba claro que sus pasos le habían llevado a otro mundo, que había traspasado algún tipo de frontera… que estaba en otra realidad y que ahora tendría que aprender otras reglas y aprender a vivir de nuevo… De una manera repentina y claro percibió todo esto, lo supo, lo tuvo claro… Una sonrisa iluminó sus labios… ¡por fin podría volver a empezar! Crearse su propio mundo y vivir en él como ella quisiera… La felicidad la embargo unos minutos hasta que su gesto se fue torciendo y su ceño se frunció… Un mal presentimiento pasó por su cabeza y su corazón… Abrió bien los ojos y miró a su alrededor con ansía, con miedo, con deseo de que lo que estaba buscando apareciera… pero no fue así…
Empezó a ahogarse, a sentirse atrapada, una sensación de claustrofobia la apresó… Y echó a andar deshaciendo sus propios pasos. Tras unos metros comenzó a correr… Tenía que llegar a su casa, tenía que volver a su mundo… Tenía que estar allí… Porque un mundo sin ellos no tenía sentido… porque un nuevo lugar con unas nuevas reglas sin los amores que vivían en su corazón no sería un nuevo renacer, sino un infierno continúo.
Corrió y corrió, cerró sus ojos y dejó que el aire la llevara hasta su casa, hasta los suyos, hasta sus penas y dolores, sufrimientos compartidos con ellos, con los suyos, con los que la querían y a los que ella amaba… con él, su sostén y su razón de vivir… Nada, nada, tenía sentido sin él… Volver a su casa, eso era lo que haría, eso era lo que necesitaba…
Lo importante es estar feliz incluso dentro de una infelicidad que es imposible cambiar (tú me entiendes por donde voy). Todas las opciones son válidas siempre que sirvan para sentirse bien con uno mismo y con su entorno y si se toma cualquier decisión en un momento dado es por algo, imposible arrepentirse de ello…
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Supongo que hay veces en el que compensa dejar lo que queda atrás porque realmente no merece la pena, pero si lo piensas bien, seguro que no dejaste todo tu mundo en ese momento, dejaste la parte de mundo que te incomodaba, que te molestaba… Ese es un cambio de mundo menos radical y bastante necesario y gratificante…
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Totalmente de acuerdo, no es tan fácil dejar de mirar atrás… así que tal vez haya que pensar en lo bueno que tenemos en cada momento…
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Muchas gracias, guapa, me encanta que te haya gustado… A mí tambien me gustaría cambiar este mundo, pero lo veo tan difícil como llegar a otro distinto… Mientras, habrá que pasarlo lo mejor posible, ¿no?
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Mi madre decía que se iba a ir a una isla desierta y a ver qué ibamos a haccer nosotros sin ella… pero mira, como la chica de la narración, nunca lo hizo…
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Me alegro que te haya gustado, creo que es una sensación que todos tenemos alguna vez en la vida… Muchísimas gracias a ti por el piropo…
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Maravilloso tu post… Que bien descrita esa sensación! La fe la imperiosa necesidad de cambio, la de la constancia de la infelicidad o la duda angustiosa de si vas por el buen camino. Me he sentido así dos veces en mi vida. Y también eché a andar. Mucho. Horas. Kilómetros y kilómetros. Hasta que me sangraron los pies. Una de ellas decidí volver y en la otra decidí seguir adelante. No me arrepiento de ninguna de ellas.
Grande, Ana, como bien dices hay que buscar dentro y para eso hay veces que hay que salir
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Creo que sólo he huido una vez. Irme de forma cobarde, pero liberadora. Y miraba atrás y me sentía liberada de lo sucio y del sufrimiento que me causaba. Era el peor lugar del mundo. La mujer que escribe no vive nada de eso, porque él es un lugar al que volver, siempre.
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Creo que todos hemos sentido alguna vez esas ganas irrefrenables de salir corriendo sin mirar nunca hacia atrás. Pero siempre terminamos mirando hacia atrás y siempre descubrimos que hay motivos por los que quedarnos a luchar. Besotes!!
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Profunda reflexión Ana, a mi más bien me gustaría cambiar «el» mundo, no de mundo, que llevo en cuerpo demasiadas pelis y series de ciencia ficción y quien sabe qué habrá en «otros mundos» 😉
Me ha encantado y me ha hecho pensar, me he deleitado con cada línea, gracias!
Besos
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Mi madre decía que un día iba a empezar a andar por la carretera de Toledo y no iba a parar…
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¡Genial! Parece increible… pero expresas tal y como me siento desde hace un tiempo… quiero correr y dejar todo, pero no puedo dejar lo que quiero… no tendría sentido…
Lo has expresado fenomenal, muchas gracias por compartirlo con tod@s nosotr@s…
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