Estamos en esa época del año tan especial y enternecedora como desvastadora para los padres, sobre todo para ellas, de la que ya dio buena cuenta Chelo hace cuatro años. Es el mes de junio, cuando acaba el curso y se acumulan festivales, actuaciones y exhibiciones de nuestros vástagos. Es agotador, estresante, y además yo soy una de esas madres que no cose más que los botones cuando se han caído o están a punto de hacerlo y que se queda fascinada cuando alguna otra madre, ante el reto de hacer un disfraz -no sé por qué ellos, los progenitores, no gustan de practicar el arte de la costura- te dicen que “eso es muy fácil”. Tan fácil como hacer el pino puente o cambiar la rueda del coche, sencillito, rápido y al alcance de cualquiera.
No sólo no es fácil, sino que yo no estoy disfrutando volviéndome loca de un lado a otro en busca de las telas y los complementos que van a convertir a Daniela en una sirena el día de su graduación de infantil. No me produce placer alguno, y sé que no hay la única madre a la que le cambia la expresión de la cara, para mal, cuando se anuncia que los nenes van disfrazados en el fin de fiesta.
Conozco alguna mamá que tira de su propia madre o de la suegra –si es que las hay que son unas santas, ayudan con los nenes y encima se curran el trajecito de turno- pero como en mi caso nadie cose, he recurrido a una costurera. Es lo más fácil, lo más cómodo, aunque te das cuenta de que te encantaría saber coser para hacerle el disfraz a tu niña y que fuera presumiendo, orgullosa, de que se lo ha hecho su mami. Pero no es así, y Daniela podrá ir contando como mucho que su madre casi se vuelve tarambana con el disfraz de marras. Ponte a buscar telas e ideas en internet cuando no tienes tiempo para nada. Además, un disfraz de sirena no es nada minimalista. Mi hija va a llevar hasta peluca y mucho brillito.
En mi época te disfrazabas en Navidad y en mi caso casi siempre de pastora. Todos los años igual, cero complicación. Ahora todo es más difícil. Los niños hacen extraescolares –y más de una, en muchos casos- y cada actividad lleva su pesado fardo para fin de curso. O seré yo, que todo se me hace un mundo. Por ejemplo, la natación. Resulta que la piscina a la que van es muy grande y van a organizar una fiesta con los papás y las mamás en remojo también, tras la exhibición y la entrega de medallas. Así que tengo que buscar un gorro de baño para el evento y ninguno me convence. Los encuentro todos horribles y además poco prácticos o con poca capacidad para contener mi mata de pelo.
Por último, está la obra de teatro en inglés. Martina va estar preciosa con un disfraz muy regio, comprado, sí, lo confieso. Y no por pijerío, sino porque casi todos los que tiene o le quedan cortos o están hechos polvo. He comprado una tiara divina, digna de una reina -es the queen- de siete años, pero la cara b es que hay que ensayar en casa, o sea más trabajo.
Al menos la actuación de la clase de baile moderno no me supuso demasiado esfuerzo. Pero como soy una obsesa del detalle di muchas vueltas hasta que decidí que había que simplificar, esto es, que si la profe había dicho que fueran de rosa o morado por la parte de arriba y de oscuro por abajo y que, por favor, no nos complicáramos la vida, el azul marino también valía para los leggins de una y que quien dice morado, dice lila y da igual que el rosa sea fucsia o pastel.
No sé si con tanto ajetreo disfrutamos de lo importante, de la esencia, y complicamos demasiado unos momentos que también son bonitos. Quiero pensar que cuando lleguen los días que están marcados en el calendario de junio como señalados, esas fechas que congregan a padres y abuelos mirando a sus criaturas actuando o nadando como pececillos, lo veré todo de otra forma. Con una mirada más festiva, seguramente. E indudablemente más relajada.
A mi me gustar verlas actuar, nadar, bailar, todo eso me encanta, claro, son mis niñas, pero el previo no me mola nada. Y ten en cuenta que con dos hijos, hijas en mi caso, todo se multiplica. Vamos, que las mamás con tres hijos pequeños -pocas, pero las hay- deben de pasarlo realmente mal con estos preparativos.
A nosotras nos queda la exhibición de natación, la obra de teatro, la graduación, la fiesta de fin de proyecto del espacio, la fiesta del AMPA -con la que no contaba y de la que me enterado por aquí-. Ensayos, modista… Estoy cansada, la verdad.
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La infancia de los hijos es una etapa bonita, pero dudo que alguien eche de menos este nivel de estrés del fin de curso.
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Se cuentan porque son ciertas y sé que muchas mamás, sobre todo mamás, se ven identificadas y eso contribuye a relajarnos un poco. Y si he agotado a la gente sólo con leerlo -me lo ha comentado alguna persona más- es porque es realmente agotador.
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Lo bueno es que esto se va calmando con los años… yo no lo echo nada de menos la verdad. C
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El momento de disfrutar es cuando ves las actuaciones, pero todo lo anterior me tiene muy saturada y nerviosa, por ese afán de que esté todo perfecto. Un beso.
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Es un estrés y la verdad es que no si estos niños son más felices de lo que lo hemos sido nosotros (hablo de los nacidos en loa años 70).
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Pues no he sabido hasta tu mail que había fiesta del AMPA. Y en el post he omitido la fiesta del espacio, porque no requiere preparación especial ni hay disfraces por medio. Un beso.
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Estas cosas no se cuentan, no a los que no tenemos descendencia y un trabajo ya lo suficientemente estresante para el día a día. No me malinterprete: lo cuenta usted muy bien, me ha agotado sólo el leeerlo.
El Observador
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Genial Arantxa. Por cierto el martes que viene hay fiesta del Ampa en el cole. Ja. Ja. Un beso
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Seguro que al final lo disfrutas Arantxa, y piensa que sobre todo lo disfrutarán ellas que de eso se trata. Es verdad que es más estresante para los padres, pero ya me habría gustado a mi a la edad de mis niñas esos preparativos y actuaciones. Yo tampoco coso, pero utilizo mucho la grapadora y el velcro adhesivo, y sino, pues se compra que ahora hay disfraces en muchos sitios y muy asequibles, Ánimo ya queda poco para que pasen estos eventos. Un beso!!
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Tiene que ser un estrés tremendo. Y más ahora que tienen un montón de clases extraescolares e historias… En mis tiempos era la obra de fin de curso y punto pelota (y a mí siempre me tocaba de pastorcita). Besotes!!!
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Jajajaja
Es el primer año que vivo el fin de curso con intensidad… lo de la guarde fue un paseo en comparación con esto.
Tengo que decir, que ya casi me lo he quitado todo… la exhibición de patinaje (de payaso) y la obra de teatro (de león) fueron la semana pasada. A mí me molan mucho estas cosas… a pesar del estrés. Será que me va la marcha. También es verdad es que tiro de lo práctico y procuro complicarme poco. Y sin complejos. Si hay que comprar el disfraz, se compra y como mucho se customiza un poco para que no vaya igual que otros cuatro…
Ya solo me queda la exhibición de natación, y estoy deseando que llegue 😛
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