Mañana comienza el mes más caluroso del año y aunque este año el calor aún no ha apretado a lo bestia, por mis venas corre más gazpacho que sangre. El gazpacho es toda una delicia culinaria en estas fechas porque se toma bien fresquito. Ayuda combatir el sofoco estival mejor que los helados, que al final acaban dando más sed.
Es curioso que, siendo como soy muy norteña –los mejores veranos que recuerdo son esos de ponerse rebequita por la noche y dormir bajo una manta en Asturias- encuentre que una de las delicatesen de nuestra gastronomía sea esta sopa fría de verduras que, por cierto, era el único plato de nuestra gastronomía que gustaba y mucho a la reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII. Yo entre una fabada de las que dan buena cuenta por las tierras de mis antepasados y el gazpacho me quedo con el segundo.
Además tiene la ventaja de que es muy fácil de preparar, vamos, que hasta los negados entre pucheros pueden hacerlo y les saldrá rico. Aunque es un plato con siglos de historia, su característico color rojizo no lo adquirió hasta que los españoles trajimos de América el tomate, en el XVI. Las recetas para prepararlo son variadas, pero ninguna sin tomate como base.
Estos días este suculento manjar ha ganado un punto a mis ojos. La semana pasada mi hija pequeña, que es una pésima comedora, ha accedido a probarlo y no le disgusta. Le va encontrando el puntito y eso con Daniela es todo un triunfo.
Disfrutad del verano. El mío ha empezado cargado de gazpacho. Para la playa, otro clásico estival, aún queda un poco.
Es curioso, yo no puedo con el tomate y solo hay dos maneras de hacer que me lo coma: untado en pan y con jamón, chorizo, york, atún, etc, por encima, o en gazpacho o salmorejo… No es que me atiborre de ninguna de las dos cosas, pero si las como con gusto y deleite… no es por nada, pero creo que mi padre es una de las personas que mejor hacer el gazpacho en España. Durante más de veinte años ha tenido un bar y en verano lo vendía en botellas de litro… Aquello era un no parar de vender, el boca a boca se extendió y era un locura…
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Me encanta el gazpacho… Y sí, es un sabor que tengo asociado al verano, como los helados, el horchata, el granizado de limón, la sandía, la qu ensalada de pepino y yogur, los mojitos… ¡viva el veranito!
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Yo diría que es uno de los placeres por excelencia del verano. Un beso.
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Refresca mucho y encima cargadito de vitaminas para los peques.
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En mi caso, el gazpacho gana por goleada. Un beso.
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Por aquí nos gusta más el salmorejo, del que tambien hay mucho adicto.
Besos
Clau
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El gazpacho es uno de los mayores placeres de la vida. Jajajaja. Un besote!!!!
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Yo soy muy fan del gazpacho, en casa lo tomamos durante todo el vernao, no falta una jarra de gazpacho casero en la nevera, se hace en un periquete y se agradece mucho.
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