No me considero una persona especialmente mitómana. Por supuesto, hay personajes públicos a quienes profeso una profunda admiración, por lo que piensan o por lo que hacen: escritores, cineastas, actores, músicos, intelectuales… Pero nunca me ha dado por hacer un seguimiento de su vida privada, y me produce cierto pudor intentar un acercamiento.
Idealizar a la gente a la que admiras no solo es humano si no también bastante inevitable. A mí, que soy muy normal para todo, también me pasa. Es legítimo obsequiar con un aura de perfección a ese tipo que hace películas acojonantes o aquella señora que escribe tan bien. Pero ya lo venimos diciendo las im-perfectas desde hace años: la perfección es un invento.
Así me pasa, que cada vez que he rascado en la faceta personal de alguno de mis ídolos me he acabado llevando un chasco: Woody Allen con esas acusaciones turbias que tiene de su hijastra, Vargas Llosa con sus indigestas filias políticas, U2 y su filantropía oportunista… Y así un largo etcétera.
Peor aún es el asedio fan a la persona admirada… Me da una vergüenza atroz acercarme a alguien a quien idolatro para pedirle que me firme un libro o que se saque una foto conmigo. Las pocas veces que lo he intentado me he sentido ridícula, diminuta, ñoña y mucho más tonta de lo que soy habitualmente. Pero no es eso lo que más me inmoviliza, sino el miedo a la decepción. A sentirme defraudada con quien me hace creer que se puede ser mejor.
Últimamente, estoy pasando bastante tiempo rodeada de fans (no míos, claro). Siguiendo a Ray Davies, el mítico líder de The Kinks, en su gira española junto a los miembros de su legión de admiradores acérrimos me he dado cuenta de lo emocionante que es dejarse embriagar por el influjo de un ídolo.
Es especial, mucho, saber hasta lo imposible de la vida de alguien, de sus hitos, de sus anécdotas, de todo lo que hay detrás de su obra y tener a un grupo de gente con quien compartir ese amor icondicional, con quien competir en encuentros y en material firmado o rarezas inéditas…. Y además es muy divertido y excitante: seguir al personaje, forzar un encontronazo, charlar con él o sobre él con gente cercana a la figura…
Nunca habría pensado que iba a disfrutar tanto de esta experiencia groupie. Muy recomendable. Algo que hay que hacer alguna vez en la vida.
No me ceñía a lo musical. Hablo de ídolos de todas las índoles y discipinas 😉 Mi dilema es que no sé hasta qué punto me interesa humanizar el mito, conociéndole y viendo de cerca sus defectos.
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NO… ¡¿Los Hombres G?! A ver, tú sabes que si me tengo que emocionar me emociono… ya lo viste con Elvira y su santo, que solo me faltaba dar palmas con las orejas, pero ya lo de acercarme, hablarles, pedirles un autógrafo o una foto me intimida mogollón.
Eso me pasó a mí, que iba un poco de fan consorte y acabé en primera fila emocionada y gritando más que nadie 😛
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Casi todo mola más ahora que con 17. Tenemos más pasta, más sensibilidad y sabemos disfrutar mejor 😉 Jumilla rules, Chelo…
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No soy muy fan de nadie, a nivel musical. O sí, pero puede que la persona detrás del personaje me interese más bien poco. Quizás, más que en lo musical, hay un par de escritores que quisiera conocer, pero me consta que uno cultiva cierto halo de antipatía y distancia y el otro vive en Estados Unidos, con lo que me quedo como estoy.
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Me reconozco muy «fenómeno fans», no os diré qué grupo me volvía loca de jovencita, porque bastante se han reído ya de mí por ello… Groupie no he sido porque, como dice Chelo, no había dinero ni autonomía suficiente, pero sí me he visto prácticamente todos los conciertos que han dado en Madrid, me he colado en las premieres de sus películas, he echado horas en el Parque de Atracciones para estar de las primeras de la fila… en fin, pues eso, que un poco fan, fan… Ya de mayor, en un evento que cubría como periodista, conocí al cantante. Os puedo asegurar que me faltó el canto un duro para tirarme a su cuello y no soltarme, mi parte profesional evitó que la adolescente loca que vive dentro de mí actuara, pero vamos, me costó…
A mí es que cuando me gusta alguien no me gusta, me requetegusta… qué le vamos a hacer… y esto me pasa con escritores, actores… Si les sigo, les sigo a fondo…
Al plan de Chelo con las Nancys me sumo sin duda!!! El grupo me importa más o menos una mierda, pero el plan gastronómico y playero me mola mucho… Y seguro que si lo hago, acabo siendo la fan más fan de Mario Vaquerizo…
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Fíjate, yo cero que esto del groupismo llevado a la parácica debe molar más ahora que con 17. Con la excusa te pegas una semana gastronónica, de playa en playa, de pueblo en pueblo…
Mira: http://www.laverdad.es/murcia/jumilla/201407/09/fangoria-completa-programacion-musical-20140709165704.html y con las Nancys!
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jajajaja me consta 🙂 En cualquier caso, eres tronista, que no es poco…
yo fui muy fan de Metallica de los 15 a los 18, luego se me pasó… como una gripe larga. Lo que he hecho esta semana con Ray Davies no lo había hecho nunca. Y me ha gustado 🙂
Luego soy seguidora de algunos escritores, de algunos grupos musicales, de algunos directores de cine o guionistas de series, pero nunca había llevado el groupismo a la práctica….
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Yo de más jovencita fui un poco goupi de La Unión. No de ir persiguiéndoles por los pueblos de España de concierto en concierto porque no tenía ni autonomía ni un duro, pero sí de saberme todas sus canciones, su vida, de forrarme las carpetas con los reportajes que de ellos publicaba la Súper Pop… A día de hoy han perdido todo interés para mí, soy poco constante para estas cosas.
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