Consumismo navideño (por Arantxa)

La proximidad de las Navidades ha hecho que se haya desatado una fiebre de consumismo masivo a la que nadie parece escapar. El pródromo se desató con el Black Friday, siguió con el Ciber Monday y ahora la tendencia es imparable.

Me agobian bastante los centros comerciales, pero no me va a quedar más remedio que pisarlos para hacer las pertinentes llamadas a Papá Noel y a los Reyes Magos. Si no me convierto en Mamá Noel y Reina Maga habría una pequeña hecatombe, especialmente para mis hijas. Una Navidad sin compras no le parece Navidad a casi nadie, resulto muy poco original. Yo no soy ni antisistemani nada que se le parezca, soy consumista como toda la gente que conozco y consumo, pero, por lo que veo, con más control que muchos otros.

El consumismo desatado, febril, esta orgía de comprar y gastar por Navidad es el signo de los tiempos, y está profundamente alejado de la esencia del espíritu navideño, por no hablar de lo insostenible que es para el planeta. Cuando era más joven me daba igual, pero con la edad y con la responsabilidad de tener que educar a dos personitas me parece que la confusión es evidente y nociva. Hasta obscena, porque realmente hay muchas familias que las pasan canutas para llamar a los Tres Reyes, para llenar la nevera, para poner la calefacción en casa en plenas Fiestas. La pobreza energética es otro signo de los tiempos en los países desarrollados, en los hogares de la sociedad de consumo. También aquí, en España, en tu ciudad, en tu barrio. No hace falta irse lejos.

Vuelvo al tema. Hace tiempo vi la entrevista que le hizo Evolé a José Mújica, ex presidente de Urugay. Es la única vez que he visto el programa, la tele me da urticaria. Lo cierto es que las declaraciones de Mújica sobre el consumismo daban en la diana, me hicieron pensar y mucho. Otras sobre otras cuestiones no tanto, pero ese no es el tema aquí. El problema es que si todos fuéramos tan austeros como el Sr. Mújica la economía se hundiría. Una economía sin apenas consumo no funciona, esto es real, pero desde luego no creo que acumular sin fin nos haga más felices. Mújica vive en un pequeño rancho destartalado en el que la mayoría de nosotros no querríamos habitar. Desde luego se podrá decir lo que se quiera de él, pero coherencia tiene la máxima.

Yo conduzco un coche que tiene diez años largos. Aunque se lo pida a Papá Noel no me va a traer otro nuevo, pero no es algo que me preocupe. Y es un hecho que hay gente que cambia de automóvil para dejar epatados a los vecinos de garaje o que lo pasa mal si no puede adquirir según qué cosas (unas botas, un bolso, el último móvil de la compañía de la manzanita).

Dicho todo esto, felices compras, consumid con responsabilidad y recordad que un obsequio, por maravilloso que sea, no sustituye el afecto y el tiempo que le das a tu gente. Una visita, una felicitación en el buzón, una llamada o un mensaje a tiempo saben mejor que muchos regalos.


7 respuestas a “Consumismo navideño (por Arantxa)

  1. Mi sobrina de cinco años todos los reyes desde que tiene uso de razón, recoge su habitación, mete los juguetes que no usa en cajas y los lleva a una ong. Porque sabe que no todos los niños tendrán regalos ese día porque los reyes no llegan a todos. Eso sí, ella de austera tiene poco, se pide el catálogo entero, jajajaja… aunque luego se conforma bien con lo que hay. Yo soy partidaria de regalar y que me regalen, pero me hace más ilusión cualquier tontería que un gran regalo comprado porque sí. Hace unos días, una persona a la que aprecio mucho me dió un regalo traído desde Japón, de su viaje, eran unas chuches japonesas. Me emocionó más que si me hubiera regalado un diamante, en serio…

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  2. Estos niños son más materialistas de lo que nosotros lo éramos. En ese sentido, la Navidad ya es la locura. Y dentro de esa locura, mi niña mayor ha escrito una carta a Papá Noel austera y la verdad es que me ha gustado. Le caerá algo más pero con sentido.

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  3. Soy muy práctica en general y con esto de los regalos más, nunca me ha gustado regalar cosas absurdas o por regalar y a los niños menos. Y estoy muy de acuerdo contigo Arantxa, más vale el cariño demostrado en el tiempo (no son sólo en estas fechas) que los grandes regalos en Navidad.

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  4. Nunca he sido muy materialista, y cada vez lo soy menos. Me gusta regalar y me gustan los regalos, pero por lo que implican, pensar en alguien con quien tener un detalle y que piensen en ti. Eso es lo que más valor tiene.

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