Hoy se estrena como im-perfecta Carol, periodista (cuando puede) y co-bloguera feliz en Canciones de Buen Rollo. Dice que le gusta lo mismo que a todo el mundo: irse de vacaciones, comer y beber bien y dormir sin despertador. Devota del rock and roll y del cine en V.O., se transforma en Hulk cuando la gente habla o come ruidosamente en la sala. Entusiasta, aunque infiel, lectora de tebeos y tía postiza de un puñado de niños y niñas muy molones.
Soy muy fan de estas tiendas “cajón de sastre” que proliferan últimamente, donde lo mismo puedes comprar una escobilla del váter que una libreta simpática que una colección de bigotes adhesivos. Pero hay una de ellas que me gusta especialmente, Tiger (perdón por la publi gratuita, pero viene a cuento), por una razón: su estupendo hilo musical. Fijaos la próxima vez que entréis, si no lo habéis hecho ya; suenan clásicos del rock y el pop, Beatles, Elvis y así, y todo a su justo volumen. De hecho, creo que hasta venden el CD, así que no debo de ser la única que aprecia esa “política musical”. Si no fuera porque suele estar masificado, diría que la experiencia de compra es bastante agradable.
En fin, un detalle sin más trascendencia pero llamativo porque, por regla general, lo que suena en las tiendas es un espanto total: por el estilo, por el volumen o por todo eso junto. Que parece que más que incitarte a gastar dinero lo que quieren es que huyas. Y de hecho, así me ha ocurrido en alguna ocasión. Pienso concretamente en una cadena textil cuyo propietario es el señor más rico de España. Tú entras dispuesta a encontrar algo (de tu talla) que te guste, pero el atronador chunda-chunda no te deja ni pensar, así que sales mareada y derechita al bar a tomarte un güiskazo. ¡Si hasta circulan por ahí chistes al respecto!
Quien diga que al entrar en el bershka no le entran ganas de ir a la barra y pedirse una copa miente @Marialopep @mariabarrop #fuegoalbershka
— Ana Lopez Peña (@Analopep) 17 de octubre de 2012
Luego están los establecimientos que te obsequian con una generosa dosis no solicitada de pachanga ensordecedora, o lo que es aún peor, de reguetón. ¡Eh, que nadie se sienta ofendido, que vengo en son de paz! No critico los gustos musicales de nadie, sino su conveniencia en ese contexto. Que oye, también he presenciado a clientas que lo disfrutan mucho y me han deleitado con interpretaciones a capella del tema que suena mientras estamos en los vestuarios…
Con las Navidades llega la hecatombe. Si yo trabajara en un supermercado, demandaría a la empresa por crueldad y ensañamiento con los empleados. ¿Ocho horas, ocho, de villancicos non-stop? ¡Eso no lo aguanta ni el chaval que vuelve a casa por Navidad en el anuncio de turrones, copón! Además siempre son versiones de estas de niños con panderetas y zambombas, que digo yo que al menos podrían ponerles a un Sinatra, a un Bing Crosby, a un Raphael si me apuras…
He dejado para el final el lugar donde el horror alcanza dimensiones de tragedia: ¡el gimnasio!
La verdadera razón por la que la gente abandona los gimnasios aunque haya pagado un año de matrícula no es por pereza, no; ¡es por el musicote! Llegas a tope de pagüer, con ganas de deshacerte de esas lorzas que han aparecido en tu abdomen sin motivo aparente. Entonces la monitora le da al play y tu fuerza de voluntad se va evaporando poco a poco. Empieza a sonar −a toda caña, porque al menos en el mío parece que pongan la música para todo el barrio− esa mezcla indefinible de chunda-chunda, sonidos 80 pasadísimos de Casiotone y ritmos latinos con letras sonrojantes. Esto es verídico: intentar no echar el bofe con las sentadillas mientras escuchas a un bachatero cantarle a su rollete (que a su vez cornea a su novio con este torrezno) que le hace el amor mejor que el otro y blablabla. Mucha tela, queridos. Me pregunto quién se dedica a elaborar esas mezclas musicales para centros deportivos. Imaginemos un encuentro:
—Hola, yo soy dependienta del Tiger, ¿y tú?
—Yo me dedico a fabricar los cedés de mezclas para gimnasios.
—Uy, me tengo que ir, que tengo algo en el horno…
Así que mi propósito de año nuevo no es ser constante con el gimnasio, no: es conseguir que en el gimnasio pongan música no horripilante, al menos de vez en cuando. El otro día un monitor sugirió, medio en broma medio en serio, hacer una clase íntegramente con temas de Kiss, así que aproveché para sugerirle también un poquito de metal industrial de vez en cuando, a ver si cuela. Si es que temas como este levantan al culo más pesado, ¿o no?
¡Os mantendré al tanto de mis logros! (To be continued… or not).
Lo de Berska no tiene mbre, yo no entro por la música y por… la ropa! Jajajaja
¿Y qué me dices del los olores? Uy, te darían para el capítulo 2 de este post…
Bienvenida a Im-perfectas Carol, un lujazo tenerte por aquí, muack!
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¡Ay, los olores! Siempre que veo una bolsa de Abercrombie me acuerdo de ti, jajaja… En Stradivarius no sé qué echan, pero pasan semanas hasta que se quita el olor de la ropa que compras.
¡El placer es mío, gracias por invitarme! 🙂
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Este tema me encanta… y desde que trabajo en Marketing doy fe de que hay muchos establecimientos que se lo deberían hacer mirar. No es el caso de Berska, del que está claro que no somos target y por eso nos horripila, pero si el de otras muchas marcas que apuntan a donde no deben eligiendo un hilo musical que no cuadra con su clientela 😉
Me he ido de sitios por la música y lo seguiré haciendo. Mis oídos no se han vuelto más tolerantes con la edad, la verdad… puede que incluso al revés.
Tengo muy claro a qué tiendas ir y a cuáles no en función de su hilo musical: H&M, Stradivarius y Sfera son amigos del pop/rock/soul del siglo XX por lo que hacen conmigo lo que quieren. En cambio, El Corte Inglés, tiene una tendencia a la canción rancia española que llevo bastante mal…
Encontrar un gimnasio que ponga buena música es complicado pero no imposible, eso sí, probablemente haya que salirse de los circuitos mainstream. En el mío (si no, no iría) se nutren de Spotify y ponen temazos muy acordes con lo que estás haciendo, ya sea Crossfit, Pilates o boxeo… e incluso tienen la playlist de http://cancionesdebuenrollo.blogspot.com.es/ 😉 no digo más.
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¡FAN de tu gimnasio!
Sí, supongo que lo que Bershka quiere decirme implícitamente es «aquí no hay nada para ti, viejunarrrrr». Y en Stradivarius a veces también se les va un poco la mano, ¿eh? Pero bueno, que no pido que pongan música indie ni mucho menos, que hay muchos grupos de calidad en el mainstream. ¡Los Beatles son mainstream!
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A mí lo que me pone mala es que pongan el volumen a todo trapo. Me molesta a mí, que llevo implantes audittivos y me los apago para comprar en paz… no quiero imaginar cómo saldrán lo comunes oyentes.
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Lo del volumen es alucinante ¡e inexplicable! Como decía Crisgallar por ahí abajo, seguro que obedece a algún estudio de mercado, quizá para que compremos sin ton ni son, pero desde luego conmigo no funciona.
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Yo trabajé en comercio y la época navideña era el mal…
El chunda chunda de algunas tiendas también es bastante exagerado en ocasiones. Son pocas las tiendas que tienen un hilo musical agradable. Besotes!!!
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Me alegra ver que has sobrevivido 😉 ¡Enhorabuena! ¡Y gracias por contarlo aquí!
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Y que decir de los restaurants!!, en muy pocos he estado en los cuales se paren a elegir una música agradable apta para la ocasión… eso si, aun puede ser mucho peor: que el hilo musical mientras intentas disfrutar de la cena sea futbol en la tv a todo trapo o algún programa de famosillos dando voces…
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¡Esa es otra! No soporto la tele en los bares, y mucho menos en los restaurantes. La verdad es que hay pocos que sepan elegir bien la música de fondo. Incluso en los de modelnos a veces la ponen a un volumen de discoteca que flipas.
Dejamos para otro post ese otro temazo: la moda de las tiendas de ropa en penumbra, que no hay quien distinga el azul marino del negro, copón…
¡Gracias por comentar! 🙂
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jajajaja, me parto con la descripción de las ¿letras? reguemierders.
Uf, de todas la atrocidades auditivas me horroriza sobre manera la de los villancicos en navidad… no sé si a alguien le motiva para comprar, pero a mi me da por buscar los puntos de huida más cercanos…
Doy fe que hay monitores de gimnasio que prefieren machacarte a golpe de guitarras metálicas… y se agradece, ¡hasta vuelves, fíjate!
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Yo sigo intentándolo. Ayer el monitor de body training puso una sesión con una canción especialmente subida, que hasta él se puso colorado, y aproveché para recordarle lo bien que habíamos trabajado con la playlist de música de los 80 de la semana pasada (no dejaba de ser algo chunga porque eran remezclas, pero al menos sonaban grupos buenos). ¡Así que, como veis, sigo en la lucha!
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Jajajja totalmente de acuerdo. Pero todas esas cosas de hilos musicales y tal obedecen a estudios de mercado al parecer. Que venden más así vaya. Quizá somos unas carrozas jajaja
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Somos carrozas, sin duda 😛 Me encantaría conocer a alguien que haga esos estudios y que me explique el porqué. Hago el llamamiento desde aquí.
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