Me estreno en Im-perfectas por invitación de Isa (¡gracias Isa!). Estaba convencida de que empezaría hablando sobre tecnología. Tenía algo escrito sobre robots y sobre festivales de música al aire libre pero dentro de casa. Sin embargo, todo ha ido sucediendo en los últimos días para terminar hablando de representatividad.
De pequeña era muy preguntona hasta que un día dejé de preguntar en voz alta pero seguí preguntándome. A todas horas. Extraigo dos preguntas de aquellos tiempos: por qué casi no había mujeres en mis libros de texto y por qué no encontraba mujeres mayores (ancianas) cuyas trayectorias yo quisiese imitar. Ahora parece que cuento esto porque está de moda, pero recuerdo estar sentada delante de mis libros estudiando las generaciones del 98 y del 27 (que se estudiaban en todas las etapas escolares) y no entendía por qué no había mujeres. Deducía que como antiguamente las mujeres no tenían acceso a los estudios, eso les alejaba del arte y la literatura. Y con esa respuesta me quedé.
La segunda pregunta, que ya me hacía algo más mayor, me tenía bastante más preocupada. ¿Por qué la mayor parte de las mujeres que tenían cierto foco público y cierta edad estaban como una chota? No encontraba referentes que me garantizaran que al ir cumpliendo años no me volviese loca yo también, extravagante en el mal sentido o profundamente infeliz. Sobre todo si no encontraba marido y tenía hijos pronto.
Saltamos en el tiempo y llegamos a Netflix 2016. Estrenan 4 nuevos episodios de las Chicas Gilmore.
Algunas amigas estallan de emoción así que decido que quiero ver esos 4 nuevos episodios. Pero para ver esos 4 nuevos episodios debía ver primero todas las anteriores temporadas. Así que sin medir lo que eso suponía, una tarde de fiebre me sumergí en el universo de Stars Hollow. Y no he salido de él hasta hace unos días, 7 temporadas + 1 después. “Las Chicas Gilmore” habla de mujeres. De una madre y su hija y su madre. De amistad, decisiones, de ilusiones, de esfuerzo, de metas, de crecimiento, de maduración, de dudas, de errores, de ingenio, de pedir perdón y de decir te quiero, de enamorarse, desenamorarse, de vivir. Y ahora es cuando de verdad he entendido la importancia de la representatividad. Porque he visto una serie donde me he podido identificar con las protagonistas. Donde ellas son la acción y piensan, viven, actúan como yo podría pensar, vivir y actuar. No son accesorias, no son perfectas, no son maternales, no son explosivas; son ingeniosas e independientes y dialogantes y, a veces, descerebradas. Y qué bien. No es una serie de arte y ensayo. Quizá no es una serie especialmente adulta. Pero qué a gusto he estado estas semanas con ellas.
Supongo que le estoy dando vueltas al tema de la representatividad porque oigo hablar constantemente de ello. Durante muchos años yo misma defendí que eso no era importante; no le di importancia al hecho de que el 98% de los libros que leo los hayan escrito hombres. Y ahora que comienzo a darme cuenta de verdad de la importancia que sí tiene, me alegro de que Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Adelaida García Morales o Almudena Grandes, me acompañaran en los años decisivos, entre los 16 y los 22 años. Y de que mis primeras lecturas vinieran de la mano de otra maravillosa mujer: Gloria Fuertes.
Acabo de empezar el libro que sobre Gloria Fuertes han hecho en Blackie Books. A finales de los 90, y gracias a Moncho Otero que musicaba sus poemas y hacía recitales con ella, descubrí que Gloria Fuertes no se había limitado al universo infantil. Sin embargo, es obvio que una mujer de su trayectoria y su calado no ha recibido la atención que se merece. Como ella misma dice en el libro “si en vez de llamarme Gloria me hubiera llamado Glorio, otro gallo me habría cantado”. Gloria Fuertes, esa amiga de tu madre o esa tía lejana a la que te encantaba ver, merece que la generación que aprendimos a leer poesía con Don Pato y Don Pito le demos el reconocimiento que se merece acercándonos con cariño y atención a su obra.
Cierran el círculo “Las Sinsombrero”. Algunos llegaron a ellas a través de un episodio del Ministerio del Tiempo. Otros, porque las citaban al margen en un libro de texto olvidado. Ahora podemos conocer su historia en este proyecto crossmedia del Lab de RTVE http://www.rtve.es/lassinsombrero/es o en el libro de Tània Balló que acaba de publicar Espasa “Las sinsombrero: Sin ellas, la historia no está completa”. Resulta que, en la Generación del 27, sí hubo mujeres. Y la historia no está completa sin ellas. Pero a alguien se le olvidó contárnoslo.
Bienvenida a im-perfectas, Henar 🙂 ¡Gran post! Cuantas cosas hemos descubierto algunos gracias al Ministerio del Tiempo. Mi amigo Pablo estaría muy contento… Yo soy de las que descubrí a las sinsombrero así.
Iniciativas que reivindiquen figuras como la de Gloria Fuertes son más que necesarias, sí.
No he visto nada de Las Chicas de Gilmore. A partir de ahora la meto en mi lista de series pendientes.
¡¡Besos mil!!
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Tu entrada es más que oportuna en estos días en los que todavía hay quien dice que el feminismo ya no hace falta, que ya está todo hecho. Debemos un reconocimiento a todas esas mujeres a quienes los libros de arte y de historia han hecho desaparecer. En su día, me sorprendió enormemente descubrir, por ejemplo, que María Martínez Sierra, en realidad María Lejárraga, había pasado a la historia con los apellidos de su marido ¡que era además quien firmaba las obras escritas por ella! Y cuántas historias más como esa…
Afortunadamente están surgiendo aquí y allá iniciativas para reivindicarlas, como ese proyecto fantástico de las Sinsombrero o, ayer mismo, la placa que recuerda en Madrid la ubicación del Lyceum Club Femenino. Pero hace falta más. Por eso me encanta este redescubrimiento de la persona y la obra de Gloria Fuertes, a quienes creo que la mayoría de nosotras siempre asociamos con poesía para niños y un poco de cachondeo además. Mujer, poetisa, lesbiana, físicamente muy corriente… Tenía todas las papeletas para no ser reconocida. ¡Se merece una revancha!
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Nunca había oído hablar de las «Sinsombrero». Ignorante que es una…
Gloria Fuertes fue uno de mis ídolos de infancia. Besotes!!!
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