Ed Sheeran en el metro (por Crisgallar)

Ed grande.png¿Os gustan los regalos? No me refiero a un objeto material que alguien te entregue por tu cumpleaños o simplemente porque sí. Hablo de ir a tus cosas y que de repente te sorprenda algo agradable, como una luz especial esa mañana, un cartel anunciando algo con gracia, una vecina borde que te da los buenos días, un sentirte especialmente guapa, esas cosas. Me viene a la cabeza una escena de la película Amélie en la que una voz en ‘off’ también hablaba de las pequeñas cosas que hacían especial la vida de la protagonista y un plano de su mano dentro de un saco de legumbres, en el placer que experimentaba al acariciar las lentejas. Me pareció una delicia, aunque el término os suene de lo más cursi.

Me acordé del saco de lentejas hace unos días,  cuando entré en el Metro con la cabeza inmersa ya en todas las llamadas que tenía que realizar para rascar la información diaria. Entonces escuché su música. Rasgaba su guitarra y cantaba bajito en inglés, como con miedo de molestar. Era un chaval con gafas gordas de pasta flaco y feúcho,  con la postura como torcida –lo que en mi pueblo se llama un ‘cuerpoescombro’- y la cara algo castigada por el acné juvenil.  Pero su voz era preciosa. Cantaba dulce y con ritmo.  Aunque al principio apenas se le oía  poco a poco se vino arriba y llenó el vagón de buen rollo. No reconocí la canción, no sé si sería suya o estaba versionando algo, pero sonaba mucho a Ed Sheeram y me encantó. Casi nadie parecía escucharle -pobre- y después terminó su tema y pasó entre la gente para buscar sitio en otro lugar del tren casi como pidiendo perdón.

El Ed Sheeram de mi vagón de Metro, en la línea 10, fue mi mano entrando en el saco de lentejas en un día laboral cualquiera. Un pequeño placer inesperado, un regalo.

Ya hace unos días que todo ha vuelto a lo que era antes del verano, o incluso a peor por la urgencia que algunos temas de actualidad imprimen a mi ritmo diario como periodista de tribunales Os pasará parecido a todos. Pero es la vida y no me quejo, incluso lo agradezco. Vamos deprisa, deprisa, deprisa. Nos vamos adaptando a duras penas a rutinas olvidadas -ayer por ejemplo  se nos olvidó preparar a J. La merienda para el recreo- y se nos va pasando el efecto  ‘zen vacacional’. Pero están los regalos. Lo agradable inesperado. Y no sabemos qué regalo nos pondrán delante mañana. Y al otro, y al otro. Así que adelante. Bienvenidos a la rutina.

@Crisgallar, aka Cristina Gallardo Parga  lleva bastante más de una década hablando, a cuenta de Europa Press, de lo que pasa a diario en los tribunales visitados antaño por terroristas del norte y a día de hoy  por chorizos de la peor calaña. También le gusta juntar letras de vez en cuando sobre temas más pintureros, tener canciones en la cabeza y leer historias que le sorprendan. Enamorada, amiga de sus amigos y  maleducada con los monstruos. 

 


8 respuestas a “Ed Sheeran en el metro (por Crisgallar)

  1. Creo que una de las cosas que más me gustaron cuando vine a vivir a Madrid fueron los músicos del metro, esa posibilidad de que un regalo en forma de música te alegrara la mañana cada día. Recuerdo un tipo con una guitarra hecha un cristo que parecía el mismo Elvis redivivo. Hace años que no le he vuelto a ver…
    Es cierto que a veces la música que te toca no es de tu agrado… pero todos tenemos que ganarnos la vida de alguna manera 🙂

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  2. Me ha encantado tu post, Cris. No es tan raro encontrar esos pequeños detalles que te alegran la vida… pero hay que estar atenta para no pasarlos por alto, y eso es lo complicado, que vamos tan a toda leche, tan centrados en lo productivo que a veces se nos olvida que estamos viviendo, y que la vida es ahora.
    El mío de esta mañana ha sido mi hijo dandome un kit -kat de té verde que estaba guardando para una ocasión especial. Me ha dicho: ¿por qué no hoy? Y tenía razón.

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  3. ¡Qué bonito!. Mi regalo de hoy ha sido una masa de abelias en flor justo al lado de mi portal. Una perfecta combinación de blanco, verde y rojizo que ha alegrado mi vista como a ti te ha alegrado el oído la canción del metro.

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