Que no, que no voy a hablar del tema catalán.

Abro hoy el periódico (digital) y leo: “Nos hemos liado con las vacaciones de los pilotos” firma O’Leary, presidente de Ryanair. La leche, se han liado dice. El lío supone cancelar nada más y nada menos que 2.000 vuelos hasta finales octubre. Menudo lío. 400.000 personas se quedan en tierra. La han liado pero parda.

Ante semejante cagada, no queda otra que reconocer que algo has hecho mal. No quiero ni imaginarme esa reunión con la plana mayor de la aerolínea, decidiendo qué dicen y cómo. Tuvo que ser flipante. Por asuntos drásticamente más irrelevantes he visto rodar cabezas, que digo cabezas, dignidades.

Bromas aparte, hace años que decidí no volver a volar con Ryanair. Y lo estoy cumpliendo. Todo empezó un 24 de agosto, en un Alicante-Madrid. Padres con dos niñas pequeñas, concretamente 1 y 3 años. Previo pago de embarque preferente, no se me pudo quedar más cara de pringada. Después pasar una primera cola, efectivamente donde pasamos con preferencia, no había finger hasta el avión sino autobús. Sin comentarios. Pero yo, que soy muy rencorosa, (por mucho menos he dejado de comprar en el supermercado de toda la vida) decidí no volar con ellos nunca más. Jamás de los jamases.

Gracias a esta sabia decisión, cuando hace unos días estaba planificando el puente de Octubre, esquivé deliberadamente a esta compañía. Menos mal.

Y sí, puede que pague algo más por los vuelos. Pero mantengo mi palabra. Y ahora leo el lío que se han hecho con las vacaciones de los pilotos y pienso que si les pasa eso con la planilla de vacaciones, que no les pasará con el repostaje, las revisiones técnicas y otros asuntos de interés.

Espero que ningún lector de im-perfectas se vea afectado por el lío vacacional de la empresa de O’Leary. Porque, menudo lío.