Puntas de alfiler (por Crisgallar)

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«Son pequeños dolores,
entre pálidas flores
hay puntas de alfiler».
(Christina Rosenvinge)

Con la que está cayendo que diría el otro. Te asomas a cualquier red social y te viene a la cabeza el famoso dibujo de Goya, todo el mundo a cachiporrazo limpio.  Hay trabajo a mansalva por la cuestión catalana, Galicia tan bonita se quema (la queman, terrorismo puro y duro), un amigo pierde a su padre, otra conocida el trabajo que tenía desde hace décadas, mal rollo por doquier. Total, que hay gente a la que no va precisamente muy bien estos días y yo quejándome de una contractura. Menuda nimiedad niña quejica. Pero tengo derecho a llorar un poquito ¿No? Son mis pequeños dolores, las putas puntas de alfiler. Pero fastidian y cómo fastidian.

El mío es un dolor ya conocido, que me atacó hace un par de meses, en plenas vacaciones playeras y ha vuelto a repetirse, en pleno viaje familiar del Puente del Pilar. Efrén me recuerda que hace unos años ya me pasó lo mismo, en el mismo punto. Lo había olvidado ¿Tendré tendencia a quedarme sólo con lo bonito? Total, dolor continuo, noches de insomnio,  alguna lágrima, coñazo máximo para los que me rodean. Mi pequeña molestia se me hace grande, grande, grande. Y es unan nimiedad cuando sales un poco fuera y ves que la gente tiene problemas de verdad. Qué miserable me siento. Pero es que duele, y cuando te duele algo nada es igual. Cómo cambian nuestros días las puntas de alfiler. Puede ser una contractura, alguna tarea pendiente que no has podido terminar, una llamada o una disculpa pendiente que pende como una losa, una visita que tendrías que realizar y aplazas. Son pequeños dolores, pero cambian el color a los días.

Pese a mis dolores hicimos una visita a Burgos, en Atapuerca. Quizá porque iba dopada y dolorida y jodida pese al solazo, el planazo y la genial compañía hubo dos cosas que me tocaron bastante de todo lo que vi y me hicieron reflexionar. La constatación científica de que fuimos caníbales -los restos de 30 niños de hace 800.000 años cuya carne fue separada del hueso con herramientas prehistóricas lo acreditan- y lo que vi junto a una cruz del camino de Santiago a su paso por esta zona. A los pies de esa cruz, llamada de Matagrande, los peregrinos dejan ofrendas. Unas zapatillas, pañuelos, notas y sobre todo fotos. Fotos de personas que supongo enfermas o quizá muertas, rostros que constituyen el motivo del camino de otras personas que ofrecen su esfuerzo por ellas. Estuvimos mirando algunas, la mayoría de los rostros de gente extranjera que parecía ajena y extraña en esas tierras burgalesas. No eran pequeños dolores, eran dolores auténticos.

Total, que me sigue jorobando el dolor en el hombro, que soy una llorona y no puedo evitarlo. Hasta la canción de la que escogido estos versos ‘La Vida bajo el Agua’ de Christina Rosenvinge habla de dolores más profundos que una contractura cabrona. En fin, qué mal sentirse una niñata quejica, pero a veces pasa.

@Crisgallar, aka Cristina Gallardo Parga  lleva bastante más de una década hablando, a cuenta de Europa Press, de lo que pasa a diario en los tribunales visitados antaño por terroristas del norte y a día de hoy  por chorizos de la peor calaña. También le gusta juntar letras de vez en cuando sobre temas más pintureros, tener canciones en la cabeza y leer historias que le sorprendan. Enamorada, amiga de sus amigos y  maleducada con los monstruos. 

 


9 respuestas a “Puntas de alfiler (por Crisgallar)

  1. A mí lo que me pasa cuando me encuentro mal es que siempre me parece que hay gente peor (y probablemente sea cierto) por lo que procuro quitarle importancia… y normalmente esto me ayuda a «eliminar» parte del problema, al menos de mi mente. Cuando tengo un dolor o malestar persistente lo llevo muy mal, pero sobre todo por pura impaciencia. Demasiado activa para que algo me paralice (o ralentice contra mi voluntad).

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  2. El mundo no se va a parar porque te quejes. Tampoco va a avanzar porque te quejes. Quéjate todo lo que te haga falta, que ya vendrá quien te diga que estás dando la murga de más… si es que eso sucede.

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  3. Cada uno que se queje de lo que estime, aunque a mí me cuesta mucho empatizar con algunos quejidos. Los que vienen por carencias materiales que no son tales me irritan bastante. He echado mucho de menos leer ‘Asturias’ tras la mención a los incencios en Galicia. Por cuestiones sentimentales, vitales, por raíces, los incendios en Asturias me han tenido preocupada, aunque soy consciente de que lo de Galicia ha sido terrible y se ha cobrado cuatro muertes. Pero en mi historia personal Asturias es el paraíso.

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  4. A mi me pasa como a ti, me olvido con relativa facilidad de lo malo, sobre todo cuando se trata de dolores físicos o problemas laborales.
    Yo creo que todos derecho a quejarnos de lo nuestro, sin pasarse, debe ser hasta sano, lo sueltas y a seguir ☺️

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  5. El dolor (físico o emocional) es algo muy subjetivo. Es cierto que a veces vemos dolores mayores pero a cada uno le duele el suyo. No podemos saber si a otra persona le duele más o menos que a nosotros. Sólo somos capaces de conocer nuestro propio umbral de dolor. Un besote y que te mejores!!!

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