Expectativas vs realidad (por Isa)

Broma-¡con-sorpresaPor mi cumple, que fue el lunes, me han regalado varias sorpresas. Y como eran sorpresas, pues no me las esperaba. Hasta ahí, los im-perfectos e inteligentes lectores seguro que me siguen. El tema es que a mí las sorpresas me sientan regular. Esto es un descubrimiento que he hecho esta semana. De hecho, yo creía que a mí me gustaban las sorpresas. Es más, siempre me quejo de que mis allegados no se lanzan a sorprenderme muy a menudo. Pero va a ser que en el fondo me conocen bien, y saben que las sorpresas que más me gustan son las que organizo yo para que salgan como yo quiero. Ceniza que es una.

Y es que da igual los años que pasen, que hay algunos que no aprendemos a ser realistas con lo que esperamos de la vida. Naaah ¿pa qué? No me considero una persona especialmente optimista (negativa tampoco) pero sí una mijita controladora y organizadora, por lo que no puedo evitar generar esquemas vitales para administrar mi futuro próximo.

Desde que tengo uso de razón, he disfrutado imaginando situaciones potenciales en las que yo era la protagonista de una escena de la que, por supuesto, salía siempre bien parada. De niña, mis ensoñaciones eran más inverosímiles, incluso surrealistas y tener superpoderes era una opción frecuente… de adolescente, no llegaba a tanto, aunque sí me visualizaba dejando fuera de juego a alguno de mis acosadores habituales o enamorando perdidamente al chico que me gustaba a golpe sincronizado de ingenio y de pelazo.

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A medida que me fui haciendo mayor, las situaciones eran más cotidianas, más futuribles y realizables. También mis expectativas se fueron moderando.  ¡Qué remedio! Eso es lo que llaman madurar y muchas veces ocurre de forma involuntaria. Pero aún así, sigo sin poder evitar hacerme mi composición de lugar de cómo va a ir esa reunión que me he preparado tanto, de qué va a pasar en el fin de semana que había organizado o en el evento que tenía programado. Y por supuesto, rara vez sale como había imaginado.

Es cierto que la frustración también se educa, pero la mía está todavía en secundaria… y me cabreo cuando las cosas no salen como yo lo había previsto. ¡Incluso cuando salen mejor! ¿Pueril verdad? Por eso, a la tierna edad de 42 años recién cumplidos todavía tengo mucho que aprender: a encajar las cosas según vienen, a valorar las sorpresas, a sacarle partido a las circunstancias, a organizar menos y a improvisar más. Tengo tarea pa rato.

 


8 respuestas a “Expectativas vs realidad (por Isa)

  1. Ay que poquito me gustan las sorpresas y la improvisación. Y aún así este segundo semestre del año voy dejándome llevar e improvisando más, salvo en lo relativo a mis criaturas. Pero volviendo a mi yo menos organizador no me disgusta lo que va surgiendo. Lo que pasa es que acuso cierta resistencia al cambio así que tengo un batiburrillo potente dentro. Potente y esperanzador.

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  2. Mira, te has sorprendido a ti misma 😛 ¡Si hace nada tuvimos una conversación en la que te quejabas de que nunca te habían organizado una fiesta sorpresa! 😀
    A mí me gusta, por ejemplo, encontrarme con un regalito o invitación con la que no contaba. Pero detesto las fiestas sorpresa, especialmente si son para mi cumpleaños. ¡Dicho queda!

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    1. Jajajaja pues sí… qué quieres que te diga, Carol, si es que además de siesa, pueril y controladora soy incongruente… o no. En realidad es que es difícil de explicar pero el tema es que sí que me gustan las sorpresas, pero cuando no espero nada no tengo nada planificado que esa sorpresa modifique. Pero cuando tengo ya un plan mental de cómo van a ser las cosas y la sorpresa implica un cambio de ese plan, me cuesta un poquito asimilarlo. No me gusta tanto que me sorprendan como que me adivinen. Y eso requiere un nivel pro 😉

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