El poder de lo gratuito (por Carol)

Paella popular
Paella popular (fuente: Campogalego.com)

Si hay algo que une a los españoles por encima de nuestras rencillas −territoriales, ideológicas o cualesquiera otras que nos saquemos de la manga− es que nos encantan las cosas gratis. ¡Nos encantan! No sé si es porque somos de la Virgen del Puño, o pobres, o jetas, pero abrazamos con júbilo todo lo que venga a nosotros sin necesidad de rascarnos el bolsillo. 

Si se organiza una paella, cocido o roscón populares, allá que nos apelotonamos un gentío del copón a pegarnos por un platito. Vamos a Fitur y salimos con dos bolsas hasta arriba de folletos inútiles, bolis que no escriben y pegatinas feas a dolor que tiraremos en nuestra próxima mudanza, pero es que como los regalaban… Nos invitan a un chupito de bálsamo de Fierabrás en un tugurio y nos lo bebemos sin dejar ni gota, a sabiendas de que al día siguiente nos sentiremos como si Atila y los Hunos cabalgaran sobre nuestra cocorota. Gustosamente hacemos clic en el botón de “He leído” −mentira− “y acepto las condiciones del servicio” de Google, Facebook o cualquier otra red social con la que perdamos el tiempo. Igual en la letra pequeña dice que vendemos a Satanás nuestra alma y la de nuestros descendientes, pero ¡eh, es que es gratis! Y eso que, como dicen quienes saben de esto, si no tienes que pagar por un producto, es que el producto eres tú

De esto hablábamos el otro día mi chico y yo, acodados en la barra de una taberna de la que somos asiduos porque ponen tapa con la consumición: hay que ver lo fácilmente que cedemos nuestra información más privada a cambio de utilizar por la patilla un servicio de correo electrónico o de crearnos un perfil en redes. Ahora, si tuviéramos que pagar, ¡ahí ya nos lo pensábamos dos veces! Como cuando a WhatsApp se le ocurrió fijar una tarifa de 80 céntimos de pacotilla y pusimos el grito en el cielo y dijimos que había que pasarse a Telegram o volver a las palomas mensajeras. 

Mi amiga María, escritora de literatura juvenil, me cuenta que a las pocas horas de publicarse sus libros, ya están subidos en alguna web de descarga ilegal. Más aún: ¡muchas lectoras han llegado a escribirle para preguntarle de dónde se los podían bajar por la cara!

Hace un par de semanas estuve en un encuentro de periodistas de nuevos medios de comunicación digitales. Entre los objetos de debate estaba la cuadratura del círculo: ¿son sostenibles los periódicos online en una cultura en la que consideramos que todo lo que está en Internet es gratuito? ¿Seremos capaces de entender que es preciso pagar para obtener un periodismo de calidad y no copia-pegas, chismorreos y noticias falsas?

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Francisco Franco y su esposa, Carmen Polo, en la plaza de toros ‘El Txofre’, en una corrida de la feria de abono de Semana Grande. Vicente Martín, 1950 (Fondo Car-Kutxa Fototeka). 

Aún más irritante resulta cuando lo hacen “los de arriba”. Políticos, presidentes de consejos de administración de grandes corporaciones… gente que no tiene precisamente problemas para llegar a fin de mes, pero no paga en ningún sitio, muchas veces porque les invitan para hacerles la pelota y otras porque disponen de una tarjeta de crédito con cargo al erario público para costear sus fiestorros. 

Ya que La Momia está de rabiosa actualidad, recordemos cuando Carmen Polo gustaba de visitar joyerías en las que solía ser obsequiada con algún collar de los buenos. ¡A ver quién le negaba el detallito a la esposa de Franco! El mote de “La Collares” no era casual. Que los ricos sean ricos, tampoco. 

Pues nada, termino de escribir estas líneas en mi procesador de textos pirateado y se las enviaré a través de mi cuenta de correo gratuita a las editoras, para terminar compartiéndolas en nuestros perfiles de Facebook y Twitter. ¡Ay, la vida modelna!  

Carol es periodista (cuando puede) y co-bloguera feliz en Canciones de Buen Rollo. Dice que le gusta lo mismo que a todo el mundo: irse de vacaciones, comer y beber bien y dormir sin despertador. Devota del rock and roll y del cine en V.O., se transforma en Hulk cuando la gente habla o come ruidosamente en la sala. Entusiasta, aunque infiel, lectora de tebeos y tía postiza de un puñado de niños y niñas muy molones.


4 respuestas a “El poder de lo gratuito (por Carol)

  1. Gran post, amiga. A los españoles nos encanta lo gratis pero no sabemos valorarlo. Pensamos que si no se paga por ello, no merece la pena. Y peor aún, algo que nos han estado prestando de forma gratuita (al menos aparentemente) lo tomamos como nuestro por derecho y ay del incauto que decida hacer pagar después.
    Yo soy partidaria de cobrar siempre que se pueda, aunque sea de forma simbólica o por trueque o en especias… que luego pasa lo que pasa 🙂

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    1. ¡Gracias! 🙂
      Esa es otra: en esta sociedad, a lo que es gratis no le damos valor. De ahí la importancia de cobrar siempre por el trabajo que hacemos, por ejemplo. Mucha gente considera que la cultura ha de ser siempre gratis, que es un abuso cobrar entrada en los museos, un dinero que luego no les importa gastarse en otras cosas absurdas.

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      1. Me ha encantado el post Carol. Sobre el gusto por lo gratis, la oferta, la rebaja… de los españoles, efectivamente despoja de valor a la oferta, no terminamos de valorar en su justa medida lo que no nos cuesta nada, eso es así. Sobre lo que comentas de la cultura «gratis» ¡Ay, las prioridades!, pagar 8€ por una copa cuesta menos que pagar los 8€ por una exposición… y así nos va.

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        1. ¡Gracias, Chelo!
          Sí, lo de las prioridades es algo bastante curioso. Y lo que dices de buscar la rebaja, igual. Solo hay que asomarse a Wallapop para ver lo que nos gusta un regateo (bueno, yo no soporto hacer eso, pero hay gente a la que se le da de miedo).

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