Comilonas y residuos (por Chelo)

Señoras, señores, queda inaugurado el periodo de abotargamiento alimenticio propio de las fechas navideñas. Esto dicho así y sabiendo que mucha gente está al borde de la miseria puede sonar muy poco solidario pero es una realidad como un templo para muchos.

Foto: de aquí

Cenas y comidas de empresa, quedadas de amigos, encuentros familiares … se acercan un sinfín de reuniones donde la mesa se llenará de copiosa comida y abundante bebida. Todo como si no hubiera un mañana, como si el mundo fuera a terminarse después de Reyes… un no parar de comer y beber. Son fechas en las que se se incrementan desmesuradamente los residuos derivados de los regalos, pilas, despilfarro energético por luces y adornos (que se lo pregunten a los alcaldes de Madrid y Vigo…) etc.

Da igual lo que esté pasando al otro lado de la calle, seguiremos poniéndonos morados y empachándonos de Omeprazoles para aliviar los excesos. Porque es Navidad, porque nos lo hemos ganado, porque es “lo que toca”.

Pero no os preocupéis, que esta semana celebramos en Madrid la cumbre del clima y los que no son capaces de arreglar el hambre del mundo van a conseguir arreglar el deterioro del planeta. No tengo ganas de hablar de esto hoy, otro día os contaré lo que pienso sobre este interesante tema.

Y para terminar, os dejo con una frase de Wayne Dyer, que me parece que viene muy al caso: «La abundancia no es algo que se adquiera, es algo con lo que nos sintonizamos«.

Esta es una actualización de una entrada de este blog del 2012.


3 respuestas a “Comilonas y residuos (por Chelo)

  1. Pues yo cada año como menos… será la edad, o yo qué sé, pero como cada vez tolero peor los excesos gastronómicos pues no me entran. Los dulces nunca han sido santo de mi devoción y hace años que no compro, y del resto me estoy quitando.
    Lo próximo será pasar de los regalitos y acabaré siendo una asceta antisocial.

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    1. Yo igual. No me gusta esa sensación de estar petada cual pavo en Acción de Gracias, que luego no te entra ni una copichuela ni na… Los dulces navideños sí que me gustan, pero con los años he aprendido a controlarme bastante y los pruebo con moderación. Prefiero excederme con el vino 😉

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