
Puede que a mucha gente el nombre de Purita Campos no le diga nada. Pero a mí y a unas cuantas mujeres de mi generación nos retrotrae directamente a nuestra infancia y adolescencia. ¡Ríete tú de la magdalena de Proust!
Escribo estas líneas tras enterarme con gran pena de que Purita, o Pura, como también se la conocía, ha muerto a los 82 años. Ella es la cocreadora de Esther y su mundo (primero publicada en Reino Unido con el título de Patty’s World) y de Jana, entre otros tebeos, o cómics, como los queráis llamar. A mí no me parece ningún desdoro llamarlos tebeos, la verdad.
A esta dibujante e ilustradora catalana le debo momentos de gran felicidad, porque era ultrafán de sus historietas y pasé muchas, pero que muchas horas enfrascada en su lectura.
Desde que aprendí a juntar letras y hasta que llegué al instituto y me hice una gandula, como diría mi amigo Andrés, fui una lectora voraz. Ahora soy un desastre, por desgracia.
Mi tía Tere era profesora de la extinta EGB, por lo que estaba muy al día de literatura infantil y me regalaba montones de libros. Además, siendo bastante pequeñas, mi madre nos llevó a mi hermana y a mí a hacernos el carnet de la biblioteca municipal y leía tres libros por semana. Y luego, no sé cómo, me hice adicta a los tebeos. Todos los de Bruguera (Mortadelo y Filemón, Rompetechos, Zipy y Zape…), unos de Disney que se llamaban Don Micky… Leía de manera un tanto compulsiva y me gané no pocas petas por llevármelos a la mesa mientras comíamos, anécdota que a mi hermana le encanta recordar en público para sacarme los colores, ¡así que ya la cuento yo!
¿Y cómo se costeaba el vicio una niña con su paguilla semanal? Por suerte, había un kiosco cerca de mi casa en el que cambiaban novelas rosas y de vaqueros y también tebeos. Así que dejaba los ya leídos y me llevaba otra buena tanda. ¡Eso sí que era reciclaje!

Un día descubrí Esther y su mundo y me enganché a la vida de esta adolescente pecosa y algo torpe con los típicos problemas de la edad: complejo de fea, chico que te gusta y te ignora, desencuentros con los padres y todo eso. Era fácil identificarse con ella.
Me encantaban las historias, pero también el tipo de dibujo y que estuviera ambientada en Londres (ya empezaba ahí mi anglofilia). Por eso siempre me fijaba en las firmas: dibujo de Purita Campos y guion de Philip Douglas −admito que no recordaba el nombre hasta que lo he leído en esta entrevista de Jot Down−. Sí, curiosamente, era un hombre quien reflejaba tan bien los sentimientos de una chavala. Entonces no me chocaba eso, pero sí pensaba en quién sería esa Purita que se dedicaba a una profesión tan molona.
Purita fue una auténtica pionera del cómic femenino y una curranta nata, porque en Bruguera explotaban cosa fina a sus dibujantes. Una mujer que, a finales de los 50, se tuvo que hacer hueco en un mundo de hombres y aguantar comentarios del tipo “no lo haces mal para ser una chica”, “esto que tú dibujas son cosas de niñas” y así. “Cosas de niñas” que leían muchos chicos a escondidas en el baño y con un éxito de ventas tremebundo: las historias de Esther/Patty alcanzaron tiradas semanales de 400.000 ejemplares.
Ahora pienso que habría sido genial entrevistarla y decirle cuánto ha significado en mi vida. Siempre se me ocurren las buenas ideas cuando es demasiado tarde. Lo dicho, un desastre.
Carol es periodista (cuando puede) y co-bloguera feliz en Canciones de Buen Rollo. Dice que le gusta lo mismo que a todo el mundo: irse de vacaciones, comer y beber bien y dormir sin despertador. Devota del rock and roll y del cine en V.O., se transforma en Hulk cuando la gente habla o come ruidosamente en la sala. Entusiasta, aunque infiel, lectora de tebeos y tía postiza de un puñado de niños y niñas muy molones.
Cuanto siento la muerte de Purita creo que yo fui junto a mi hermana primas y amigas gran lectoras y admiradoras de su trabajo.Sus dibujos con su talento junto a los guiones narrativos de los cómics de Esther y su mundo nos transportaban a sueños de nosotras como adolescentes.Hoy somos mujeres de mediana edad que siempre tendremos en nuestros recuerdos las etapas de niña a mujer que vivimos con las aventuras de Esther y su querido Amor Juanito.Asi como también las aventuras de Esther de adulta .Hasta siempre gran artista Purita.
Me gustaMe gusta
Era un cómic muy intergeneracional que llegaba a chicas y niñas de edades diversas. Y como bien dices, quedará muy vivo en el recuerdo de muchas de nosotras. ¡Gracias por compartir tu experiencia conmigo!
Me gustaMe gusta
Qué buenos recuerdos me trae leer este post Carol, yo no leí las historias de Esther, pero devoraba otros cómics, como Zipi y Zape, Asterix, Calvin y Hobbes… es curioso que los súper héroes de Marvel no llegaran a mi vida hasta que fui adulta…
Me gustaMe gusta
Soy Chelo 🙂
Me gustaMe gusta
¡Hola, Chelo, jejeje!
¡Qué guai ver que muchas compartimos el gusto por los tebeos! A Calvin y Hobbes los descubrí más tarde. Zipi y Zape me repateaban un poco, aunque pasados los años, me di cuenta de que de pequeña no había pillado la carga crítica del tebeo.
Por cierto, os recomiendo la lectura del cómic de Paco Roca ‘El invierno del dibujante’, sobre la cantera de la Editorial Bruguera y, en especial, sobre Escobar, el creador de ZyZ.
Me gustaMe gusta
Me he sentido súper identificada contigo, socia, especialmente en lo de la convulsión lectora. Mis padres llegaron a preocuparse por mis habilidades sociales, porque me enganchaba y me abstraía de tal forma que era como si no estuviera. Recuerdo que al llegar al complejo hotelero donde veraneábamos lo primero que hacía era localizar la biblioteca, y luego ya leer todo lo que pillaba.
Esther me encantaba, ese rollo y esos vestidos me flipaban, y empatizaba totalmente con ella porque siempre me he sentido muy patito feo (y eso que a mí ella me parecía preciosa) pero yo era más de Asterix, de Mortadelo y Filemón y e 13 Rue del Percebe 😛
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajaja, ahora está claro que se preocuparon sin razón 😉
A mí también me parecía guapísima, más que su amiga Rita, la «guapa oficial».
También fui (sigo siendo) muy mortadelista y de Astérix. ¡Estoy deseando echarle el guante al nuevo, por cierto!
Me gustaMe gusta
Qué buenos recuerdos. Y eso a la edad que los leía (no mucho, lo confieso, era más de Copito e incluso de TBO) no tenía ni idea de la dificultad que tenía una dibujanta
Me gustaMe gusta
Yo debí de empezar con unos 8 o 10, no me acuerdo bien. No entendía bien todo lo que pasaba, claro, pero aún así me enganchaba.
¡También leía TBO! Copito no lo conozco, creo.
Me gustaMe gusta