Pon un obrero en tu vida (por Ana)


En vista de la polémica que generó mi anterior post sobre ni nuevo barrio rico, he decidido escribir otro sobre el otro lado, el proletariado representado por los obreros. Es mi manera de compensar. La idea ya rondaba por mi mente, pero una comida con mis compañeros de trabajo (gracias Eva, Leti y Luisma) me dio el empujón final para escribir. Eva se quejaba de que su barrio llevaba un montón de tiempo en obras y con los mismos obreros en ellas. Cuando ella pasa, haciendo el mismo recorrido todos los días, tiene que escuchar los mismos “piropos” día tras día. De lo que ella se quejaba era que los piropos ya no son como antes, que son bastante más soeces y con bastante poca gracia. Partamos de dos bases: primera, y para que nadie se me enfade, no todos los obreros son iguales, yo conozco a muchos que desaprueban lo que hacen sus compañeros. Y segunda, y más importante, a mí no me han piropeado los obreros en la vida. No es que yo sea una patata con orejas, tampoco soy Carla Bruni (gracias al cielo, acostarse con semejante individuo…), soy una chica completamente normal. Ahora que pienso en ello, viendo a las chicas que piropean, yo soy piropeable total. Mi novio dice que es imposible que no lo hagan (amor de pareja), que es que yo siempre voy distraída pensando en mis cosas. Mi teoría es que yo estoy sorda como una tapia (y de eso pueden dar fe todos aquellos que me rodean y se pasan la vida repitiéndome frases o llamándome a gritos para que preste atención). Espero que sea una de las dos, porque empiezo a deprimirme…Sea como sea, yo no me he sentido acosada jamás en ese aspecto, así que no profundizaré sobre ello.

Pero amiguitos, siempre hay un obrero en tu vida, porque no solo existen los que están subidos a un andamio, como Bustamante en sus tiempos, también están los que entran en lo más profundo, lo más intimo, aquellos que entran en TU CASA, ese templo sagrado, oasis de tranquilidad. Pues bien, ese paraíso un día pasa a ser el mismo infierno. Cuando yo compré mi casa todo era alegrías, incluso organicé una fiesta de inauguración. Con cuarenta personas metidas en cuarenta metros cuadrados (sí, efectivamente, de ahí salieron varias parejas…el roce hace el cariño), el techo literalmente se abrió y dejó caer un manantial de agua. Contentillos como estábamos todos, pusimos un cubo y continuamos bailando alrededor. Tengo que agradecer a mis invitados que de vez en cuando alguien lo quitará, lo vaciará y lo volviera a colocar, porque si no tal vez hubiéramos salido en los periódicos. Al día siguiente, y más sobria (aunque resacosa), me dí cuenta de que eso no podía ser yyyyy…en ese momento empezó mi calvario. Seguro del vecino de arriba, mi seguro, seguro de la comunidad. Uno tras otro, fueron entrando fontaneros, albañiles y pintores en mi casa, y todos se pasaban la pelota, que si eran del de arriba, que si no, que si la junta de culata (ah no, que eso era el mecánico que me dijo que yo ahogaba el coche porque era mujer y novata). Este calvario ha durado 8 años, con arreglos, estropicios, incluso con amenazas de daños físicos (sí, un fontanero al que después de dejarme plantada dos sábados seguidos a las 8 de la mañana, echaron de su trabajo, según él por mi culpa). Me lo arreglaban, al tiempo volvía a salir, luego pasaron años…y obreros por mi vida.

Hay un denominador común en la mayoría de ellos (y que conste que algunos fueron encantadores y aún quedamos a tomar copas): todos eran hombres y todos me trataban como a una inútil, contándome las cosas como si tuviera 10 años. Eso por no hablar de los que me preguntaban por mi marido o me dejaban tiempo para consultar las cosas con él. Vamos, que como había nacido con el cromosoma XX no podía entender de esos temas.

Señores, que somos mujeres, no tontas, que si se nos explica, entendemos que la pintura tiene que secar, que la cañería tiene un roto que hay que soldar o que la silicona es eso que se pone alrededor de la bañera…

Ay, que a gusto me he quedado. La última reflexión que hago es esta. ¿Vosotros pensáis que el tema de la conciliación familiar y el trabajo es difícil? Pues no os habéis enfrentado con la conciliación entre tu horario laboral y el de los obreros. Ellos solo trabajan de 9 a 2 y de 2 a 6. Y los viernes por la tarde, que no se les busque porque no se les encuentra…Nota: yo trabajo en el mismo horario, pero salgo a las siete. Nunca perdonaré a mis padres que me hicieran estudiar, con la pasta y el horario que tiene un fontanero, un pintor, un electricista…


4 respuestas a “Pon un obrero en tu vida (por Ana)

  1. coincido plenamente, no hay nada peor que tener obras en casa, eso y una mudanza es lo peor, si van juntas te muereeeeeeeeeees.

    Animo y valor para todos los que sufren en silencio, acaba pasando y …..suele quedar mono (incluso recibir el vater recibido)

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  2. sí… de hecho, como no tengo tiempo y la inspiración me la secan los teletipos, estoy por volverlo a subir. Total es mío y puedo hacer con ello lo que quiera…

    qué bien descrito, Ana! por cierto, que yo estuve en esa fiesta (creo… lo recuerdo un poco borroso :-P)

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  3. pues si Ana, cuanta razón tienes(por desgracia) pocas cosas hay peores que tener obras en casa. Yo después de reformar por completo dos casas estoy curada de espanto, tengo un vocabulatio de lo más extenso en la materia (incluso he tenido que aprender a decir «oscilobatientes» y de carrerilla, soy experta en bajantes, jambas y lechadas)…
    Isa escribió hace tiempo un post muy cachondo de este tema…

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