Crónica de una comida (por Ana)

Hace poco mi señor novio y yo hicimos una escapada a Córdoba para celebrar su cumpleaños a base de salmorejo, vinitos y visitas a Mezquitas y demás monumentos históricos (la verdad es que sobre todo con salmorejo y vino…y rabo de toro, y berenjenas con miel…vamos, que yo no sé como me dejaron entrar en el AVE con el exceso de equipaje que llevaba en tripa, caderas y culo)

Nos lo pasamos estupendamente hablando de lo divino y de lo humano, profundos como somos nosotros. Yo no conocía la ciudad y me encantó. Pero como este blog no es de viajes ni de temas gastronómicos (en estos últimos soy una experta, y si no conozco el tema que se proponga, ya investigo por mi cuenta, todo sea por mis lectores…pero habíamos quedado en que aquí no hablabamos de esto), me centro en la historia que quería contar…

Un día fuimos a comer al típico bar con patio interior. En la mesa de al lado había una pareja que me llamó la atención. El se había pedido su pedazo de solomillo con patatas y ella un filete a la plancha con ensalada. Pensé que estaba cometiendo un crimen, con todo lo que había rico rico en la carta, pero le concedí el beneficio de la duda, tal vez no le gustaba demasiado comer, o estaba a plan, como dicen en mi pueblo, o tal vez se había levantado un poco revuelta… Pero, no señores, no, ella la era la típica novia roba comida- bebida. Ahora mismo vais a entender a qué me refiero. Ella comenzó a comer su filetito con cara de asco, como con obligación, mientras miraba una y otra vez el plato de él, que cortaba su carne sin ningún tipo de remordimiento, disfrutando anticipadamente de ese manjar de dioses, sabiendo que el momento de disfrutar de una comida es uno de esos instantes de felicidad que la vida nos regala. Yo comencé a sospechar lo que iba a pasar, y la buena muchacha no me defraudó. Fue acercando su tenedor al plato de él como quien no quiere la cosa, mientras le miraba y le daba conversación para que su cándido acompañante no fuera consciente de la maniobra que estaba realizando. Incluso tuvo la desfachatez de acariciarle la cara mientras el tenedor se acercaba sigilosamente al punto clave. Finalmente encontró su objetivo y clavó las puntas del instrumento en un delicioso trozo de carne jugosita del plato de su amado, que la escuchaba atentamente. Ella paró de hablar y se llevó el tenedor a la boca poniendo cara de placer…El la miro con cara de no creer. A continuación ella, sabiéndose descubierta, le preguntó si podía coger una patata…El puso cara de saber que al final terminaría compartiendo su plato con ella. Y así fue, la muy bruta se zampó su filetito, su ensalada, y la mitad del plato del chico que posiblemente se quedó con bastante hambre…

Eso es una novia roba comida-bebida. Otro ejemplo es aquella mujer que cuando sale con su chico y amigos no se pide nada: “no tengo sed, luego si eso en la próxima ronda”. Su novio pide una Mahou bien fresquita, le da el primer trago, dejando que la cerveza resbale por la garganta, disfrutándola…hasta que la roba comida-bebida le pide un traguito, y terminan compartiendo el botellín. Pero vamos a ver, que no, que una cosa es dejar claro desde el principio que se comparte el plato o la bebida, y otra distinta es no pedir lo que se desea para no tener remordimientos (oh dios mío, no puedo pedir patatas que engordan, no puedo pedir cerveza con las calorías que tiene, o dios mío, ya he bebido demasiado por hoy…) y luego robar, porque eso, señores, se llama robar. Conozco parejas consolidadas en las que el chico directamente le dice a la chica que no, que se pida ella lo que quiera, momento en el que ella responde que no puede con un X entero, pues hija, toma lo que puedas y deja lo demás, es la contestación del sufrido novio, a lo que yo añado: no fastidies al pobre que no solo se ve capacitado para tomarse un solomillo o un botellín, es que se comería la vaca entera y se bebería el cajón de cerveza que tiene el camarero metido en la cámara si pudiese. Lo malo es cuando la relación no está consolidada y el pobre inocente no puede quedar mal delante de la chica de sus sueños, vamos, que se va a casa muerto de hambre y a lo peor y en muchos casos, a dos velas…

Chicas, disfrutemos de la comida, la bebida y dejemos a nuestros hombres hacer lo propio seguro que ellos nos lo agradecerán eternamente…

P.D. No es que yo sea una cotilla, es que me fijo en las cosas para luego contarlas aquí. Además, todo esto duro poco y yo disimulé muy bien mientras miraba y le hacía la narración a mi novio que estaba de espaldas. A propósito, creo que él tal vez piense que soy un poco hipócrita, porque a veces, pero solo a veces, tal vez con los cambios de luna o la disposición de los astros, me convierto en una de ellas y no puedo evitar robarle vilmente…pero en mi caso y, como os comentaba, es cuestión de documentación, tengo que probar de todos los platos por si un día escribo sobre cocina…


6 respuestas a “Crónica de una comida (por Ana)

  1. jajajaja

    Laura, eso pasa mucho mas en EEUU que en Espania (es que el teclado vietnamita no tiene las teclas importantes), pero cada vez se va viendo mas… por desgracia!

    Yo soy del tipo zampona (al cuadrado) me las apanio para que mi santo pida platos duifrentes a los mios de forma que asi puedo probar cuatro cosas en lugar de dos, generalmente las compartimos… pero cuando no, le robo impudicamente la comida sin ningun tipo de arrobo. Y la bebida tambien, si procede. Pero es que lo nuestro es una relacion mas consolidada… Aqui ya sabe que esto es lo que hay.

    besos mil desde Hoi An!!

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  2. Reconozco que al pobre chico le han hecho una faena, pero llevo mucho peor las chicas que les da verguenza comer delante de su novio entonces se piden una ensalada y ni siquiera se la acaban! La semana pasada estuve de vuelta en el hogar en estados unidos, cenando con unos amigos en un restaurante de marisco buenisimo y la chiquita de al lado solo ceno una ensalada de tomate y mozarella…que desperdicio!

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  3. Aquí el marido de la mamá pediatra. Yo soy un apasionado de la cocacola. No bebo mucha, pero un botellín dos o tres veces por semana sí cae. Tengo mis manías : de botella, una rodaja de limón y 1 solo hielo (2 la aguan, 1 es la cantidad perfecta). Lo ideal es botellín de vidrio de 35, la lata no es lo mismo. A lo que iba. Me dejo un último trago. Es el trago perfecto. Ni demasiado largo como para que el gas no te deje terminarlo (sin sofocar un chisporroteante eructo o sacarlo por la nariz) ni demasiado corto como para no saborearlo plenamente en boca. El trago perfecto es el último, ese que va después del último bocado de frankfurt, de lomo con queso o de bocata tortilla. Como suelo desayunar solo o en compañía de algún colega del curro, nadie me estropea el último trago. Pero ahí llega la mamá pediatra en su faceta roba bebida. Ella no se pide nunca una cocacola entera, no, vamos, ella no puede o no tiene sed o … pone cualquier tontería de excusa, que tras 12 años de relación ya sería como para no andarse con remilgos… pero en fin. Cuando ve que me queda justo el trago perfecto en el vaso, salta sobre él, lo pilla por banda como una cobra muerde a un ratón, más rápido de lo que la vista capta te ha dejado sin trago perfecto. A veces lo termina y a veces deja una mierda de culín que no llega a ecupitajo y que ya no me vale para nada… Pues eso, la mamá pediatra es una roba cocacola confesa. Eso sí : en un patio restaurante cordobés de paredes albas ajardinadas, alféizares floridos y macetas atrincheradas, rabo de toro y salmorejo, qué si no. ¡Salud!

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  4. yo soy del tipo «zampona», salta a la vista, por que yo lo valgo!

    lo que no soporto es que se beban mi bebida, eso ni cuando no eramos pareja consolidada, hombre por favor!!!

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  5. Yo soy el caso contrario, una ceba hombres, porque siempre lleno el «ojo antes que la calabaza» (como se dice en mi tierra que viene a ser que lleno el ojo y luego no me cabe en la panza. Y tengo buena calabaza, pero acabo pidiendo demasiado y al final mi chico acaba zampadose todo lo suyo y un poco menos de la mitad de lo mio, ahora sí a la hora de beber puedo beberme un charco y quedarme tan ancha, mejor dicho quedarme mucho más ancha, jejeje.

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