Es un día gris de otoño. Miras de reojo por la ventana, hacia la Castellana y ves el tráfico y la lluvia. Y casi puedes sentir el aire frío. Estás haciendo un informe para un cliente y, buscando unos logotipos, te encuentras con esa carpeta donde guardaste las fotos de las últimas vacaciones de verano. Porque eres así de ordenado y no se te ocurre tener una carpeta para las cosas del trabajo y otra para los asuntos personales. Por curiosidad, abres la carpeta y eliges una foto al azar. La abres y ves un mar enorme, azul, con olas coronadas de espuma blanca. Sobre la arena, una única figura. Una surfista rubia que mira al horizonte, tratando de adivinar en qué momento llegará la ola buena.
Aunque te parezca increíble, casi puedes sentir el olor a sal. Tu mente se ha fugado de la oficina, ha retrocedido meses y se encuentra en un lugar mucho más placentero. Y no contento con rememorar tus últimas vacaciones, decides que ese informe puede esperar un poco y abres carpetas con fotos de tus vacaciones pasadas. Y te ves sentado sobre una roca en el Cañón del Colorado, esperando al metro en el Loop de Chicago, abrazado a uno de tus mejores amigos, cerveza en mano, en Albufeira, fotografiando el edificio Dakota de Nueva York, posando junto a la Fontana di Trevi en Roma…
Y es justo entonces cuando piensas que quizás esos momentos no vuelvan a repetirse, porque casi todos tus amigos se han casado y tienen hijos, y la vida sigue su curso natural aunque tú te empeñes en quedarte plantado en el tiempo… Sacudes la cabeza, piensas que el otoño es deprimente y te obligas a volver al maldito informe, que tienes que entregarlo antes de comer. Te ríes con el último comentario jocoso de Manu y decides que a fin de cuentas da igual, que ponerte nostálgico no va a cambiar nada y que es mejor seguir adelante, porque después del otoño vendrá otro invierno, otra primavera, otro verano… y otro otoño deprimente.
No Arantxa, no estás sola, yo estoy de acuerdo contigo, me encanta el otoño y el invierno. Lo que destacaría es la capacidad de evocación que tiene una imagen, como puede llevarte a un olor, a un sabor, a un sentimiento… Muy bonito post, Rubén, muchas gracias por colaborar con nosotras.
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Bienvenido a Im-perfectas. A riesgo de quedarme casi sola, me gusta el otoño. Ya llegará el próximo verano, se trata de una cuestión sucesoria.
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Nostálgico y bonito texto Rubén. Yo tengo también mis sentimientos encontrados con esta estación pero si vives en Madrid se lleva mucho mejor, la mayoría de los días puedes disfrutar de una cervecita en una terraza que siempre te lleva por segundos al verano.
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El otoño me provoca una sensación de zozobra muy similar a la que describe Rubén, con sus cielos grisáceos y sus nubes amenazando llanto…
Es tan fácil dejarse llevar por la añoranza del verano recién abandonado… Tan fácil como nocivo. Lo difícil es verle el lado bueno a la estación y eso, seguir adelante.
¡Ánimo!
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Tengo sentimientos encontrados con respecto al otoño… siempre lo he dicho, cuando el otoño en Madrid es bueno, es la mejor estación, las calles están preciosas con esos árboles teñidos de amarillo, no hace ni mucho frio ni mucho calor… pero cuando es malo… es lo peor! Lluvia y más lluvia, frío, resfriados a titi plen…
Gracias por la colaboración Rubén!
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Noooooooo, el otoño no es deprimente 😦 a mi me gusta y me gustan muchos cambios que acompañan a vivir la vida!! Yo de esta foto veo sobre todo esa arenilla del mar que se te mete hasta por le colodrillo cuando estás sudando a chorros y no hay manera de quitártela.
Besitooooooooooooos y ánimo.
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Melancólico texto! Menos mal que aparezco yo para endulzarlo con mis bobadas…
Rubén lo mejor que le puedes decir al otoño es eso de 'Autumn you minds me a cucumber'.
Ya verás como funciona! 😉
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