Ya os he dicho alguna vez que la escasez de tiempo libre, el estrés laboral y personal y la adicción reconocida y en vías de erradicación a las redes sociales en su vertiente ‘móvil’ van mermando cada vez más mi tiempo de ocio dedicado a la lectura… ¡con lo que yo he sido!
De niña devoraba libros de cualquier temática, grosor o tamaño la letra. Era lo que más me gustaba hacer. Llegaba al apartahotel de la playa donde iba a veranear con mi familia y, mientras mis hermanos se iban por ahí en búsqueda de nuevas amistades, yo lo primero que hacía era preguntar si había biblioteca para poder hacer acopio de material suficiente para las siguientes dos semanas.
Cualquier psicólogo habría podido alertar de mi preferencia por la ficción en las letras que por la vida real, y habría indagado en causas funestas que propiciaron tal aberración… Por suerte, a nadie más le interesó mi patología y he conseguido alimentarla sin problema a lo largo de los años.
Ahora, mi feroz apetito de palabras se ha visto contrariado por los quehaceres y el cansancio y solo puedo permitirme el consumo de literatura en pequeñas dosis, como las pildoritas estimulantes de ‘La Aldea de F.‘, un libro de microrelatos, de breves incursiones en un mundo onírico y surrealista con el que abstraerse lo que dura un trayecto de metro -del que vuela-.
Para mí, que soy una cuentista incorregible, ‘La Aldea de F.‘ es un orgasmo intelectual y sensorial múltiple, y para sus cuatro autoras –las Microlocas– es una orgía a «ocho manos». La técnica de escritura es tan innnovadora que hace tambalearse algunos de los supuestos más asentados del universo literario como el de la creación individual o el aislamiento del autor.
Partiendo de un texto del escritor mexicano Juan José Arreola, El guardagujas, que nos presenta el embrión de la Aldea de F., las autoras elaboran la historia del lugar, se entromete en las intimidades de sus habitantes, en sus sueños y temores dotando a la aldea de una personalidad única y a la vez variada -con las cuatro caras de las cuatro almas que hay tras ella.
Os dejo uno de estos suspiros de vocablos, para que vayáis abriendo boca, cuyo título resulta ideal para nuestro blog: ‘Ecuación imperfecta‘: En su cuaderno de matemáticas, la adolescente dibuja un corazón y se lo enseña al profesor. «Buen trabajo, son dos elipses perfectas», dice él, y le pone un diez. Ella llora pensando que én nunca sabrá que le quiere. Él sufre, porque no tiene otra forma de decirle que la ama.
Nota: Las Microlocas son Eva Díaz Ríobello, Isabel Wagemann, Teresa Serván e Isabel González González.
De nada 😉 te puedo asegurar que te va a encantar…
Son geniales y sí, después de leerlos te dan ganas de ponerte a escribir.
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Gracias por la recomendación, te puedo asegurar que me lo voy a leer… últimamente estoy muy metida en el mundo cuento porque me gustaría empezar a escribir algo (de ilusión también se vive y lo de ser escritora siempre me ha llamado) y creo que el formato de la «pequeña narración» es difícilisimo y por ello, me atrae para empezar, si superas el tema síntesis, ya puedes escribir cualquier cosa…
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Espero tener la oportunidad de reseñar más libros tuyos, artista 🙂
Lo he disfrutado mucho y como tal, lo cuento.
Gracias a ti por escribirlo en 1/4, por venir y comentar. Muuuack
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Solo diré que enganchan, y que algunos no te queda más remedio que leerlos varias veces. Como cuando te enamoras de una canción y te la pones en bucle, para deleitarte una y otra vez 🙂
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Yo no le hago ascos a nada que esté bien escrito y sea interesante 😉 Los relatos cortos me parecen un género complejo. Soy una persona que valora mucho la capacidad de concisión, serán vicios de 'teletipera' y ser capaz de transmitir y transportar en cuestión de minutos como hacen estos cuentos me parece una sublimación artística. Una suerte de hipnosis placentera.
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Muchísimas gracias por tu generosa reseña, Isa!! Con lectoras como tú da gusto escribir. Un besote de Las Microlocas!!!
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Anotado, me lo leeré seguro. Me pasa como a tí, cada vez me cuesta más empezar y terminar libros como los que me leía antes en menos de una semana. Esta alternativa es perfecta para mí.
Gracias!
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¡Pues eso me hace mucha falta!
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Parece interesante, aunque no soy de relato corto. Soy una lectora voraz de novela y ensayos variopintos, ahora atrapada por «Crimen y castigo». Tampoco yo tengo mucho tiempo libre, pero todos los días leo un poco o un bastante, según la jornada.
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Tú sí que tienes cuento, Grooveman… jajajaja cierto, que escuchados por las autoras se sublima el invento, pero si te relata los cuentos tu propia voz en off también mola 🙂
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Te va a encantar, Carol. Tiene cuentos realmente sublimes, que te transportan lejísimos en solo dos estaciones de metro.
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Gracias por venir y dejarnos tu comentario, Clara. Realmente, lo es. Y tu prólogo también 😉
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Ya verás como te mola, Mi Álter Ego 😉 es especialmente favorable para los que no tenemos tiempo…
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Ahora que lo dices, un poco cuentista sí que eres sí. He tenido oportunidad de asistir a las presentaciones del libro y he de decir que las historias ganan leídas, sobre todo porque las 4 microlocas saben darle la intensidad adecuada. Sin duda, un libro muy recomendable, aunque yo lo haya escuchado más que leído… 😉
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Qué chula esa «Ecuación imperfecta», voy a seguir tu recomendación literaria. Lamentablemente a mí me pasa lo mismo, tardo siglos en terminar un libro y la mayor parte del tiempo leo en el metro. Es triste 😦
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Un libro inicial e impecable, no hay que perdérselo.
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Hoy voy fatal de tiempo pero prometo echarle un ojo. La cosa promete. Besotes!!!
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