El sentido del olfato (por Arantxa)

Hoy es 50 de mayo y el calor se resiste a instalarse. Tranquilos los amantes del chapuzón piscinero, las terrazas, la arena de la playa. La estación veraniega entra mañana y las temperaturas van a subir.

Yo soy unas de esas personas, raras, pocas, que detestan el calor. Antes me avergonzaba decirlo pero ya no. Y una de las cosas que más me repugna del verano son los olores. Como viajo en metro cada día sufro el hedor que desprenden algunas personas, ya desde primera hora de la mañana. De todos los sentidos el que tengo más desarrollado es el del olfato. La vista anda algo mermada, porque padezco miopía, y por contra, el olfato, que se me antoja el más inútil de todos, es el más agudo en mi.

Mi olfato de perro es un castigo durante el verano, no podéis imaginar hasta que límites. Me obliga a moverme por los vagones de metro y a contener la respiración para no aspirar aroma alguno. Cuando entro en el vagón suelo respirar por la boca y juego a paralizar el olfato. Y es que, por cada fragancia agradable que perciban mis fosas nasales habrá al menos cinco que no lo sean. Esto es empirismo puro. Como en invierno todo se camufla bajo capas de ropa, pues nariz que no huele, o lo hace con menor intensidad, feliz que está una.

Es, además, el sentido que más perdura en la memoria, el más evocador y emocional de todos – el famoso pasaje de la magdalena de «En busca del tiempo perdido» lo deja bien claro-. Tengo grabadas, para mal, en mi memoria olfativa la colonia que usaban dos ex parejas mías. El otro día iba sentada en el metro al lado de un tío que olía a una colonia de Armani, la favorita de un ex novio de cuyo nombre no quiero acordarme. En cuanto percibí el aroma, que aborrezco, me acordé del tipo y de lo escaldada que salí del noviazgo en cuestión.

Por contra, algunos de mis olores favoritos son el de las cajas de pinturas, el del pan recién hecho y el del anís. Me recuerdan a la infancia, a la felicidad del colegio, a la panadería del barrio en el que crecí. En cuanto al anís, era el toque maestro que le daba mi padre al arroz con leche, como lo hacen los asturianos, que gustan de presumir que la gente de Madrid no le pilla el punto a tan contundente postre a la hora de cocinarlo.

Ahora es momento de acabar este post, huelo a cena y es que la comida me entra antes por la nariz que por la vista. Porque a mi, en parte, se me conquista por el olfato, aunque ese tema ya es otro.


15 respuestas a “El sentido del olfato (por Arantxa)

  1. Lo que me lleva a afirmar que no todos los españolitos son de ducha diaria. Para nada. Y en todo caso sin cambiarse de ropa poco ayuda la ducha. Que feliz se vive de vacaciones sin ir en metro.

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  2. Cierto, en verano el tema de los olores se agudiza mucho. Lo que dices del metro (yo también lo uso a diario) es bastante desagradable y es verdad que en invierno se nota mucho menos, también con frío la gente suda menos. Como dice Ana, yo puedo entender que alguien huela regular después de todo el día currando vete tu a saber en qué y donde, pero la gente que huele mal porque no se ducha a diario o no se cambia de ropa… eso ya es otro cantar y se llama ser un guarro.

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  3. je,je,je divertido post y completamente real. A mi pequeña de casi 4 añitos le debe pasar algo similar, en casa la llamamos «rastreadora» ..je,je,je simplemente entrar en el coche, ahora que hace tanto calor, le resulta insoportable, empieza a decir…que mal huele…..y es simplemente olor a coche..pobre mía cuando tenga que empezar a utilizar el transporte público.

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  4. La verdad es que esto de los sentidos, yo lo tengo bastante atrofiado. Soy medio sorda, tengo un poco de miopía y oler no es que huela más de lo normal, creo yo… así que poco te puedo decir… Eso sí, hay gente que huele a sudor después de un largo día de trabajo y otros de empiezan a oler a primera hora de la mañana, lo que no me parece normal…

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  5. Por eso me encanta el clima del Norte de España y el de Londres, que es la única pega que muchos ponen a la ciudad, hace que aún me guste más ir. De todas formas, donde tú vives el calor no llega a ser excesivo. Un beso y gracias por opinar.

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  6. Arantxa, lo del calor y el olfato creo que es cosa de familia 😉 Yo preferiria vivir en un sitio con un clima como el de las Islas Britanicas, que en un sitio donde siempre haga calor. Aunque mi ideal es que haya estaciones. Ni siempre frio, ni siempre calor… Y tambien hay olores que me traen recuerdos de lugares, personas o momentos pasados. Me da que esta en el ADN de las Menendez 😉

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  7. Yo también adoro el olor de las pinturas, y tambien hay algún olor que no me agrada pues me recuerda a algún mal momento o alguna persona que no trae buenos recuerdos.
    Claudia.

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  8. Yo también tengo un agudísimo sentido del olfato, auspiciado además por unas más que representativas fosas nasales. Y estoy encantada. Forma parte de mi optimismo vital: hay más olores buenos que malos, y de los malos procuro acordarme menos 😉
    Hay estudios que evidencian el poder nemotécnico de los aromas, y en mi caso doy fe (y sé que en el tuyo también).

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  9. Jajaja. A mí sí me gusta el calor pero tengo que reconocer que, justamente, uno de sus mayores inconvenientes son los olores que hay que soportar. Yo lo paso fatal también en ese sentido. Tengo también mucho olfato, y eso que soy fumadora, que se supone que olemos menos. Si dejo de fumar voy a saber cuándo están friendo un huevo en Nigeria. Jajaja. Un besote, guapa!!!

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