El brazo de él la rodea, ambos acostados de lado… la mano de él, lánguida, relajada, sobre uno de los pechos de ella. La cadera de ella encajando perfectamente en el pubis de él, jugando a rozar, a provocar…
El pelo de ella contra la cara de él, que aprovecha para succionar el olor de ese cabello del que hace un rato tiraba mientras le besaba y mordía el cuello, ese cuello largo, elegante… Sus respiraciones acompasadas, la inhalación de él, la de ella, ambos exhalando juntos el aire que llega mansamente a sus pulmones, el hálito vital que en estos momentos también se convierte en placer, como si los dos pudieran atrapar todo el oxígeno del universo y convertirlo en paz dentro de su interior…
Quién se lo iba a decir, cómo iban siquiera a pensarlo esta mañana cuando se levantaban perezosos, odiando el momento de coger el metro e ir a trabajar… Quién se lo iba a decir cuando desarrollaban sus tareas de manera anodina y distraída… Quién se lo iba a decir cuando ambos, después de meses, años acudiendo a sus oficinas en el mismo edificio y sin haberse visto jamás, se encontraron en el ascensor, ese ascensor que les iba a llevar a lo más alto del cielo…
Vivimos tiempos difíciles, de prisas, miedos y dolor… ellos se miraron y decidieron utilizar la prisa a su favor… Intercambiaron unas palabras… de repente surgió la idea de ir a tomar un helado para combatir este calor… utilizaron los miedos para pensar que quizá, si no iban juntos, nunca más se volvería a dar la oportunidad… El dolor les recordó, a cada uno con sus circunstancias, que la vida pasa rápido y no tenemos edad para tonterías…
Ella se vuelve y queda tumbada de nuevo de lado, pero esta vez mirándole fijamente, sus labios cerca de los suyos pero sin rozarlos… la cara de aquel que tienen enfrente se desfigura por la cercanía de los ojos… Ella le dice: “creo que todavía no he pronunciado tu nombre” Él: “Es cierto, y me gustaría oírtelo decir” Ella: “Solo si tú dices el mío” Y los dos, a la vez, pronunciaron el nombre de aquel al que todavía no conocían y, vete tú a saber, si iban a tener la posibilidad de conocer más adelante… Pero ahora es ahora, y el otro está pronunciando su nombre… eso es lo que vale…
Ánimo, Isa, tu lucha está dando muy buenos frutos, creo que tanto tú como yo, desde hace un tiempito, empezamos a tener claro que no hay más verdad que esa: vida solo hay una y hay que exprimirla minuto a minuto… Un besazo…
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Me alegro que te halla gustado Mi Álter… Un besazo para ti…
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Gracias, Chelo, lo intentaré… las musas, que ya sabes que en la mayoría de ocasiones son esquivas… Un besazo…
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Muchas gracias, la gata… me ha encantado tu reflexión: ya hablaremos del futuro cuando se convierta en presente… Un besazo…
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Gracias a ti, me emociona que las cosas que escribo puedan suscitar ese tipo de reacciones… Un abrazo fuerte fuerte…
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Me encanta que lo veas como yo me planteaba, un final abierto y misterioso… No sé, lo mismo otro día me lanzo y avanzo la historia, aunque creo que es mejor dejarlo así…
Gracias por la recomendación de la película, la veré sin duda… Un besazo…
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Delicioso y poderoso relato, Ana. El deseo se construye y se vive en el momento y hay que saber verlo y disfrutarlo.
Hace años que lucho contra mi tendencia planificadora, que me dificulta saborear el ahora… Seguiré en ello.
Un beso
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Qué bonita historia… Y muy cierto. A veces no sabemos qué sucederá mañana pero eso no debe impedirnos disfrutar del presente. Un besote!!!
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Muy chulo Anan, nos tienes que regalar más de estos, un beso!
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No podemos dejar no pasar cosas como esa.
La vida es dólo una y no estamos para perderla. Qué importantes son los Ahoras como ese!!…ya hablaremos de los futuros cuando nos lleguen…(si es que llegan algún día).
Muy bonito relato Ana. Un beso.
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Escalofríos y aún no sé bien porqué… eso me queda como ejercicio interno. A ti te dejo un, me ha calado bien dentro. Me ha gustado mucho, gracias!. SaluZ y abraZos.
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Me encanta el relato, muy sugerente. La historia queda abierta … puede que él o ella estén casados, y se hayan dejado llevar. Y en ese caso, ¿volverían a verse, a ese ahora? La vida puede cambiar en un instante, pero su momento es ese. Les imagino con un futuro, cosas mías.
¿Has visto la película «En la cama» de Matías Bice? Creo que te gustaría.
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