El otro día escuché en el metro una discusión monumental entre una madre y un hijo de unos 14 o 15 años sobre el uso del móvil. La madre le amenazaba con dejarle sin móvil –desconozco el origen de la amenaza- y la reacción del niño me llamó bastante la atención. Era como si le estuvieran dejando sin brazo, “no tienes derecho” le decía a la madre, “en el móvil tengo todos mis contactos y si me lo quitas ya me dirás como hablo con mis amigos”.
Los niños de ahora, que han nacido con esta saturación tecnología en la que vivimos y han crecido con el mundo de las redes sociales, tienen una concepción de las “relaciones” diferente a la que tenemos los adultos, por muy metidos que estemos en el mundo social on line o seamos unos tekis de aúpa. Claro que hay adultos que se refugian en el mundo social de Interner para esconder una carencia absoluta para las relaciones cara a cara, pero esos se han amoldado, han aprovechado las redes sociales para ser un poco más felices, a su manera claro.
Pero los niños ya no conciben este mundo de otra manera. En el cole les dicen que busquen información en Youtube, que lo miren en la Wikipedia, en Google… En casa muchos tienen acceso a tabletas con las que juegan mientas ven la tele, con tres años ya saben cogerte el móvil y ponerse un vídeo, saben entrar en la Apple Store y buscarse juegos “gratis”. Es alucinante.
Pero los niños ya no conciben este mundo de otra manera. En el cole les dicen que busquen información en Youtube, que lo miren en la Wikipedia, en Google… En casa muchos tienen acceso a tabletas con las que juegan mientas ven la tele, con tres años ya saben cogerte el móvil y ponerse un vídeo, saben entrar en la Apple Store y buscarse juegos “gratis”. Es alucinante.
El mundo de las relaciones ha cambiado, los adultos lo vamos asimilando y los niños y adolescentes no conciben la vida sin conexión digital. No sé si esto será bueno o malo, mejor o peor que lo que los de mi quinta y generaciones anteriores vivimos, pero lo que está claro es que el círculo de la percepción de las relaciones ha evolucionado de manera brutal.
Todavía no sabemos controlar muchos de los efectos colaterales de esta inmersión digital, el alcance que tiene puede ser tan grande que se escapa incluso del sentido común de la gente adulta, con lo que para los niños puede ser un mundo a veces explosivo. Tiene también muchísimas cosas buenas, claro que sí, otro día puedo escribir sobre todo lo positivo que nos ha dado el acceso virtual a cosas, sensaciones, experiencias…
Hoy os quiero recomendar una peli que vi el otro día y que va un poco en la línea de la parrafada que acabo de soltaros: Disconnect, de Henry Alex Rubin. Es un film sobre la incomunicación centrada en un grupo de personas en busca de conexiones humanas a través de las redes sociales. Tal y como cita esta crítica, el director “descubre el tapete de nuestro mundo, ese territorio ya inexistente que separa lo real de lo virtual, la broma de la tragedia, lo íntimo de lo público, la confidencia de la traición…, volcamos nuestra vida, ilusiones y secretos en las yemas de los dedos y lo lanzamos, como dados, a la ruleta de la red social o antisocial”.
Para reflexionar.
Tu lo has dicho Ana, sentido común… de ese que a veces es difícil encontrar en muchos adultos…
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Si, con los niños sobre todo, supervisión, no podemos aislarlos de ese/este mundo, pero si podemos guiarles y enseñarles a hacer un buen uso.
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jajaja seguro que en breve los monitores evolucionaran y hasta podremos tocarnos en la distancia 🙂
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Si Elvis, a mi es lo que más me atormenta de este tema, lo que esté por llegar…
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Realmente en términos de facilitarnos la vida la digitalización social ha sido un paso enorme.
Muack!
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Es un tema que me preocupa sobremanera… Tengo una sobrina de 3 años que maneja el ordenador, la tablet, el móvil, el dvd y todo aparato que le des como si fuera un sonajero… Y pienso que eso está bien, que está preparada para la vida que le espera, pero por otro lado me asusta, se me ponen los pelos de puntos… Por otro lado, luego la veo reclamar ir al parque o que juegues con ella al escondite, o la sorprendo pintando una flor o una cara a su manera, y pienso que las cosas son como deben de ser siempre que el sentido común impere. Es lo que dice Arantxa, una cosa es el uso y otra el abuso, y de eso somos responsables los adultos.
Claro, que aquí nos encontramos con otro problema, que los adultos sean lógicos, que no estén enganchados a las redes sociales, etc…
Yo creo que la tecnología y el mundo digital no es nuestro enemigo y que no hay que poner puertas al campo, tengo varias parejas de amigos que se han conocido ciberneticamente y les va muy bien, pero hay que educar a los niños y a muchos mayores para que esta vida virtual no se convierta en vida real, nunca, nunca…
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A priori parece que la era 2.0 es la de la hiperconexión, pero de forma un tanto impersonal, fría y superficial. Por ejemplo las amistades por facebook, la mayoría no son tales.
Una cosa es el uso y otra el abuso, y lo mismo que hay gente geek hay gente que no ha pasado por al aro.
¿Es malo que un niño use una tableta? Si es supervisado por un adulto, con control, y siempre que eso no sustituya a los juegos de la infancia y los libros no lo es. Mi hija de 6 años está loca con el iPad, pero juega mucho -cocinitas, a mamás, con sus muñecos…- y lee en el formato de toda la vida. La pequeña está menos fascinada, pero ya va cayendo.
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La verdad es que hay que tener cuidado con esos temas. Las redes sociales nos facilitan la vida en muchos aspectos. Sobre todo si tenemos gente que está lejos pero no hay que olvidar las relaciones cara a cara porque, de otra manera, seremos seres a un monitor pegados. Un besote!!!
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Desde luego que es una pena. Lo peor de todo es que esto no ha hecho nada más que empezar y sabe Dios hasta dónde llegará.
Saludos.
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Un tema peliagudo y recurrente en im-perfectas. Nos preocupa la digitalización de las relaciones humanas, un cambio revolucionario en la forma de establecer y mantener el contacto con nuestros congéneres que es ya absolutamnente irreversible.
Asusta ver como nos ha trastocado la vida (a veces para bien y otras para mal) y más aún ver como nuestros hijos -los nativos digitales- interactuan a través de la tecnología con la soltura de quién ha nacido junto a ella.
Creo que, como en casi todo, en el término medio está la virtud. Si la digitalización de nuestras vidas pasa por perder el contacto físico será negativo. En cambio es indudable, que mejora muchos aspectos de la vida cotidiana y facilita gestiones y relaciones a distancia.
En fin, una complejísima caja de Pandora.
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