Escapar (por Ana)

Hoy, y casi todos los días últimamente, me encantaría coger un coche y largarme, dejar todo atrás, ver las imágenes cotidianas desaparecer a través de mi retrovisor, envueltas en la neblina que deja el polvo de la carretera al contacto con mis neumáticos.

Hoy me he sorprendido a mí misma cantando a voz en grito, entonando con un sentimiento y un dolor que hacía mucho que no mostraba. La letra de esta canción salía de mis labios como si la hubiera escrito yo mí misma, como si cada una de las palabras salieran de mi corazón… sintiéndome totalmente identificada con esta canción:

Me encantaría hacerlo, robar un coche y largarme… en cambio me quedo… me quedo en esta ciudad que genera en mi interior un sentimiento de amor-odio enorme. Me quedo en esta situación caótica de crisis, desempleo, dolor, pasividad, agresividad, depresión… Me quedo en este país en el que los gobernantes rigen sus decisiones teniendo en cuenta el grado de beneficio para ellos mismos. Me quedo y no hago nada, nada… sí, me manifiesto siempre que tengo la oportunidad de hacerlo, me enfado, me tomo cañas con amigos en encuentros bañados de críticas, insultos a políticos, sistemas de gobiernos, monarquías… y de nuevo dolor y la desesperación… Protesto, pongo reclamaciones oficiales, hablo con quién tenga que hablar y en estas conversaciones me doy cuenta de la crispación que escapa de los labios y los ojos de todos y cada uno de nosotros, el miedo que hace que el de enfrente se convierta en nuestro enemigo automáticamente, ya sea un compañero que puede ser nuestro competidor en caso de despido, o un cliente exigente que nos hará quedar mal con nuestros jefes…

Y chillamos a nuestros niños cuando ya no podemos más, cuando vemos que llevamos un año en paro, que nos van a cortar la luz, que este mes no hemos pagado la hipoteca o el alquiler… y nuestras criaturas no entienden nada pero lo entienden todo, han nacido y viven bajo este clima angustioso y difícil… Y lloran abrazados a nosotros, pensando que, aunque perdamos los nervios, les gritemos, nos enfademos, estemos más irascibles de lo normal, somos su auténtica tabla de salvación… y nosotros nos vaciamos ante esa responsabilidad, nuestros hijos, nuestros amores… y hacemos lo indecible por ellos, aunque sea la pescadilla que se muerde la cola y lo que podamos hacer por ellos se convierta en nada…

Y aquellos que mantienen el trabajo no están mucho mejor. Rebajas de sueldos, aumento de horas, mal ambiente laboral… y sus niños también sufriendo todo esto. Niños a los que hemos acostumbrado a tener el último modelo de Gameboy, las zapatillas de Hanna Montana (dios mio, quién la ha visto y quién la ve), todas las extraescolares que necesitaban (¿ellos o nosotros?). Y, ¿ahora qué? ¿qué hacemos con ellos cuando cogen una rabieta porque quieren la última actualización de la Wii?

¿Qué hacemos? ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo mantenemos la ilusión, la infancia de nuestros hijos en este clima? ¿Cómo cambiamos la sociedad? ¿Qué hacemos con estos políticos inútiles y bastardos que nos están robando la vida?

No tengo ni idea, no sé lo qué puedo hacer a nivel particular, lo único que veo es a amigos marchándose a Alemania, Inglaterra… huyendo, cogiendo el coche que practicamente robaron anoche y metiéndole gas…

Y yo me quedo, me quedo porque mis circunstancias son especiales, porque alguien me necesita aquí más que en ningún sitio del mundo, porque quiero estar con él… Pero si él pudiera, os juro que le agarraba a él, a mi perro y me largaba gritando esta parte de la canción:

«Quema los rascacielos

quema los postes de la luz

y los camiones de bomberos

Quema los tribunales

quema todos los bares

porque no voy a volver»


5 respuestas a “Escapar (por Ana)

  1. La verdad es que la situación es terrible y entiendo perfectamente que haya tanta gente planteándose el salir por patas. Confío en que la cosa mejore pero, de momento, va muy lenta la cosa. Demasiado lenta si nos comparamos con nuestros vecinos. Un besote y mucho ánimo!!!

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  2. Muy emotivo tu post. Muy real… Yo soy afortunada, tengo trabajo, me gusta y dispongo de una jornada laboral que me permite conciliar mis diferentes vidas. No me quejo por lo mío, pero sí por lo que veo a mi alrededor, gente realmente agobiada no solo económica si no existencialemente, llevando una vida que no quieren, arrastrados por las circunstancias.
    Me averguenza mi país y solo por eso, no me importaría largarme… pero yo tampoco puedo, por mis circunstancias familiares es inviable.
    No solo me siento defraudada por los políticos, si no también por sus votantes. Tantos ciudadanos anestesiados e ignorantes que creen que la política no va con ellos y se dejan hacer, mangonear, encogiendose de hombros y con un perenne «no hay nada que yo pueda hacer» o » que más da lo que haga yo» en su cabeza alienada.
    Creo que hay que seguir protestando y dando guerra, y también creo que esas asociaciones que funcionan a nivel local de las que habla Arantxa podrían conseguir más de lo que consiguen si los cuiudadanos apostaramos por ellas.
    Ánimo, Ana… una pequeña huida nos espera en breve 😉

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  3. Nunca me he planteado el largarme, por las niñas. No puedo, así de tajante. Por tanto no me imagino con las nenas y él fuera.

    Me ha hecho «gracia» -triste gracia- lo de las extraescolares, es mayor el número de padres que las demandan que el de niños. No es mi caso, pero entiendo a los padres que tienen que dejarles pues de otra forma no llegan. Niños con extraescolares de lunes a viernes y padres cruzando los dedos para que la actividad salga.

    Hacer nada o poco o algo… Te pongo un ejemplo gráfico: en el cole hay una nena que no tiene para los libros. Así, sin más. Sus padres, claro. Con un donativo se ha conseguido que tenga libros. Es absurdo pensar que se lo iba a solucionar la clase política. Debería, pero no lo hace.

    Estoy un poco desencantada de las manifestaciones, y me parece muy legítimo, y justo, y necesario salir a la calle. Pero, honestamente, no veo que se consiga nada. El desencanto me viene de la época socialista, y así me he quedado. Por supuesto eran manifestaciones menos multitudinarias y no había redes sociales, pero aunque las hubiera habido… Que estos hacen casi omiso y aquellos ídem.

    Como lo he comprobado, a otra cosa. No voy a una desde el invierno y tardaré… Tampoco me tiene amargada la cuestión, ni triste, ya no lo pienso mucho.

    Si yo pudiera cambiar la sociedad y el rumbo del país no estaría escribiendo esto. A nivel local las asociaciones funcionan, pero a gran escala… A ver si alguien da la receta por aquí.

    Un beso, Ana.

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