El verano es una época ideal para hacer limpieza de la casa en general y de armarios en particular. Con eso de que me toca otra vez hacer la maleta -algo que me da una pereza tremenda-, cuando compruebo que tengo ropa a la que no hago ni caso se me activa el modo «limpieza de armarios«, lo que afecta a toda la casa, sin excepción.
El pasado mes de julio empecé haciéndole un buen repaso a los cajones de los muebles de la cocina y del salón en busca de objetos de esos que guardas por si acaso, reliquias inservibles casi siempre. Revisé a fondo la botica doméstica y me deshice de todos los medicamentos caducados. Después me metí con mis cremas, geles y afeites varios. Había algunos botes abiertos desde hace un par de años y como ahora los potingues también caducan me tocó decirles adiós. Todo esto lo hice con relativa rapidez y decisión.
Lo de la ropa y los zapatos me ha supuesto un mayor quebradero de cabeza. No sé muy bien cuando jubilar algunas prendas y a otras les guardo cierto cariño, aunque hace bastante tiempo que no me las ponga, por lo que resisten año tras año. En el caso de la ropa de mis niñas me resulta mucho más difícil decidirme. Pero hay vestidos, trajecitos y pares de zapatos -los de sus primeros pasos- que sobrevivirán a todas las limpiezas de armario estivales. Prendas de alto valor sentimental, que para mi no tienen precio ni fecha de caducidad.
Yo tengo prendas de cuando tenía 15 años… y es que hasta hace un año me seguían valiendo, y ahora me da pena tirarlas… Pero de vez en cuanto cierro los ojos, empiezo a coger cosas del armario y hale, a donar, que hay mucha gente necesitada… Pero vamos, que me tengo que concienciar para hacerlo…
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Vamos, que tienes el trastero fino, ja, ja. Un beso.
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A mi me pasa más con la ropita de ellas. De la mía salvo que sea un regalo me desprendo sin problemas, pero con lo de ellas lo paso mal. Me doy cuenta de que el tiempo pasa y me entra una pena espantosa.
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A mi también me da el ataque de limpieza de forma brusca, pero hay objetos que creo que resistirán siempre. Gracias por opinar.
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Pues a mi me cuesta bastante desprenderme de cosas del pasado y mis limpiezas de armario son un poco de risa. Es porque todavía hay espacio en el trastero. Con los de los medicamentos soy decidida, dos veces al año, que a veces las casas parecen farmacias.
Bs
Clau
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Quiero creer que con los años he aprendido a ser más selectiva. La era digital ayuda a minimizar el almacenaje epistolar y de recuerdos en papel, pero el caso es que cada año descubro que tengo mucha, muchísima ropa… y me sigue dando pena desprenderme de algunas prendas.
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El tema del «desprendimiento» ataca de golpe y, una vez que empiezas, no puedes parar. Hay que ver la cantidad de porquerías que guardamos y que a veces ni recordábamos que teníamos (las mudanzas también son muy buenas para este tipo de descubrimientos). Pero es cierto que hay objetos a los que estamos irremediablemente unidos y que probablemente nos acompañen hasta el fin. Un besote!!!
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