Pues ya estamos entrando en Carnaval, la fiesta pagana por excelencia… y una de mis favoritas. Es la época del año más asociada al descontrol, a la libertad y al gozo. En una sociedad como la nuestra, de tradición cristiana en la que cuesta encontrar festividades que no estén asociadas a santos, a vírgenes, a mártires y a otra gente con túnica, llagas e historias vitales colmadas de desgracias, el carnaval es todo un oasis.
Ahora ya da un poco igual, porque nadie ayuna por motivos religiosos si no más bien con fines estéticos, pero en su momento, esta fiestuki a modo de bacanal previa a la cuaresma tenía su importancia. Imaginaos en plena Edad Media, con la Inquisición por ahí merodeando y esa rígidez, unos cuantos días de disfrutar de los placeres terrenales en los que las autoridades morales hacían la vista gorda no eran moco de pavo.
Desde el Mardi Grass de Nueva Orleans, a la gran fiesta de Río de Janeiro, pasando por el Cádiz chirigotero o la elegante Venecia, el Carnaval es momento de desmadre, de música en la calle, de charanga, de chufla y chiste, de disfraces, de máscaras… y es precisamente a una máscara a lo que me ha recordado el nuevo rostro de Uma Thurman, algo que ya me pasó con el careto irreconocible de Renée Zelweger.
«Ya estamos en Carnaval» pensé cuando me enseñaron ayer la foto de la rubia de ‘Kill Bill’. Pero luego ví que no, que, una vez más, las redes sociales y los medios de comunicación -hasta los «serios»- ardían con críticas a la actriz por haber dejado su jeta en manos de un cirujano sin escrúpulos… ni el más mínimo atisbo de tolerancia, de comprensión, de permisividad, de condescencia… no, no había nada carnavalesco en el tema de la cara de la Thurman. Solo mofas y censuras en boca de los sienta-cátedras de turno.
Hace bastantes años, yo misma estuve a punto de pasar por un quirófano para acabar con la que creía la causa de todos mis males: mi nariz. Los complejos, la falta de autoestima, la inestabilidad emocional me empujaron a la consulta de un cirujano de narizota prominente y ostentosa que trató de convencerme de lo mejorable que era mi cara y que, por el contrario, consiguió que saliese de allí decidida a no operarme en mi vida.
No sé si ese mismo estado mental, tan poco recomendable para tomar decisiones racionales, es el que ha guiado a la célebre Mia Wallace hasta el bisturí o no. Lo que si sé es que ni yo ni nadie tiene derecho a juzgarla por ello… y mucho menos estando en Carnaval. Cada cuál que se disfrace de lo que quiera.
Joer… he tardado en pillar lo de spm… ¡con lo que yo he sido!
Qué mal llevo lo de el critiqueo al personal…
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Sí, me parece que el maquillador de Uma Thurman se ha cubierto de gloria… ¡qué estropicio! Yo también llevo años sin disfrazarme por Carnaval… ¡con lo que me gusta!
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Pues era maquillaje, y espantoso, si nos atenemos a los resultados. Llevo sin disfrazarme por Carnaval mucho tiempo, pero a mis niñas les encanta.
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Nos encanta criticar a todo quisqui, la verdad es que es muy castizo esto.
A mi la verdad el mundo famoseo me interesa más bien poco en su vertiente no profesional, bastante tengo con estar pendiente de los que pasa a mi alrededor como para preocuparme de si fulano o mengana se han puesto botox o potox o spm 😛
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Lo de poner a caldo a los famosos es un deporte más extendido que el running… y mucho menos sano 😉
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Como nos gusta juzgar y sobre todo prejuzgar. Ahora que se ha conocido que era maquillaje alguno se tendrá que callar la boquita.
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No me extraña que lo eches de menos, Alter… ¡debe de ser algo único! Y sí, con frío es un rollo.
Lo de Uma parece ser que al final era maquillaje… o eso he visto publicado en El Mundo.
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En el fondo, no dejan de ser suposiciones… ¿se habrá sentido obligada o habrá actiado con convencimiento?
Reconozco que lo primero que pensé fue que había perdido la cabeza, pero luego más tranquilamente fui incapaz de apostar abiertamente por una de las versiones.
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Ya se sabe que a la gente nos encanta lanzarnos a la yugular de los otros, especialmente si son ricos, famosos y guapos. El «uy, en persona no vale nada» es nuestra pequeña venganza por ser pobres y anónimos, supongo…
Sin embargo, a mí me fastidia lo de Uma porque creo que realmente no ha actuado con libertad. Es duro envejecer en nuestra sociedad, y más aún si eres una belleza, y más aún si tu industria es Hollywood, donde las actrices tienen fecha de caducidad. Pienso en qué presión tremenda tienen que vivir estas mujeres para decidir que necesitan ya no unos pinchazos de bótox o un estiramiento de pómulos, sino una cara nueva. ¡Sobre todo teniendo en cuenta que eran bellas!
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Yo es que echo mucho de menos el carnaval de Montevideo (que es el más largo del mundo, por cierto). Aquí, con el frío, como que no lo disfruto.
Lo de Uma no acabo de pillarlo. ¿Ha sido negligencia médica o era lo que quería para que se hablase de ella? Porque no creo que esta gente acuda a cirujanos que operen en un garaje… No sé. Es muy raro todo. Jajajaja. Besotes!!!
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