
Como en casi todos los temas que saltan a la opinión pública, creo que todo es un cuestión de enfoque. Me explico. Escuché el fallo en directo desde el Tribunal supremo, donde varios periodistas conectamos para ello una televisión. Me sorprendió ver sentado sólo en el estrado a presidente del tribunal, sin sus dos compañeros -‘uf, pinta mal’ pensé de primeras- y entonces escuché la condena del primero de ellos, el Prenda. Nueve años por abusos. Pues ya está pensé, para el resto lo mismo, y volví a lo que estaba haciendo en este momento sin esperar a escuchar más.
Pues bien, me sorprendió a medias, no me pareció ni muy leve ni especialmente exagerada respecto a otras sentencias por violación que he leído en el Tribunal Supremo y además no entendí -y sigo sin hacerlo- que no les condenaran por el delito a la intimidad que supuso grabar y después difundir como un trofeo su asquerosa actuación con una chica diez años más joven, que se encontraba sola y borracha en una ciudad extraña. Pero repito, no me sorprendió por leve. Para mí lo esencial es otra cosa, el enfoque. Me explico.
Quizá la sentencia de la manada (que me leí el pasado jueves, antes de huir de puente) ha permitido apuntar el haz de luz a una realidad que se encontraba fuera de foco, de la que no se hablaba mucho o casi nada salvo en columnas relegadas al espacio de sucesos como son las agresiones sexuales a mujeres y la legislación existente al respecto. Como apuntaba hace unos días también en Im-Perfectas Isa Vega, quizá el problema es encuentre en que estos artículos del Código Penal, por atender fundamentalmente a víctimas mujeres, se encontraban “desenfocados” del conocimiento general, sin que desde el legislativo nadie planteara reformarlos, adecuarlos a la realidad o simplemente advertir que quizá nunca han sido muy adecuados. Lo mismo ocurre con la falta de perspectiva de género de los jueces, tan necesaria, de la que nadie había hablado ni reclamado hasta ahora. Pues bienvenida sea entonces la polémica por la sentencia de la Manada.
Vaya por delante mi convencimiento personal de que los jueces de Navarra podrían haber visto -sin forzar demasiado la jurisprudencia existente- que los agresores utilizaron las ya tan mencionada por unos y otros “intimidación” y condenar por agresión a más años de cárcel, pero creo sinceramente que creyeron la versión de la víctima y razonaron su respuesta penal. Si no nos gusta caben -tras la última reforma- hasta dos revisiones que seguramente permitirán incrementar las condenas.
Por eso no termino de estar de acuerdo -aunque comprendo la indignación- con algunas consignas gritadas sin parar estos días estos días como el “yo sí te creo” -los jueces lo han hecho- y “no es abuso, es violación”- porque los jueces también la han visto: una condena por abuso agravado con prevalimiento (vaya palabros los de la justicia ¿eh?) es lo que todos entendemos coloquialmente por violación. Que debían haber condenado por agresión -seguramente-, que las penas deberían ser más altas cuando estos animales deciden atacar así, en manada -pues también-, que no se entiende que no condenen por violar la intimidad de la víctima, por grabarla y fotografiar la brutal agresión para utilizarla como trofeo -pues claro-, pero la sentencia no es especialmente sangrante. Esa es mi humilde opinión.
Del voto particular no voy casi ni a hablar, durante casi doscientas páginas el magistrado se dedica a razonar por qué no creyó a la víctima y lo hace con un claro mensaje de reproche a sus compañeros, con expresiones que en algunos casos, y de forma gratuita, denotan la visión machista de quien las suscribe. Pero es un voto particular, no es la sentencia, no debe olvidarse.
Volviendo al enfoque y al desenfoque. Esta sentencia ha servido y servirá, no tengo duda, para llevar a portada y a la agenda política asuntos que no deben ser relegados a los espacios de “sucesos”. Es necesario orientar el haz de luz sobre los delitos cometidos principalmente contra las mujeres -porque el perfil de los agresores evoluciona y hay que darle respuesta-, para hablar de sexualidad -especialmente masculina, de cómo se educa en los chicos, del protagonismo de la pornografía más cutre y de fácil acceso -, para que la perspectiva de género entre en lugares donde hasta hoy se la desconoce, como los tribunales de justicia. Para que podemos enfocar mejor lo que importa, al fin y al cabo, y mejorar la sociedad que nos ha tocado vivir que es de lo que se trata.
Un post sosegado y clarificador, Cris. Muchas gracias.
Es la primera vez que leo que el término violación engloba tanto abuso como agresión. Si es así, desde luego la consigna de «no es abuso es violación» que estuve gritando frente al Ministerio de Justicia junto a centenares de mujeres no tiene mucho sentido. En cualquier caso, sí que parece claro que el Código Penal y la formación jurídica especifica en delitos sexuales es bastante mejorable… No parece de recibo que la víctima tenga que justificar su «inacción» o su falta de resistencia en un caso de abuso o agresión sexual, por ejemplo. Ni que no se tengan en consideración que eran cinco individuos de gran fuerza física (eso me parece ya bastante intimidatorio), ni las grabaciones que atentan contra la intimidad de la víctima (como bien has dicho), ni que le robasen y desactivasen el móvil después de la fechoría dejándola incomunicada y desvalida, ni que estos tipos han manifestado ya que acostumbran a usar con sus víctimas drogas que anulan su voluntad y que no dejan rastro en sangre… en fin, que agravantes hay.
Como lo mío es la lengua, apuntaré que a nivel semántico, además, el término abuso, además, tiene una connotación demasiado débil para un violación, y es normal que a la mayoría de la gente (que por lo general no tenemos formación jurídica) nos suene excesivamente laxo. También pasa cuando ante un caso de homicidio o asesinato se menciona la muerte de la víctima como «perder la vida», ya que el sujeto de perder es la propia víctima.
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Totalmente de acuerdo. Pero el mal parece existir entre nosotros.
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Como habrás podido ver estos días, se están haciendo públicas otras sentencias diferentes por abuso o agresión que están causando sorpresa o estupefacción en la gente, y esto es porque quizá estos delitos no los estábamos poniendo en el lugar que correspondía. Buenvenida sea entonces la polémica, porque en este mundo y bien lo sabemos, de lo que no se habla en general o en los últimos años de lo que no se tuitea no existe, y es un tema importante.
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Rechazo de plano cualquier tipo de agresión del tipo que sea. Nada justifica lo que nos hacemos los unos a los otros y todo lo que tenemos que trabajar luego para seguir adelante.
Sinceridad para con nosotros mismos, tirar todas las barreras que hemos construido, no hacer lo que otros hacen, escuchar lo que somos de verdad. Quizás sean cosas que nos puedan ayudar.
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