No sé vosotros, pero yo tengo Diógenes Digital. No tengo claro si la vertiente digital de este síndrome está reconocida médicamente o no, pero desde luego existe y yo la padezco.

No me había parado a pensarlo hasta que hace poco fui a mi carpeta Drive a revisar mi CV y me encontré que tengo varias versiones del mismo: CV_ 2009, CV_2015, CV_2016… y me pregunté a mí misma ¿para qué narices guardo versiones desactualizadas de mi currículo? Acto seguido me puse a revisar carpetas y madredelamorhermoso, ¡cuánta basura!

De las fotos en el móvil ni hablamos. Hago 7 versiones de una foto y ahí se quedan, ocupando un precioso espacio, que cada vez que voy a buscar la buena las tengo que abrir todas para ver cuál era en la que las lorzas se me veían menos. ¿Por qué no borro las malas? Por no hablar de fotos donde sale gente que no recuerdo. Esto es grave, sí.

El ordenador del trabajo merece un capítulo aparte. Versiones y versiones de documentos. Esos sí, tengo un patrón para reconocer la última versión: VERSION FINAL  o LA BUENA precediendo un guion bajo y el nombre del documento. Ahí lo dejo. No puedo dejar de hacer mención especial a esos documentos que se acumulan en el escritorio. Esos que dejo ahí por una razón concreta y luego nunca borro. Tremendo.

Pero el rey de todos es sin duda la bandeja de correos. Mierda no, lo siguiente. Megas y megas, gigas de correos que no valen para nada, la mayoría incluyendo versiones no finales de documentos que van y vienen…

He decidido empezar la limpieza por lo fácil, los correos basura que recibo en mi cuenta personal de email, que reconozco que a muchas cosas me he apuntado yo solita pero otras no sé ni lo que son. Así que aprovechando que por el nuevo Reglamento General de Protección de Datos (más conocido como GDPR) las empresas no podrán enviarme más porquería sin mi consentimiento, me he dado de baja como de 200 listas. Es una sensación como la de perder dos kilos, os lo juro. Cuando consiga limpiar las fotos de mi móvil y los ficheros no servibles del PC del trabajo me voy a sentir la Cindy Crawford del ciberespacio.

Por favor, decirme que no soy la única que padece este síndrome y si conocéis un buen servicio de limpieza digital ¡pasadme los datos!