Carmen (por Isa)

Carmen

Durante mi infancia escolar fui Carmen. De hecho, hay gente, compañeros del cole con los que perdí el contacto antes de mi cambio de nombre, para los que lo sigo siendo. Carmen es un nombre rotundo, de esos que dotan de carácter a quienes lo poseen. Es el nombre de mi abuela, una mujer de 92 años a la que admiro por su fortaleza vital y el de mi sobrina, la primera de su generación, una niña con un temperamento inapelable. Cuando decidí dejar de ser Carmen no tuve en cuenta todo esto, la verdad. No fue una decisión de esas meditadas en las que pones en una balanza los pros y los contras. Simplemente no le veía ningún sentido a seguir teniendo dos nombres, una bipolaridad que resultaba extenuante para una adolescente. Como el único ámbito en el que me llamaban Carmen era el colegio, que era además el que menos feliz me hacía, mientras que en el resto, donde me querían más, era Isabel, pues deseché Carmen.

Me quedé con un nombre muy común. El nombre de las latas de atún, el que está escrito en las tapas de las alcantarillas de mi ciudad, el que me ha dado tocayas variadísimas y de muy distinta índole en la universidad, en mi familia, en mis diferentes lugares de trabajo. Un nombre indoloro e indolente, exento de cualquier rasgo que le otorgue alguna característica singular a quien lo atesora. No puedo decir que me arrepienta, aunque sí que tengo momentos en los que me imagino como habría sido mi vida de haber elegido el otro nombre, Carmen, el de la personalidad arrolladora. Me gusta fantasear con la idea de ese otro yo viviendo una historia paralela, novelesca, pasional y aventurera, y la visualizo llenando sus días de anécdotas alucinantes.

Tengo que decir que también hay veces en que miro hacia atrás en mi propia vida y creo que he seguido siendo una Carmen encubierta, que algo de novelón, drama y desparrame encuentras en mi existencia. No está mal. Siempre me gustó el personaje de la ópera de Bizet y más aún el de Merimée, esa mujer libre que hace lo que quiere y  no se deja poseer sin más ni mangonear de cualquier manera por un hombre a mediados del siglo XIX. Una putada que acabe como acaba, asesinada por su amante celoso, con un clásico «la maté porque era mía» que en pleno siglo XXI seguimos sin quitarnos de encima.

¡Va por ti, Carmen!


8 respuestas a “Carmen (por Isa)

  1. Y sí, por desgracia, el «la maté porque era mía» y el «si no es conmigo, con nadie» siguen horriblemente vigentes. En dos días llevamos cuatro mujeres asesinadas. Cada vez que veo un político en un «acto de repulsa», me hierve la sangre.

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    1. Está claro que es difícil erradicar el machismo posesivo de nuestra sociedad, sigue muy arraigado. La educación es la clave, que ni hombres ni mujeres toleremos ese tipo de comportamiento… desde luego, cada vez nos chirría más, pero esto va muy despacio…

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