De escotes y protocolos (por Cristina Buhigas)

Carmen-Calvo-Vaticano
Imagen del encuentro extraída de El Periódico

La caverna lanzó hace unos días su caspa contra la vicepresidenta Carmen Calvo por su vestimenta al visitar al secretario de Estado del Vaticano, argumentando que no había cumplido con el protocolo, al llevar un top lencero bajo la americana. Dejando al margen la valoración de las estupideces machistas y soeces sobre el que llamaron “valle de las caídas” —parece que una mujer de más de 30 años no puede tener un escote atractivo, como es el caso de la vicepresidenta—, quiero dejar claro aquí que esta panda de rijosos no tiene ni idea del protocolo del Vaticano, sino que, como siempre, lo utiliza como arma arrojadiza contra la izquierda. Ya ha pasado otras veces.

Hace unos años fui responsable de protocolo en la Delegación del Gobierno en Madrid y tuve que aprender con urgencia las normas de vestimenta que el Vaticano impone a las señoras con motivo de la visita de Benedicto XVI a España. En primer lugar debo decir que estas normas son para estar ante el Papa, no para visitar al secretario de Estado. En el encuentro que Carmen Calvo tuvo con el cardenal Pietro Parolin, ella era la vicepresidenta de un estado soberano que se entrevistaba con el ministro de Asuntos Exteriores de otro estado soberano, es decir, alguien de menor rango que ella. Ella se vistió como le pareció, lo mismo que él iba con su traje de cardenal. Si hubiera sido el ministro de Exteriores de Samoa, un suponer, podría haber llevado una especie de faldilla, el torso desnudo con algún collar y un penacho de plumas, su vestimenta oficial. Al ser un cardenal católico optó por los ribetes de púrpura en su sotana negra y solideo a juego.

Ahora vamos a lo de la visita del Papa. Me informé con los representantes del Vaticano en España de cómo tenía que ir vestida la delegada del Gobierno en Madrid a los actos y a saludar a Benedicto XVI. Me dijeron que no era necesario ir de negro, que eso se reservaba para las audiencias en Roma, pero que en verano en Madrid bastaba con que no se llevaran colores o estampados demasiado llamativos, y que el blanco y el amarillo estaban prohibidos por ser los colores del Vaticano. También me indicaron que la falda debía llegar a la rodilla y la manga tapar el codo, que no habría escotes y que los zapatos no podían mostrar ni dedos ni talones.

Mi jefa, una mujer moderna y delgada que llevaba habitualmente la falda muy corta y, por ser verano, sandalias, se compró un par de trajes de chaqueta de verano en tonos oscuros, no les subió el dobladillo de las faldas. También se puso unos zapatos nude tipo salón en los que sólo se le veía el empeine. La entonces ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, fue vestida y calzada en la misma línea. La reina Sofía llevó un traje chaqueta blanco, un privilegio de las reinas católicas y sólo de las reinas católicas.

3985_esperanza-aguirre-saluda-con-fervor-al-papa-benedicto-xvi-en-madridLa nota la dieron las entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y la alcaldesa de la capital, Ana Botella. Las dos acudieron a varios actos vestidas de blanco, sin mangas, con la falda por encima de la rodilla y con calzado abierto. Lo más tremendo fue lo de una consejera de la Comunidad, cuyo nombre no recuerdo, una mujer grande y contundente, que se presentó a saludar al Papa con una falda por medio muslo, ¡y vaya muslo!

Al final de la visita papal, el inenarrable Alfonso Ussía, criticó la organización de la visita —fue absolutamente impecable— por parte del Gobierno del PSOE y terminó su artículo diciendo algo así como: “Sólo hubiera faltado que la delegada del Gobierno hubiera ido vestida de perroflauta”. Apuntó la posibilidad ya que no tenía un solo argumento para criticarla. No hay que decir que ni un solo medio de la derecha escribió nada sobre las salidas del protocolo de Aguirre, Botella y sus secuaces. ‘El País’, si es que es de izquierda, tampoco las criticó, quizá por alguna norma de estilo interno de no meterse en esas cosas, con lo que la fechoría protocolaria de las católicas dirigentes del PP quedó impune.

Ni qué decir tiene que a mí me importa como vaya vestida la gente a ver al Papa un comino, un pepino o cualquiera de los sinónimos utilizados hace un tiempo por Pablo Iglesias, pero no podía dejar sin explicar la verdad de las cosas. Creo que es la obligación de los periodistas, cada día menos cumplida.

Cristina Buhigas: Tras fundar y asistir al cierre de numerosos medios de comunicación, del antiquísimo Pueblo al moderno Público; de trabajar en ellos miles de horas, como en los diarios económicos La Gaceta de los Negocios o La Economía 16 y en la agencia de noticias Europa Press, Cristina ha conseguido liberarse de libros de estilo y, lo que es más importante, de líneas editoriales, gracias a la jubilación.


Una respuesta a “De escotes y protocolos (por Cristina Buhigas)

  1. Gran post, Cristina.
    Lo del doble rasero es una práctica generalizada que se realiza sin ningún pudor.
    A mí me cabrea sobremanera que siempre que una mujer que ostenta alguna responsabilidad hace algo salgan a comentar los trapillos que lleva puestos. Es de coña. Luego está esa creencia absurda de que a la gente de izquierda se le presuponga una extracción social humilde -algo que no es así, igual que hay pobres de derechas hay ricos de izquierdas- y lo peor de todo, que haya quien siga pensando que la educación y el saber estar sea algo propio de las clases sociales más elevadas… Hay quien no es consciente de haber dejado la Edad Media (o la añora con empeño).

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