La semilla (por Isa)

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Carteles con los nombres de las víctimas de violencia machista

Hoy hace 10 años que me quedé embarazada por primera vez. Lo sé con exactitud porque el origen de mi maternidad no fue fruto de la improvisación, del azar o de las fuerzas de la naturaleza, sino de la ciencia, del progreso. Tras mucho esfuerzo y tesón, el padre de mi hijo y yo nos dejamos ayudar por la medicina, sin ningún pudor, y nos sometimos a un proceso de inseminación artificial. Entonces, en 2009, hubo quién me aconsejó no contarlo pues había sectores de la sociedad que no veían con buenos ojos este tipo de fecundación inducida. 

No hice caso, claro. Porque estaba orgullosa de abrazar el progreso. Hoy estoy aún más agradecida. No solo soy madre gracias al progreso, a la investigación científica, también estoy viva, que no es poco. Gracias a que la humanidad ha progresado, se ha cuestionado la infabilidad de lo natural y ha sido capaz de traicionar la voluntad divina. Por eso me hincho de satisfacción al autodenominarme progresista, y me cuesta entender a quienes me llaman ‘progre’ con desdén, como si escupiesen.

Hoy, no solo es el décimo aniversario de mi maternidad, también es el Día Internacional para la eliminación de la violencia contra la Mujer. Y hoy mismo, han matado a una muchacha de 26 años en Tenerife. Ya son 52 en nuestro país en lo que va de año. Pero aún así hay quien niega que el machismo mata, entre ellos los 52 diputados de la ultraderecha española. Asumir que hay un problema es siempre el primer paso para solucionarlo. Es una de las claves del pensamiento progresista. Negar los problemas lleva al inmovilismo y a la involución.

Esta mañana he estado en una concentración simbólica para visibilizar a las 1.028 víctimas de la violencia de género frente al Ayuntamiento de Madrid, que ha rechazado hacer una declaración institucional en contra, como venía haciendo desde 2005 sin que importara el color político. Las que estábamos allí hemos portado papeles con los nombres y edades de las mujeres asesinadas por sus parejas. Ha sido emocionante nombrar a todas esas mujeres que ya no están, dar voz a las muertas.

Anoche, cuando le conté lo que iba a hacer a mi hijo, al que hace 10 años que engendré, le pregunté si sabría explicarme con sus propias palabras lo que es la violencia de género. «Claro, mamá, es cuando un hombre maltrata o hace daño a una mujer porque sabe que es más fuerte y se cree superior a ella». Una vez más me sentí orgullosa de él, y de mí, de haber plantado la semilla del progreso.


7 respuestas a “La semilla (por Isa)

  1. ¡Ojalá todos los adultos tuviéramos una mente tan preclara como tu hijo pequeño! Nuestra esperanza son los y las peques y jóvenes. Vamos avanzando, aunque, como siempre digo, demasiado lentamente.

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