
De pequeña, me encantaba la vuelta al cole. Estaba deseando ver a mis amigos tras el verano, volver a las aulas y estar con mis iguales, el olor a los libros nuevos, la lúdica tarea de forrarlos, elegir y estrenar material escolar. Por eso, entiendo perfectamente a mis hijos que, este año más que ningún otro, tienen unas ganas enormes de empezar el cole, aunque sea de esta manera tan raruna por culpa del COVID.
Reconozco que yo también quería que empezase el colegio. A ver, habría preferido seguir de vacaciones, pero yo también he tenido que volver a trabajar y ya tuve la oportunidad de confirmar durante el confinamiento y más allá, que currar con los niños en casa se parece bastante a mi idea del infierno. Esas jornadas intensas de trabajo en medio de gritos, peleas, demandas de atención, dudas sobre tareas escolares… organizando videollamadas y clases online en tropecientas plataformas distintas, y con la agria sensación de estarte quitando de encima a tus hijos constantemente. Culpabilidad y estrés a cascoporro. Chachi.
Semanas antes del inicio del curso, no paraban de llegar noticias que hacían temer lo peor: que los contagios de COVID subieran tanto que la vuelta al cole acabase en gatillazo. No sabíamos cuándo empezarían las clases, si se iban a retrasar, si serían solo semi presenciales, cómo lo iban a organizar para evitar los riesgos y contener la pandemia… y lo peor de todo es que los coles tampoco tenían ni idea. La improvisación ha sido la pauta para desesperación de los gestores de los centros, que como dice la directora del cole de mis hijos en este reportaje, «se ha sentido abandonada» por la administración.
¿Cómo puede ser que habiendo tenido meses para marcar directrices y organizar la vuelta al cole en tiempos de COVID les haya pillado el toro de esta manera? ¿Cómo es posible que sabiendo que se iba a necesitar doblar los grupos no se hayan habilitado aulas y contratado profesores? ¿A quién le cabe en la cabeza que citaran para hacerse el test de anticuerpos el mismo día y a las mismas horas a todos los docentes y personal de los centros educativos? Es todo un despropósito administrativo de dimensiones mayúsculas.
Desde luego la falta de previsión y de adaptación es manifiesta, y es algo que nunca ayuda. Siempre es mejor empezar poco a poco e irse acostumbrando a las rutinas, testar si funcionan previamente, que comenzar de sopetón. A mí, que he vuelto a trabajar con septiembre ya empezado, también me ha estresado mucho más el regreso que si hubiese estado unos días antes de que la actividad ya fuera frenética.
Al final, la peque empezó el martes sin mayores incidencias, pues está con su profe de siempre y sus amigos en el «grupo de convivencia escolar» con el que va a interactuar a lo largo del curso. El mayor empezará este jueves aún con incertidumbre sobre cómo se van a organizar, pero con mucho entusiasmo y voluntad por parte de alumnos y profesores. Veremos como marcha esta vuelta al cole súper im-perfecta.
Una respuesta a “Vuelta al cole en tiempos de COVID (por Isa)”