La leona y la ley de la sabana (por Isa)

Hace unos años, estando de safari en Kenia, pude observar desde cerca a una familia de leones comiéndose una cebra. La había cazado la leona, y el primero que comió fue él. Después fueron a comer los tres cachorros. En un momento, al león le apeteció ir a comer más y se acercó, amenazando a los pequeños. Entonces, la leona saltó sobre él y le atacó, hasta que se alejó y dejó comer tranquilos a sus hijos. La última que comió fue ella.

Aquella escena me impactó por la fuerza animal, la brutal ley de la sabana en estado puro, pero no me sorprendió en absoluto. Las madres, salvo algunas excepciones, somos capaces de matar, de mentir, de robar, de cometer los siete pecados capitales por nuestros hijos. «Yo por mi hija, mato», dijo alguna vez la princesa del pueblo. Y a ninguna madre nos rechinó la frase lo más mínimo.

La semana pasada, dos sucesos mediáticos hicieron que muchas madres rugiéramos como leonas heridas. El primero, el de Beatriz, Anna y Olivia. Una madre devastada al comprobar que, tras más de un mes de búsqueda, sus hijas están muertas. Las ha matado su padre y las ha tirado al mar. Si una madre es capaz de matar por sus hijos, imaginad lo que es capaz de sufrir si se los matan. Y por eso los han matado, para que sufra. El segundo caso es el de Rocío, una joven madre de 17 años al que su ex pareja, el padre de su criatura de meses, descuartizó vilmente. A esta la han matado de hecho y a la otra la han matado en vida. Dos muertes y un mismo asesino, el machismo cruel llevado a sus últimas consecuencias. Dos leonas que osaron saltarse la ley de la sabana y buscar la libertad al margen de unos leones despiadados que las creían de su propiedad. 

La noche en que me llegaron las noticias de los dos sucesos en forma de alertas en el móvil, acababa de terminar Mare of Easttown, la miniserie de Kate Winslet, que ha generado tanta polémica por aparecer en la pantalla aparentando la edad que tiene, la mía. No os voy a dar detalles de la serie porque os recomiendo que la veáis. Es maravillosa, no solo por la trama de suspense bien ejecutado y su aura de Twin Peaks, sino por todo lo que cuenta en una subtrama que le quita protagonismo a la investigación policial.

Mare, interpretada por Winslet, es, además de policía, una madre coraje. También lo es su mejor amiga, y gran parte de los personajes principales de la serie. Pero no tratan el corajismo maternal con ese rollo de superwoman que se ve en otras ficciones, sino con la naturalidad del que da por hecho que no hay otra, que si eres madre es lo que hay, que no es algo que se elija por gusto. De hecho, se ven las sombras, las faltas, las imperfecciones, las impurezas… las madres estamos lejos de ser santas, pero cualquiera sabe dónde hay que darnos para hacernos daño. La peor violencia que se puede ejercer contra una madre es atacar a sus hijos. Por eso, los peores maltratadores, los leones más crueles, agreden y matan a los cachorros para noquear a su víctima.


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