
‘Do you want me to show you how to peel a prawn?’, le dije, no del todo en serio, al joven y frágil muchachito de Manchester tras observar sus infructuosos y frustrados acercamientos a una gamba. Y éste asintió con la cabeza, para mi sorpresa, con cierto aire de resignación, ante la mirada estupefacta del resto de los comensales.
‘ First of all, take the tail off with your fingers, then, the legs, and the rest of the body. Now, it comes the head… you can suck it if you want’ -añadí, consciente de la cara de asco que estaba suscitando el movimiento a mi alrededor. ‘It’s very tasty’, me relamí…
Ni que decir tiene que el chaval no chupó la cabeza de la gamba y no volvió a probar más ejemplar que ése que había pelado siguiendo mis instrucciones ante la mirada atenta de su novia, que no fue capaz de acercar sus deditos, acostumbrados a pringarse de kepchup, a la repugnante bandeja llena de antenas y patas de crustáceos rosados.
Y es que, por rara que nos parezca la melindrosa actitud de los guiris con ese manjar que es para nosotros una ración de gambitas a la plancha; para ellos, las gambas no dejan de ser bichos. Y yo les entiendo, a la vez que les compadezco sí, pero les entiendo.
Como entiendo que entrar en el Museo del Jamón, en lugar de notar la revolución de los jugos gástricos y la lacerante ansiedad de la gula, les suponga una experiencia espeluznable al verse rodeados de «patas de cerdo muerto», como me dijo una gran amiga mía americana una vez.
Puedo presumir, con dudoso orgullo, de haber probado los grillos, la serpiente, la tortuga, el lagarto, la cobaya, la anguila, el dromedario, la rana, corazón, tripa, sangre, visceras varias, y cosas raras que aun a día de hoy no sé que eran… ¡O de haber bebido cerveza de maíz fermentada con saliva (humana, creo)!
Está claro que es cultural, Marta.
Pensar en comerme una rata me revuelve el estómago y luego vas a India y ves todas esas vacas desaprovechadas vagando por las calles y los niños muertos de hambre al lado…
Pues eso.
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Totalmente de acuerdo con Ana, yo creo que hay una cuestión muy importante de raíz cultural, porque yo creo que si me dieran a probar cosas las probaría, pero claro… sabiendo lo que es, pones la imagination a funcionar y se me pone un mal cuerpo…
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ahí le has dao
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Bueno, hay que aclarar que no todos los güiris son incapaces de comer gambas; entre nosotros había un tiarrón londinense que se puso morao de crustáceos.
En cualquier caso, lo que sí que es común es que aunque les pueda gustar el jamón, no comparten con nosotros esa pasión jamonera… eso es algo que nos caracteriza como patria.
Ni la bandera, ni el himno, ni la selección de fútbol española: el jamón es nuestra insignia nacional!!!!
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Hasta les repugnan unas sardinitas asadas. Esos ojos que te miran y te dicen cómeme…
Aunque en realidad, debo ser un poco guiri. No pienso catar, insecto alguno mientras pueda evitarlo. No tengo la menor intención de saborear una hormiga o un saltamontes, ni siquiera unas ancas de rana.
Probar los caracoles hace no tanto fue una experiencia harto desagradable. Y la casquería me produce repugnancia. O sea que ni sesos, ni callos, ni higaditos…
Soy de paladar estrecho, que le vamos a hacer.
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Y los sesos de cordero, y los callos y las mollejas y los zarajos, y la sangre encebollada, los higaditos fritos… Si ya lo dice el refrán: lo que no mata engorda!!
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YO SOY DE LA OPINION QUE COMER …NO SE….PERO PROVAR HAY QUE PROVAR DE TODO…LA LENGUA DE TERNERA ESTA BUENISIMA…
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Pues yo creo que nuestras calles nos proporcionan un bagaje inigualable para afrontar estos mundos de Dios llenos de bichos. Si has salido indemne del chino de Plaza de España y del Boñar de León no hay nada que ya te pueda matar…
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Anonim@, ¿qué son los calostros? estoy intrigadísima…
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Qué curioso es esto de los gustos culinarios, porque si te pones a pensar ¿por qué es peor comerte un saltamontes o un murciélago que una nécora o un langostino? Todo es una cuestión cultural y de costumbres…
Dicho esto intelectual y racional, vuelvo a mi ser y diré…¡¡¡¡pero qué asquito me da todo esto que estáis proponiendo para comer!!!
Claro que comer oreja, callos, hígado, zarajos y todo tipo de mariscos (cosas que me encantan) tambien debería provocarme arcadas…dios mío, todas mis convicciones culinarias se están viniendo abajo…Isa, ¿por qué me has hecho esto? Yo era feliz sin pensar en lo que comía…
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El último superviviente a tu lado es un aficionado a la hora de probar bichos…jejeje. GAtes.
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que pasadaaa!!! me chiflarían esas cosas mientras me tengo que conformar con comer maravillosos calostros en mi pueblo!! jiji ¿habéis comido calostros??? ES ALGO EXQUISITOOOO!!!
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Jajajajajajajaja…las mariposas! Excelente…
Yo debo ser un bicho raro (o un guiri) porque no me gustan ni las gambitas (sí las coquinas), ni la cerveza (sea fermentada con saliva humana o divina)
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jajaja
Lo del jamón me llama especialmente la atención, y yo que pensaba que the rest of the world nos enviadaba por poseer tan delicioso manjar…
Creo que sería incapaz de comer algunas de las cosas que nombras, igual si no se lo que es me la cuelan, pero así conscientemente sentarme delante de un plato de grillos… como que no creo.
PD: la peli «bichos» me encantó, es que llevo una niña dentro… a mis treintaitantos!
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jo! pues no saben lo que se pierden! y te lo digo yo, q descubri el jamon hace unos añitos. hasta entonces «no me gustaba»… n fin! q era un poco tonta
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Jajaja! Voy pasándome por vuestro blog con curiosidad y expectación y ¿qué me encuentro? que las expectativas son superadas por la autora del texto. Muy divertido y esclarecedor! por cierto, viví en Manchester un tiempo, el suficiente para darme cuenta que el delicatessen de allí es el bocata de patatas fritas con sal y vinagre… y el fish & chip con rebocina frita, así que ¡por Dios! ¿pedirles que se coman una racioncilla? mmmmmmm, no thank u and sorry about that!
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