Desde que tengo uso de memoria, Septiembre ha sido siempre un mes de vuelta. Vuelta de vacaciones, a los estudios o al trabajo, al cole de las niñas, a la dieta, a los buenos propósitos. Para mí el año empieza formalmente en Septiembre y no en Enero. Además, es el mes en el que cumplo años. Cumplir años está bien, incluso cuando ya no apetece cumplir, cada año que pasa es un regalo y un horizonte para seguir disfrutando de la vida.

Mi vuelta este año ha sido un poco convulsa, física, emocional y mentalmente hablando. Cambio de trabajo desde el día 1, choque de realidad con malas noticias cercanas aunque no propias, he retomado (si, otra vez) el ejercicio físico… El cambio de trabajo (que no de empresa) implica un cambio importante en mi organización del día a día, ahora tengo mucha más libertad de horarios y flexibilidad. También implica tener que trabajar muchos viernes por la tarde y algunos días hasta tarde. Si eres una persona de rutinas este es un cambio grande, de trabaja de tal a tal hora a crearte tu horario según como tengas el día. Los autónomos saben bien lo que es gestionar este tipo de flexibilidad, yo todavía no y frente a las ventajas que le veía a priori me está costando bastante ajustar el ritmo. Al final trabajo muchísimas horas y no es el objetivo. Nuevo objetivo: acoplar mis ritmos a la nueva situación laboral.

La vuelta de Septiembre deja atrás las vacaciones, el no pensar en qué día vives y en activar los propósitos de mejora que casi todos nos hacemos. Y cuesta. Cuesta porque de vacaciones se está bien, porque esta es la realidad que más meses al año vivimos y el siguiente asueto se ve lejano.

Pero volvemos, no queda otra 😊.

Im-perfectas también vuelve, pero despacito, iremos retomando el ritmo poco a poco.