Confieso que soy más de verano que de invierno de siempre, o eso es lo que me digo de siempre, que soy de calorcito, que odio el frío. Pero quizá es la edad, que una ya supera con mucho la cuarentena y va para viejuna pero en estas últimas semanas vengo pensando en que sorprendentemente me apetece abrigarme, escuchar lluvia en los cristales, que vengan unos cuantos días grises. Añoro esos días de acurrucarse en el sofá, de calentar un poquito más la taza de café para beber despacio mientras te calientas las manos, de hacer “estufilla” con mi chico en la cama, de arrebujarme.
De hecho propuse poner el relleno a los edredones justo cuando terminó el último “veroño” y me costó convencer al personal en casa. Que “todavía no”, que “vamos a pasar calor aún”, que “no hace falta”, que “qué rollo el invierno”, que “qué ganas tienes de que llegue el frío”. En unos pocos días la cosa cambió totalmente claro, se puso a hacer biruji de verdad y hubo que rellenar y sacar alfombras un poco a la carrera. Estos son los días son para mí más fríos del año porque la casa es de calefacción central, es decir, se enciende cuando a la “comunidad” le da la gana. En pleno invierno, cuando más aprieta, la calefacción va como un tiro y vamos por casa en manga corta -despilfarro energético mediante- y pero estos días son días de usar la bata gorda, por muy fea que sea.
Otros años la cosa me mosqueaba y a la vez me entristecía, se había acabado el verano, el comer en la terracita, la bici por las noches, los días de sol, pero este año no me pasa. Pueden ser los años o que simplemente una cambia, y está bien, de hecho muy bien. Variar en estas pequeñas cosas, si una lo piensa bien, es como vivir a pequeña escala otras vidas. Y a veces el detalle lo cambia todo.
Y en estas estabas cuando descubrí esta preciosidad de canción de Ízaro en la que colabora Xoel López. “Calcetines altos. Pies en botas”, comienzan cantando, y ya dan ganas de chocolate caliente, de hacer lentejas y guisos de cuchara y de sacar por fin mi colección de gorros -debía haber vivido en el siglo XIX para ir siempre tocada, pero no pudo ser-. “Ven corre a mi paraguas” cantan también porque abrigarse es una invitación al abrazo. Que llegue el invierno pues.
@Crisgallar, aka Cristina Gallardo Parga lleva bastante más de una década hablando, a cuenta de Europa Press, de lo que pasa a diario en los tribunales visitados antaño por terroristas del norte y a día de hoy por chorizos de la peor calaña. También le gusta juntar letras de vez en cuando sobre temas más pintureros, tener canciones en la cabeza y leer historias que le sorprendan. Enamorada, amiga de sus amigos y maleducada con los monstruos.
Hasta a mí, que soy de calorcito, se me ha hecho largo el veroño… pero ya está aquí el frío. Echaré de menos el calor. Qué gozada de canción, por cierto
Me gustaMe gusta