Navidad y juguetes (por Isa)

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A una semana del 25 de diciembre, fun, fun, fun ya estamos inmersos de lleno en los festejos que anteceden al nacimiento del niño Jesús: cenorras y borracheras de empresa, amigos invisibles y, por encima de todo, las compras navideñas. Esas que tanto regocijan al Corte Inglés, que en su slogan de campaña dicen esto de que les gusta la Navidad (¡nos ha jodío! cómo no les va a gustar con la de pasta que se aprietan en estos entrañables días…).

Siempre me ha gustado hacer regalos. Me mola mucho descubrir algo que le puede hacer ilusión a una persona a la que quiero y agradezco que se me brinde la oportunidad de hacerlo en cumpleaños o en otros momentos… pero reconozco que cada vez me agobia más tener que comprar regalos a cascoporro y por imposición. Es muy estresante y con un puntito absurdo.

De un tiempo a esta parte, básicamente desde que soy bimadre y super tía, los regalos son para los niños… que son los que creen en Papá Noel y en los Reyes Magos. A mí esto me parece bien, es cierto que la «magia» de la Navidad y la ilusión es mucho más genuina cuando hay niños de por medio. El problema es que tengo la sensación de que hasta los niños son abocados a un universo consumista en el que se ven inmersos sin ser muy conscientes de ello.

Entre los omnipresentes anuncios de juguetes, los catálogos navideños de tiendas y grandes almacenes, y la presión familiar para que escriban la carta, lo que veo es que los niños meten con calzador regalos recién vistos, que son estos como podrían ser otros, que no es algo que vienen queriendo todo el año sino lo que acaban de descubrir sobre la marcha… Me da la sensación de que son cosas que ignoran sistemáticamente al cabo de pocos días.

En im-perfectas ya nos decantamos en su momento por el altruismo navideño en materia de juguetes (Juguetes para todos), pero es que además no sé muy bien cómo racionar toda esa ilusión ficticia traducida en consumismo febril. La imagen de la Navidad del siglo XXI son niños con armarios llenos de juguetes que ni miran por falta de tiempo e interés abriendo a dos manos cajas repletas de juguetes que van a olvidar casi instantáneamente. A mí esta imagen me parece un poco triste, ¿y a vosotros? ¿cómo lo gestionaríais?

 

 


12 respuestas a “Navidad y juguetes (por Isa)

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Es la primera navidad de mi peque y aunque todavía es muy pequeño, este es un tema que me preocupa a medio-largo plazo. He visto a niños en cumpleaños abrir regalos uno tras otro sin la más mínima ilusión, y no les culpo, el volumen de juguetes puede llegar a ser tan abrumador que estoy convencida de que si al rato les preguntas, ¿qué te han regalado? apenas serían capaces de recordar una cuarta parte. Este año no ha sido demasiado difícil, un regalo por casa y punto, espero que se cumpla. Pero aún así, me gustaría introducir algo en próximas navidades que le ayude a valorar lo que tiene, se me ocurre, incluir un juguete para otros niños en la carta a los Reyes Magos o algo de ese estilo. Iré madurando la idea a ver si somos capaces de implementarlo.

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    1. ¡Hola mamaodeon! Bienvenida a im-perfectas 🙂 La verdad es que desde la experiencia puedo decir que es difícil de controlar, pero se pueden poner límites y al final la familia se acostumbra a cumplirlos…
      Me he sentido completamente identificada con la imagen que reproduces del niño abriendo regalos en su cumple como un autómata. Es tal cual. Y hay que hacer todo lo que podamos por evitarlo.
      ¡Magnífica idea la del regalo de Reyes para otros niños!

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  2. Estoy de acuerdo con todos vosotros, pero esa vorágine sólo dura los primeros años. Luego, los niños ya no quieren juguetes, obviamente, y los familiares se relajan naturalmente. Porque cuando la magia se va desvaneciendo ya no es lo mismo. Yo en su momento puse restricciones y francamente, daba igual. Recuerdo con horror los primeros años de mi hija mayor, primera nieta y sobrina por ambos lados… en serio, no hay palabras. Ahora no me preocupa nada el tema, primero porque son ellas las que piden cosas prácticas: ropa, unos auriculares nuevos que los que tengo sólo se escuchan por un lado, comics, un reloj, esto o aquello para decorar mi cuarto… Y segundo porque de nada o casi nada me ha valido preocuparme, al final la peña hace lo que le da la gana, el que quiere regalar, regala, yo la primera. Así que, padres de hijos en edad creyente, tranquilos, todo pasa y los niños bien educados no se vuelven idiotas por el puntual exceso navideño.

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    1. Está claro que hay una gran diferencia entre creyentes y no creyentes, pero en ambos casos la educación es clave… y la educación pasa por hacerles entender el valor de las cosas, enseñarles a pedir con cabeza, y mostrarles que hay gente que no tiene tanto… El niño insatisfecho y avaricioso en Reyes, lo será también en su cumple o cuando haya cualquier celebración que conlleve obsequios.

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  3. Me hago esa misma pregunta siempre que llevo los Reyes a mis sobrinos postizos: abren el regalo con muchas ganas, pero a los 10 minutos ya lo han tirado por ahí, porque tienen un millón de cosas más. Pero no tengo ni idea de cómo alcanzar el término medio entre ilusión y contención, la verdad.
    A mí también me encanta regalar y llevo muy mal a la gente desagradecida a la que nunca le gusta lo que le compras, grrrr…

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    1. jajajaja a mí eso también me fastidia 🙂
      En mi familia hemos empezado a imponer algo de sentido común y tratamos de que sea un regalo por niño (cada uno regala a uno) y así razonan más lo que piden y no se agobian con tanta cosa. Pero aún así siempre se va de madre por algún lao…

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  4. Estan sobreregalados. La verdad es que cuantas menos cosas más ilusión les hace. Es como todo en la vida. Y habla alguien a quien también le encanta regalar! Y no hay nada más decepcionante que un regalo que haces con toda la ilusión guste regulín.

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  5. Sin duda, los niños por culpa de los adultos se dejan llevar por esta vorágine consumista. El problema es que los adultos (los padres en este caso) podemos poner restricciones a los regalos pero estamos dentro de un sistema de abuelos, tíos, primos… y es muy difícil controlar qué se regala. Lo ideal para mí serían poco regalos y con una función didáctica. Vale que los niños tienen que jugar y que un muñeco, una espada láser o una granja de animales le gusta a todos, pero no es menos cierto que los niños cada vez son más digitales, en los móviles y en las tablets encuentran entretenimiento sin fin, con lo cual por qué insistir con cientos de regalos que luego no miran.

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    1. A mí me parece bien que sigan jugando con juguetes materiales y con la imaginación… lo de las tablets debe seguir siendo algo excepcional. Hay que ponerse serio con la familia 😉 no queda otra…

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