A estas alturas seguro que todos habéis oído hablar del famoso Manifiesto de las francesas que lleva desde la semana la pasada generando controversia. Digo lo de “haber oído hablar” a propósito. Porque no sé cuántos de los que han opinado sobre él lo han leído realmente. A mí, que es un tema que me interesa especialmente, me ha costado llegar al original traducido. Antes de leerlo ya me había topado con al menos una decena de artículos que despiezaban el manifiesto a su antojo, entrecomillando las frases más llamativas descontextualizadas y con la inserción de morcillas de opinión muy enfocadas a dirigir la interpretación de lo que se dice. Soy periodista y tengo la manía de fijarme en estas cosas… pero la mayor parte de la gente no es así de maniática y se creen lo que leen. Cuando por fin lo tuve delante, ya estaba condicionada por lo que llevaba días leyendo y oyendo.
Sin duda, se trata de un texto complejo del que si se extraen determinadas frases puede dar lugar a interpretaciones muy diferentes de lo que en su conjunto viene a decir. Para alguien que trabaja sacando titulares rompedores y que basa su éxito en conseguir clics y visitas se trata de un filón de lo más tentador. Joder, decir que un centenar de intelectuales francesas conocidas, como Catherine Deneuve, están en contra de un movimiento tan aclamado y popular como el #MeToo es un bombazo… y así ha pasado. Como viene siendo habitual últimamente, el trending topic ha vencido al rigor periodístico (que está en sus horas más bajas).
Lo que dicen las francesas ya es en sí bastante rompedor sin necesidad de tergiversarlo… pero si se simplifica vende mucho más. Es mejor reducir la complejidad de lo que exponen a tres o cuatro consignas que encabronen al personal, aunque lo que se resalte al final sean cosas que no han dicho.
¿Y que no dicen?
No dicen estar en contra del movimiento #metoo. De hecho, califican el movimiento como legítimo y necesario, que son adjetivos que no se usan precisamente para desacreditar. Más bien al revés. Sí que dice que redes y medios están dando por buenas acusaciones particulares que han nacido al albur del revuelo mediático sin que haya investigación ni pruebas fehacientes, convirtiendo en víctimas a los acusados que ven manchada su reputación y comprometidos sus trabajos.
Tampoco dice que las mujeres tienen que dejarse manosear sin decir nada. No he encontrado en el texto nada parecido. Sí que dice que no están de acuerdo con la postura de víctimas permanentes que han de adoptar las mujeres y que una mujer puede no sentirse traumatizada porque alguien la roce en el metro. Ojo, no dice que no deba sentirse traumatizada -que es lo que se ha interpretado y transmitido- sino que debe poder decidir si eso la traumatiza o no. Que no es lo mismo.
Se denuncia una ola de puritanismo que sacude especialmente la creación artística y que está provocando que se censuren cuadros, que se prohiban películas o que se clausuren ciclos. Señalan que lo políticamente correcto salpica la ficción condicionando la forma en que se construyen historias y personajes. Sobre esto ya hemos escrito alguna vez en Tiempos de Censura o ¿Todo es machismo?.
Por otro lado también critican el feminismo victimista, que homogeneiza a las mujeres convirtiéndolas en víctimas de la falocracia ejercida por los hombres perversos (así en general). Creen, según dicen, que reducidas a la condición de víctimas no se puede alcanzar cotas de poder y quedaremos siempre en un segundo plano. También esto lo hemos criticado aquí, como en este post de nuestra colaboradora Cristina Buhigas: Hasta los pelos de la protección, y lo expone muy bien Elvira Navarro en su último artículo sobre Victimismo y censura.
Y por último, reivindican algo que se ha traducido como el “derecho a importunar” y que, situado en contexto, se refiere a la libertad de iniciar acercamientos sexuales sin que se penalicen de antemano. Dicen que “la libertad de decir no a una proposición sexual no existe sin la libertad de importunar”. Vamos, que no te puedes negar a un acercamiento inexistente y que no todos pueden ser considerados agresiones sexuales. Que somos lo suficientemente sagaces como para saber distinguir entre torpeza y agresión, entre una situación intimidante y una simplemente no deseada.
Desde luego, lo que plantean es debatible y polémico per se, desde el momento en que se sale del discurso generalizado. Se puede estar de acuerdo o no, pero lo que no es legítimo de ninguna manera es acusarlas de lo que no han dicho.
Lo primero, gracias por proporcionar la traducción completa del manifiesto, porque como ya te dije en su momento, estuve detrás de ella con insistencia y no había manera de encontrarla.
Como bien dices, la única manera de saber qué dice y qué no dice es yendo a la fuente, aunque por desgracia no pueda leerlo directamente en francés. Y en efecto, hay ciertos aspectos que, leídos en su contexto, difieren bastante con las interpretaciones y entrecomillados sueltos que han difundido algunos medios.
El manifiesto continúa sin gustarme, en especial por un tema que ya habéis comentado: ese derecho a importunar llega hasta mi libertad de no ser importunada. No se trata de que me vaya a traumatizar que me toquen el culo en el metro (habría que ver cuántas de las firmantes viajan en metro, por cierto), sino de que nadie tiene ese derecho.
Y por otro lado, me disgusta por su inoportunidad. Resulta que durante años muchos hombres han abusado de su poder impunemente, y seguro que ellas no han sido ajenas a esas situaciones en sus respectivos sectores, pero nunca les dio por manifestarse al respecto públicamente. ¿Y ahora sí se ven impelidas por una enorme necesidad de alzar su voz? No lo entiendo muy bien. Y personalmente, me jode que la Deneuve, a la que admiro enormemente, lo haya firmado (aunque luego se retractara en parte).
Pero con todo y con eso, creo que están en su pleno derecho a opinar. Mal vamos si no somos capaces de tolerar la discrepancia. En particular, creo que el feminismo necesita de voces diversas y de disensiones para poder avanzar. No me gustan las verdades monolíticas y tampoco me gustan las turbas enfurecidas dispuestas a quemar a toda la que piensa distinto en esas modernas hogueras que son las redes sociales.
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A mí tampoco me convence del todo el manifiesto, aunque hay una parte que suscribo y que también me preocupa, que tiene que ver con el tema de la censura artística y la de la presunción de inocencia.
Coincido mucho más con el artículo de Margaret Atwood del que habla aquí Elvira Lindo: https://elpais.com/cultura/2018/01/16/actualidad/1516091421_335382.html
Respecto a lo que comentas de la ‘inoportunidad’, hay más gente que me lo ha comentado pero yo no acabo de ver que sea tan inoportuno, y en cualquier caso, tan respetables me parecen las que salen ahora diciendo que hace 20 años sufrieron situación una situación de abuso de poder como la que no ve la necesidad de hacerlo público -si es que ha pasado por ello.
Francamente, el caso Weinstein me parece que ha marcado un hito irreversible en la forma de ver las cosas, pero soy muy escéptica con todos estos movimientos digitales. Primero, porque ahora mismo es muy fácil subirse al carro de las acusaciones tuiteras, mucho más fácil que complicarse le vida haciendo ver que no es oro todo lo que reluce, y segundo porque la presunción de inocencia desaparece.
En cualquier caso, el #MeToo me parece que está bien como fórmula para visibilizar lo institucionalizado que está el acoso o el abuso de poder, hasta que se empiezan a mezclar churras con merinas (algo que pasa) y a señalar con el dedo a gente indiscriminadamente (esto también pasa).
Mucho menos legítimo me parece nuestro #YoTeCreo (y que conste que lo he usado). ¿Qué implica que muchas personas nos posicionemos a favor de alguien? ¿es más cierto lo que dice? ¿tiene más peso su palabra que la del contrario en un juicio? Hay poca gente sobre la que sea capaz de poner la mano en el fuego, y desde luego todos son gente de mi entorno a quien conozco bien, no una persona que solo conozco de lo que cuentan de ella en la tele… es todo muy fundamentalista.
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Gracias por enlazar el texto íntegro porque la verdad es que la cosa cambia en cuanto pasamos de las comillas y los titulares rimbombantes. Entiendo lo que dicen en cuanto a que no por el hecho de haber sufrido un hecho traumático tienes que sentirte víctima necesariamente toda la vida pero sigue chocándome el supuesto «derecho a importunar». Es una línea muy fina, sobre todo porque no a todo el mundo le importunan las mismas cosas o en la misma intensidad. ¿Cuándo pasa algo de importunar a ser acoso?
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Totalmente de acuerdo, Mi Álter Ego. El tema del «derecho a importunar» chirría mucho… Lo límites son subjetivos y cada persona los sitúa en un punto, no es algo que pueda generalizarse. Pero no debe ser no siempre.
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Catherine acaba de pedir disculpas a las victimas de acoso o abuso sexual, pero no se retracta de lo dicho. Catherine como las otras 99 signatarias condenan el extremo feminismo que el tema Wenstein ha motivado pero en los años del debate al derecho al aborto fue una de las abanderadas «feministas».
Qué ha cambiado entonces? Por qué el movimiento #metoo les molesta tanto? Digamos que el medio cinematografico estra retraido, adormecido y la produccion «estancada». Algunos amigos suyos (Pollansky) estan en el filo de la navaja y «alguien» tiene que detener esta hemorragia.
Y Qué es esta historia de la libertad de importunar? Cuando estas en el metro y alguien te soba es la libertad de importunar? Cuando caminas por la calle y un tipo te sigue preguntandote el numero de tu portable es la libertad de importunar o mi derecho a estar tranquila? En Paris hay tanto acoso y violaciones en los metros!!! Estas mujeres estan fuera de la realidad. Acaso viven en la misma ciudad???
En momentos actuales el gobierno francés sacara tres medidas : Creacion de una policia especial para multas de acoso callejero (imaginen la gravedad del asunto), igualdad de salario hombre/mujer, la ley de prolongacion a la prescripcion por delitos de acoso y violacion.
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¡Muchas gracias por tu comentario y bienvenida a im-perfectas! Muy interesante todo lo que nos cuentas sobre lo que ocurre en Francia. Sitúa las cosas en contexto, algo que es fundamental.
La verdad es que lo del derecho a importunar es difícil de defender y muy fácil de criticar. Una cosa es acercarse a alguien que te gusta en un contexto propicio para ello, cuando haya habido señales que te indiquen que el deseo es recíproco -aunque haya veces que las señales no se hayan interpretado adecuadamente- y otra cosa es invadir sin previo aviso el espacio vital de un desconocido, molestarle y perturbar su paz en el metro, en la calle o donde sea. Francamente, me parece que son demasiado ambigüas en ese punto.
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Pues eso,que todos tienen un poquito de razón, y que el tema está en el debate público. Bravo
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Efectivamente, Cris, que se esté hablando de esto ya es en sí positivo.
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