Parece que hoy es el Día Mundial contra el Cáncer. Me he dado cuenta ahora, que he abierto Twitter. No era consciente. Como tampoco lo era del Día del Cáncer de Mamá y de su lazo rosa. Lo que son las cosas. Otros años, sí. Otros años estaba trabajando y tenía más presente los días internacionales de, para hacerme eco de ellos en Redes Sociales con las marcas que gestionaba. No recuerdo bien el 4 de febrero del año pasado, no recuerdo que fuera un día especial por nada. Pero sí que me acuerdo perfectamente del 7 de febrero. El 7 de febrero de 1977 mi vida cambió para siempre. Dejé de ser hija única a los 15 meses para ser hermana mayor. Otro 7 de febrero, pero de 2011 empecé Canciones de Buen Rollo, como club de los que usamos la música para subirnos la moral. Pero hay algo que de alguna manera eclipsa esos dos hitos vitales, y es que el 7 de febrero de 2018, fue el día en que me dijeron que tenía cáncer. Es una fecha que quedará marcada en mi cabeza para siempre.
Como soy de naturaleza optimista (creo), a pesar de todas las señales que hacían presagiar algo malo, decidí ir sola a la consulta con la radióloga que se había encargado de mi biopsia de mama y de la resonancia. Soy cabezona e impuse mi criterio a todos los que querían acompañarme. No me importó que eso les hiciera sentir mal. También soy egoísta. Al menos, ese día lo fui. Y luego lo he sido unas cuantas veces más. La enfermedad te putea, pero no te hace mejor persona.
Había caído una nevada brutal unos días atrás, y todos los alrededores del hospital, que está en el norte de Madrid, estaban llenos de nieve. Esperé en la sala de espera a que me llamasen y entré en la cabina donde me habían hecho la biopsia casi cuatro semanas antes. De pie, con la carpeta de los resultados en la mano, aquella doctora de ojos verde agua me dijo: «tengo malas noticias». Ya no escuché nada más con claridad. Se me embotó la mente y por más que intenté concentrarme en lo que me decía solo me quedé con algunas ráfagas de su discurso. Carcinoma infiltrante. Tumor de más de 4 centímetros. Mastectomía. Todo sonaba acorchado como si yo no estuviera allí, con los oídos taponados por la tensión, el cerebro palpitante.
Me dijo que fuera directamente a la unidad de oncología para que me atendieran allí. Aturdida y mareada, a pesar de mi nulo sentido de la orientación y de que había que salir a la calle y atravesar otras zonas, llegué a oncología y me puse a hacer cola en el mostrador de atención. Parada en la fila, me derrumbé. Me senté en una de las butacas que me rodeaban y derramé mi angustia en lágrimas.
Sacar el teléfono y llamar a quién tenía que haber dejado que me acompañara, me ayudó a calmarme. Escucharme decir «es cáncer» me hizo empezar a tomar conciencia del asunto. Qué importante es verbalizar las cosas. Y qué fundamental es dejarse ayudar. Ahora, un año después del diagnóstico, soy de las afortunadas que lo pueden contar y mis dos consejos para los que tengan que pasar por el proceso de la enfermedad son esos: Verbalizar lo que te pasa, para pisar tierra y darle la dimensión adecuada, para hacerse a la idea y tumbar los tabúes. Y dejarse ayudar. Es un camino duro, tortuoso y largo. Necesitas el apoyo de los que te quieren, y necesitas un servicio sanitario de calidad y calidez. Hay que reivindicarlo. Estoy harta de oír hablar de luchadores que ganan batallas contra el cáncer. Que no, joder, que el cáncer se sufre no se combate. Que somos enfermos, no luchadores. Que nos curan los médicos y sus tratamientos, no es cosa nuestra ni de nuestro ánimo sonriente. Menos lazos, más medios, más médicos, más investigación, más empatía. Eso es lo que pido en el Día Mundial del Cáncer.
Me he pasado por las páginas de redes sociales de las principales fuerzas políticas de nuestro país y mucho lazo y poco compromiso real ¿Por qué no añaden a esa visualización de la enfermedad cuáles son sus políticas respecto a la enfermedad? ¿Qué % de los presupuestos quieren destinar a la investigación del cáncer? ¿Qué tienen pensado promover para ayudar a los enfermos y sus familias? ¿tienen un plan de paliativos específicos para enfermos de cáncer? Nada de nada Yolanda, eso es lo que yo espero y por lo que suscribo el post de Isa: «Menos lazos, más medios, más médicos, más investigación, más empatía.» Igual tienen un plan, pues que lo visibilicen también en un día como hoy ¿no? Pero claro, eso es comprometerse…
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Pasan los años y no se mejora mucho más que de fachada. Chapa y pintura. Poco más.
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Cuando eres una persona independiente, acostumbrada a sacarte las castañas del fuego, tiendes a pensar que puedes con todo solita. Es normal. Pero a pedir ayuda también se aprende. Y para eso está la gente que te quiere, para ayudarte en los momentos bajos. Si no, ¡de qué!
Creo que ya te comenté en otro post que compartía totalmente tu visión: «Menos lazos, más medios, más médicos, más investigación, más empatía». Los gestos están muy bien, pero lo que hace falta es crear las condiciones para que se investigue en nuevos tratamientos, en diagnóstico precoz, en atención psicológica a los enfermos y sus familias.
Como siempre, gracias por escribir con el corazón sobre una experiencia tan dura ❤
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Gracias a ti. Por ser y por estar. Siempre.
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nada como escuchar quien conoce las cosas de primera mano. Gracias Isa
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Gracias a ti, por leerme 🙂
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